Marcha Maconha SP

Martín Cortés. Cosecha Roja.-
André Nicolau. Catraca Livre (Brasil).-

San Pablo testimonia este sábado un capítulo más en la lucha por la legalización de la marihuana, que trae aparejada una serie de cuestionamientos al debate, como el actual panorama de violencia en Brasil. En su sexta edición, la manifestación tendrá concentración en el Museo de Arte de San Pablo a partir de las 14 hs. y recorrerá la Avenida Paulista y las calles Augusta y Consolação con destino a la Praça da República.

Al salir por las calles, con el slogan “La prohibición mata: legalizá la vida”, los manifestantes proponen debatir sobre la cuestión de las drogas en un Brasil donde la mayoría de la población carcelaria está formada, en su mayoría, por pequeños traficantes representantes de las cuadrillas.

Se suman a la marcha columnas anti-manicomios, religiosas, medicinales, psicodélicas, feministas, de izquierda, de la Zona Sur y de la Zona Este. Al final de la marcha, shows de la banda Soul Shakers, Andrea Dias y otros artistas a confirmar cierran la caminata con buena música y concientización.

La acción también incluye la discusión de demandas específicas como la defensa de los usos religioso y terapéutico de la marihuana, en medio de la fiesta de las columnas independientes y las que representan diversos sectores sociales en el apoyo a la legalización.

La marcha se da en el contexto del debate por una nueva ley de drogas en Brasil. Renato Filev, de los colectivos Desentorpecendo a Razão y Marcha da Maconha São Paulo, dijo a Cosecha Roja y Catraca Livre que “el nuevo proyecto es totalmente retrógado y prohibitivo. Aumenta la pena para el tráfico de 5 a 8 años, institucionaliza la internación compulsiva, crea un registro de usuarios, es un retroceso”.

En un Brasil que no consigue resolver el problema del narcotráfico enquistado en las favelas, el nuevo proyecto “no define claramente cantidad para consumo ni evalúa si existió efectivamente tráfico. Eso depende de dónde el detenido sacó la droga, a qué clase social pertenece, su color de piel, si tiene dinero encima, cantidad de droga, si está repartida en dosis o no, si está solo o acompañado, armado o no, si está usando la droga en el momento de la detención. Depende de muchos factores que generalmente son evaluados por el policía en el momento de flagrancia”, dijo Filev.

La marcha entra en escena nuevamente dos años después del episodio de represión policial que marcó la lucha por la legalización de la marihuana en 2011. En esa ocasión, la policía militar usó balas de goma y gases contra los manifestantes, perseguidos de la Avenida Paulista a la Rua da Consolação.

El abuso de la violencia influenció una nueva manifestación, llamada “Marcha por la libertad” que contó con mayor adhesión popular, reuniendo casi 3 mil personas. La acción fue en la semana en que el Supremo Tribunal Federal (la Corte Suprema brasileña) garantizó el derecho a la libertad de expresión para defender la descriminalización del consumo de marihuana.

En busca de una nueva política para drogas ilícitas, la Marcha de la Marihuana surgió en 1994 y ya fue realizada en más de 485 ciudades en todo el mundo. En Brasil, la primera acción fue realizada en 2008 y, pasados seis años, recorrerá en 2013 las calles de 43 municipios.

La marcha se realizó el 4 de mayo en el resto del mundo. En Buenos Aires, por ejemplo, las marchas vienen mostrando un aumento exponencial en la cantidad de asistentes: de 15.000 personas en 2011 a 100.000 en 2013, la manifestación avanzó cada año de Plaza de Mayo al Congreso de la Nación pidiendo por una nueva ley de drogas. Mientras la manifestación avanza por la Avenida de Mayo, miles de personas de todos los puntos de la ciudad y sus alrededores fuman marihuana ante la total ausencia de la policía, que sólo comienza a cerrar el cerco sobre la Plaza de los Dos Congresos al atardecer, cuando quedan los últimos manifestantes en picnics improvisados sobre el asfalto y las baldosas de la plaza. El reclamo reúne asociaciones de cultivadores, organizaciones de derechos humanos y la columna es encabezada por la revista de cultura cannábica THC, articuladora y, según su editor Martín Armada, caja de resonancia de este movimiento.

En San Pablo, la historia es otra. La marcha de 2011 reunió cerca de 2 mil personas, aunque luego de la represión de ese día, 5 mil se reunieron en la Marcha por la Libertad. El año pasado, luego de la autorización del tribunal para manifestarse, la marcha tomó las calles de San Pablo con 10 mil personas.

Si bien todos sostienen el paradigma prohibicionista, y en la mayoría éste comienza a ser discutido con mayor o menor radicalidad, cada país muestra problemáticas diferentes. Brasil acusó hace décadas el desembarco de organizaciones criminales en el negocio millonario del narcotráfico para sustentarse. Estas organizaciones se enfrentan entre sí y con la policía militar, cuya ideología y métodos describe con crudeza el libro Élite da tropa en el cual se inspiró la taquillera película Tropa de élite.

Los resultados de esa guerra permanente y solapada están a la vista: en 2006, el Primeiro Comando da Capital (PCC), la organización nacida en las cárceles de São Paulo, realizó tres ataques: en mayo, julio y agosto. Hubo 45 agentes de seguridad y 123 civiles muertos. La policía de Río, por otra parte, es la que más mata en el mundo, y no sólo narcotraficantes: en los enfrentamientos de 2007 por la pacificación de las favelas, hubo 41,6 civiles muertos por cada policía. La inminencia de la Copa del Mundo el año próximo y de los Juegos Olímpicos en 2016 no parece que vayan a frenar el baño de sangre, sino todo lo contrario.

Para mañana se espera, entonces, un nuevo crecimiento que mantenga el espíritu de la marcha. En medio de una multitud de anónimos, caracterizada por disfraces y carteles coloridos, con símbolos y mensajes por la legalización, se adivina un escenario promisorio, alegre, de concientización y voz activa que resuena por las calles de San Pablo. Un coro en nombre de la libertad expresado en la esperanza de cada uno manifestada a través de la fuerza colectiva. A pasos largos que dejan atrás recuerdos de un pasado marcado por la violencia y la intolerancia, en busca de nuevos caminos donde “las flores vencen al cañón”, abriendo las puertas para nuevos tiempos. Tiempos de paz.