Juan D’Alessandro. Día a Día.-

Es la segunda vez en ocho años que Antonio Spiro Dellisanti, –el obstetra capturado ayer en una verdulería de barrio Juan B. Justo por realizar abortos clandestinos– es detenido por sus actividades ilegales. Por su peligrosidad, en ambas oportunidades tuvieron que convocar al Grupo Eter: fuerza de élite de la Policía de Córdoba cuyos integrantes están armados y capacitados para intervenir en situaciones de crisis de alto riesgo. Dellisanti, hombre violento e impulsivo, constituye en sí mismo una situación de alto riesgo.

Tiene 48 años y es –según consta en su recetario– cirujano especialista en obstetricia. Aunque se sabe que trabajaba legalmente en una clínica de barrio San Vicente, la Policía aguardaba anoche que el Colegio de Médicos de Córdoba confirmara la autenticidad de su matrícula.

Este diario consultó a distintas fuentes policiales y judiciales que indicaron –en estricto off the récord– que Dellisanti es conocido por practicar la medicina fuera de la ley: se lo señala como un “abortero” de trayectoria en la ciudad –su propia madre, una enfermera apodada “Chochi”, también ha sido investigada e imputada por este delito– e incluso como presunto “médico del hampa”.

Según los investigadores, Dellisanti tendría vinculaciones con bandas delictivas que acuden a su clínica clandestina cuando sus miembros resultan heridos en asaltos, riñas o enfrentamientos con la Policía.

La Justicia llegó a investigarlo por supuestos servicios prestados a Martín “El Porteño” Luzi, quien fue hace pocos años el delincuente más buscado de Córdoba. Los investigadores sospechaban que Luzi “le pagaba mucho dinero” a Dellisanti para que revisara, además, a las víctimas de sus secuestros extorsivos. Sin embargo, esta versión no pudo ser comprobada por los investigadores judiciales.

Actualmente, el médico está siendo investigado por la Justicia por una denuncia que lo señala como responsable del delito de compra venta de bebés. Incluso, fuentes judiciales confirmaron que a raíz de esa investigación pudieron recuperar a una beba de dos meses que había sido vendida por Dellisanti al nacer.

Un doctor Armado. Ayer, Dellisanti estaba a punto de realizar un aborto cuando el grupo Eter irrumpió en su clínica clandestina. En el quirófano improvisado, debajo de la camilla sobre la cual operaba, tenía dos armas de fuego y una de ellas –una pistola 9 milímetros automática– estaba cargada, sin seguro, lista para ser disparada. Esta vez no alcanzó a empuñarla a tiempo.

Pero hace ocho años, sí. Y un policía recibió un balazo en la cara. El 27 de junio de 2004, personal de la división de Homicidios lo esperaba en su casa de barrio Empalme: estaba acusado de asesinar a Jorge Garay, por lo que el fiscal Luis Villalba (fallecido) había ordenado su detención.

Dellisanti llegó a su casa a bordo de un auto, se bajó y estaba caminando hacia su domicilio cuando el oficial Ariel Calderón se acercó a él para detenerlo. El Grupo Eter aún no había llegado. El médico reaccionó sacando una pistola calibre 35 y disparándole a corta distancia: Calderón alcanzó a girar un poco la cabeza, la bala le rozó el mentón y se incrustó en su hombro derecho.

El oficial quedó tendido en la calle y fue rescatado por el entonces jefe de Homicidios, Rafael Sosa, quien lo llevó al Hospital de Urgencias. “Le disparó a la cara, lo quiso matar”, dijo Sosa en el juicio por el que el médico fue condenado a prisión por lesiones graves, no por tentativa de homicidio. Es un tipo con suerte: tampoco fue condenado por el homicidio de un hombre que murió baleado en su casa: alegó que la víctima lo había querido asaltar, versión que no convence a los detectives que lo investigaron.

Fue condenado a seis años. Estuvo preso tres años y quedó libre.

Una vida bandida

Le disparó a un policía. En 2004, el médico Spiro Antonio Dellisanti baleó en la cara al oficial Ariel Calderón, quien debía detenerlo por estar sospechado de haber cometido un homicidio. Un grupo del Eter –a cargo del actual ministro de Seguridad, Alejo Paredes– lo detuvo. En el juicio, sus abogados defensores (Marcelo Brito y Juan Manuel Aráoz) argumentaron que su cliente disparó porque creyó que era víctima de un secuestro.

Una familia conocida.

Dellisanti viene de una familia de conocida por la Policía. Su madre –una enfermera apodada “Chochi”– fue investigada, allanada y hasta imputada en varias ocasiones como supuesta autora del delito de aborto, que habría cometido en su casa de barrio Empalme. Su hermano Fabián estuvo preso por robo de autos, y se vio involucrado en un caso de pago de coimas al fiscal destituido Roberto Matheu.