Cosecha Roja.-

Lizbeth Muñoz, una niña boliviana, vivía con su familia en la Villa 1.11.14. Estaba cursando el segundo año del secundario. El jueves 2 de agosto, como de costumbre, salió de su casa a las 6:30 de la mañana para ir a estudiar. A las 4 de la tarde tenía que buscar a su hermanita en la escuela, pero nunca llegó. Unas horas después, su cuerpo apareció desnudo y con signos de violación. Esta mañana, los vecinos de la Villa 1.11.14, familiares y amigos organizaron una marcha para exigir justicia.

“A las ocho de la noche, cuando llegamos del trabajo, nos llamaron de la escuela de Zulema y nos dijeron que Lizbeth no la había retirado. Fuimos por la niña y después nos presentamos en la Comisaría 34 para denunciar la desaparición de nuestra hija”, cuenta Felicia Álvarez, la madre de la joven.

Pasaron las horas y sus padres, cada vez más preocupados, llamaron a los amigos de Lizbeth para ver si estaba en la casa de alguno de ellos. Los profesores y los vecinos del barrio se unieron a la búsqueda. La desaparición de la menor de 14 años era muy extraña. Lizbeth nunca se ausentaba de su casa sin avisar. Se encargaba de cuidar a sus cuatro hermanos menores, mientras sus padres trabajaban como ayudantes de costura.

A las dos de la mañana del viernes, Felicia recibió una mala noticia: el cuerpo de su hija había sido encontrado en un descampado del barrio Villa Lugano. Lizbeth solo llevaba puesta una remera. Tenía golpes en los brazos y moretones en el cuello. Después de la autopsia, los forenses concluyeron que la menor fue violada y, luego, estrangulada.

Esa madrugada, un vecino de Villa Lugano vio cuando arrojaron el cuerpo de Lizbeth desde un auto en movimiento. El testigo dijo que el vehículo salió en contramano por la calle Larraya al 3400, llegó hasta el cruce con la colectora de la autopista Dellepiane (a pocos metros del Complejo Habitacional Samoré) y después de hacer una maniobra violenta tomó por la colectora hacia el sur.

El hombre se acercó y encontró en la vereda el cadáver semidesnudo. Llamó a la Comisaría 48 y pocas horas después la familia de Lizbeth identificó el cuerpo: “Mi hija no tenía la culpa de nada. Ella me decía que quería ser maestra. Le gustaba cuidar a los niños y le ayuda a sus hermanitos con las tareas. Cuando llegábamos de trabajar, ella nos esperaba con la cena. Es un dolor muy grande para nosotros”, dice Felicia.

La justicia está investigando el entorno de la víctima. Se ordenaron pericias sobre la computadora que usaba la joven en su casa y también se están analizando los registros de su número celular. La Fiscalía Distrital de Pompeya es la encargada del caso. Esta tarde el cuerpo de Lizbeth será sepultado. “Rogamos que nos escuchen, que nos ayuden a saber qué pasó con nuestra hija”, dice Felicia.