Cosecha Roja-. La Gendarmería vuelve a usar el georradar en busca de otro joven en la Patagonia. Esta vez se trata de Sergio Ávalos, de 18 años, desaparecido el 14 de junio de 2003, en el boliche Las Palmas, de la ciudad de Neuquén.
Ya van 10 años de su desaparición. Ávalos, estudiante de primer año en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional del Comahue, era oriundo de Picún Leufú, un pueblo de cinco mil habitantes, a mitad de camino entre Neuquén y Bariloche. Vivía en una residencia universitaria. La denuncia de su desaparición fue hecha por sus padres después de que Sergio no viajara para el Día del Padre.
En la zona del monolito del barrio Sapere, en la capital de la provincia neuquina. Ahí buscaban ayer y hoy el cuerpo.
La investigación pasó por varios estadíos: hipótesis, allanamiento y cierre del boliche, rastrillajes en la barda, los ríos, sus riberas y hasta en El Chocón. Se siguieron muchas pistas, pero todas con resultado negativo. Sus familiares insisten en que lo que se ha hecho no es suficiente. “Mi hermano no desapareció por voluntad propia, a mi hermano lo desaparecieron. Y me cuesta entender que una persona pueda desaparecer en un tiempo de democracia sin tener respuestas ni contar con una Justicia que pueda esclarecer el caso”, decía Mercedes Ávalos, la hermana de Sergio, cuando se cumplían ocho años de la desaparición.
“Gendarmería hizo el barrido y no registró, en principio, movimientos en la tierra”, dijo ayer el fiscal Maximiliano Breide Obeid. El abogado de la familia, Luis Virgilio Sánchez, estuvo en el lugar. En julio pasado ya se había hecho un rastrillaje con perros adiestrados, pero, de nuevo, con resultados negativos.
A las 8.30 de la mañana los gendarmes retomaron la recorrida con el georradar, incluyendo también la revisión de un tanque cercano al monolito.
La búsqueda que se está llevando a cabo responde a la declaración de un agente de policía. En 2005, mientras cumplía un servicio en el hospital Castro Rendón, recibió el llamado de una mujer. De acuerdo a su testimonio, la mujer dijo que con el joven se habían atraído y que esa situación había desatado la ira de su pareja. Se lo habrían llevado del boliche por la fuerza en un auto hasta la zona del monolito, donde supuestamente lo envolvieron en una manta y lo enterraron.
“Acompañamos la medida pero nuestra hipótesis es otra”, dijo el abogado de la familia, y sostuvo la presunción de una intervención de la fuerza policial neuquina en la desaparición. “Y esto tiene que ver con la lectura de las primeras fojas del expediente. Por ejemplo, dejaron de funcionar 40 cámaras de seguridad 15 minutos antes de que ingresara Sergio, y hay denuncias de apremios ilegales ese día”. Según la hipótesis que maneja la querella, habría existido un trabajo coordinado entre la policía y el personal de seguridad, que eran efectivos haciendo adicional y agentes retirados del Ejército.
El fiscal Breide Obeid explicó que probablemente ésta sea la última actuación investigativa que realice la fiscalía, porque la causa podría pasar de “desaparición de persona” a “desaparición forzada”. Si el Juzgado de Instrucción 3 interviniente resuelve a favor de ese cambio, el paso siguiente sería declararse incompetente y remitir las actuaciones a la Justicia Federal. Con el cambio de carátula, se busca “nacionalizar” el caso.
(Con información del diario Río Negro)
El otro caso: https://www.cosecharoja.org/caso-solano-buscan-el-cuerpo-con-un-georradar-en-la-comisaria-2/
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