María Florencia Alcaraz -Cosecha Roja.-

Cuando los policías de la Comisaría 5ta de Paso del Rey llegaron a su casa Marina Jara sabía por qué la buscaban. Aceptó con tranquilidad que la llevaran a la dependencia y ahí les entregó el arma: un chuchillo para untar manteca. Con él había apuñalado a un vecino que intentó violar a su hermana Aylén, de 19 años. Marina había cumplido los 18 hacía un mes. Desde ese día, ambas están presas. Llevan un año y ocho meses de encierro en la Unidad Nº 8 de Los Hornos, en La Plata. Se las acusa de tentativa de homicidio. El hombre que intentó violar a una de ellas está libre.

Hasta el verano del año pasado, en Moreno, los jóvenes tenían dos opciones los fines de semana: CCP o el Monumental, los boliches bailables más grandes de esa zona del conurbano bonaerense. La noche del 19 de febrero de 2011, las hermanas Marina y Aylén Jara fueron al Monumental. Salieron al amanecer, así que decidieron ir caminando hasta su casa en el barrio Sanguinetti, a quince cuadras de allí. Antes de llegar se cruzaron con Juan Antonio, hermano de una de sus mejores amigas. Lo conocían desde chicas. Vivían a dos cuadras de su casa. Juan Antonio Leguizamón hacía poco había salido el libertad, luego de estar preso por una causa por robo.

“Hacía un tiempo que las venía persiguiendo a mis hijas-dice Elena Salinas, madre de las hermanas Jara-Es un hombre que tiene 35 años pero estaba pendiente de ellas. Los fines de semana se sentaba enfrente de mi casa, las vigilaba y esperaba que salieran. Una vez las quiso subir a un auto a la fuerza. Ellas eran amigas de una hermana más chica del hombre y cuando iban a la casa no las dejaba irse.”
Esa madrugada de verano acosó a Aylén. Como ella se negó, sacó un arma y disparó dos veces al aire para asustarla. Después la tiró al piso y, ante la mirada de su hermana, intentó arrancarle la ropa.

Marina sacó el cuchillo que tenía la cartera. Lo llevaba porque habían querido robarle las zapatillas de resorte semanas atrás en el “Monu”.

Mientas el hombre estaba de espaldas a ella intentando desnudar a su hermana, Marina le clavó el cuchillo en la espalda. Después, ayudó a su hermana a levantarse y salieron corriendo. El agresor quedó en el piso.

Las hermanas llegaron a su casa y contaron todo a su madre. Pasaron algunas horas y los agentes de la Comisaría 5ta de Paso del Rey se acercaron hasta la casa y las llevaron a la dependencia policial para prestar declaración.

-¿Pongo lesiones graves? – preguntó la Oficial escribiente de la Comisaría 5ta.
– ¿Qué lesiones graves? A estas métele tentativa de homicidio.-contestó otro agente.

En la Comisaría, Aylén y Marina escuchaban a los policías sin entender mucho. Creían que les tomarían declaración, que los policías irían a buscar al vecino abusador, ellas lo reconocerían y volverían a sus casas. Pero nada de eso pasó.

A partir de ese domingo de febrero las hermanas pasaron de ser víctimas a victimarias. “Nosotros no negamos lo que pasó. Los hechos fueron violentos pero se generaron por la violencia de esta persona”, dice a Cosecha Roja la madre de las chicas.

“Los procedimientos no se hicieron como indica al protocolo. A mis hijas no las llevaron inmediatamente a ningún Hospital Público para que se las revisara y se diera cuenta de que habían sido golpeadas -explica Elena-Después las dejaron presas porque, según ellos, no se pudo comprobar el intento de abuso. Cuando las revisaron no tenía marcas, salvo Aylén un rasguño en la cara”.

En febrero de 2011 el Juez Tomas Barski del Juzgado en lo criminal Nro. 2 de Mercedes, dictó la prisión preventiva para las hermanas Aylén y Marina . Ambas fueron trasladadas a la Unidad 51 de Magdalena. “Ahí la pasaron pésimo porque es una cárcel de máxima seguridad. No podían dormir. Aylén me llamaba y me decía que se tapaba con una frazada y se quedaba despierta toda la noche”, dice Elena.

Meses más tarde, a través de un pedido de la Procuración General, fueron trasladadas a la cárcel Unidad Nº 8 de los Hornos, en La Plata. Allí esperan el día del juicio que está fijado para el 18 y 19 de marzo de 2013.

Antes de estar detenidas Marina y Aylén iban a la escuela secundaria y trabajaban para ayudar a su mamá. Aylén era manicura y tenía una clientela fija que iba a su casa a pintarse las uñas y arreglarse las manos. Marina limpiaba la casa de una familia y estudiaba peluquería.

Hoy Marina tiene 19 años y Aylén 21. Sus últimos cumpleaños los pasaron encerradas. Desde Los Hornos, hace poco Aylén escribió una carta para su madre: “Hace ya un año y siete meses que estoy acá y no sé hasta cuando estaré. Lo que no comprendo es a esta justicia que defiende lo indefendible y por eso gente como nosotras, de pocos recursos económicos terminan pagando con la libertad, mientras otros solo la pagan con billetes”.

Elena, la mamá de las chicas, cada domingo atraviesa la provincia de Buenos Aires para visitarlas en La Plata. “En la cárcel están terminando el secundario. Aylén ocupa el tiempo estudiando. Hizo un curso de pastas y otro de manicura. Trabaja en la panadería. Va a clases de teatro y de coro. Ella cuando salga quiere estudiar medicina”, cuenta Elena.

Gabriela López es trabajadora social y forma parte de la “Comisión por la Libertad de Aylén y Marina”, una organización que nuclea militantes sociales de distintas agrupaciones. Desde este espacio se emprendió una campaña para hacer visible el caso de las hermanas. “Hay una cuestión de género en el caso de las chicas. La justicia, que es claramente machista, no toma como válida la legítima defensa. En estos casos se vuelve en contra de la víctima. Por eso las mujeres tienen miedo de defenderse. Pasan estas cosas”, dice López.
Los familiares y amigos quieren que las chicas recuperen la libertad antes del juicio. “Las chicas no tenían causas previas. Estamos intentando conseguirles un abogado porque la defensora oficial no las ha defendido. Pero no le echamos la culpa porque tiene un montón de casos. El sistema funciona así”, explica Gabriela López.

Mientras tanto, la familia de las hermanas Jara se siente amenazada por el abusador, que sigue viviendo en el barrio. “Estamos con miedo-dice Elena- El otro día éramos cuatro mujeres con un bebito. Estábamos llegando a mi casa y estaba él con unos amigos enfrente. Uno de ellos llegó con un auto y nos lo tiró encima. Yo me voy a trabajar y dejo solos a mis otros hijos. Tengo miedo de que les pase algo”.