Télam.-

El femicidio vinculado, incluido este año como agravante de homicidio en un proyecto aprobado por el Congreso, ya reconoce 21 asesinatos de niñas y niños desde el homicidio, el año pasado, de Tomás Dameno Santillán de 9 años, delito que está siendo juzgado hasta el martes por el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Junín.

La cantidad de niñas y niños que quedaron en la línea de fuego de un femicida o que fueron asesinados por un violento para “castigar” a su pareja o ex pareja, fueron relevados por la ONG La Casa del Encuentro en el período que va de noviembre de 2011 al mismo mes de este año.

“El agresor considera también a los chicos como objetos, o como el medio para lograr su propósito: seguir controlando al objeto de su violencia, a esa mujer a quien considera de su propiedad”, explicó a Télam Ada Rico, titular del observatorio de femicidios `Adriana Zambrano` de la ONG, al explicar el femicidio vinculado.

El delito se incluyó en la ley votada el 14 de noviembre último por el Congreso Nacional, mediante la cual se incluirá esa figura, ya que aún no fue promulgada en el Código Penal.

El texto, que pasaría a ser el inciso 12 del artículo 80 del Código, “condena a quien cometa un homicidio con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación”.

Fue el asesinato de Tomás, ocurrido en noviembre de 2011 en Lincoln, Buenos Aires, y por el que está siendo juzgado Adalberto Ramón Cuello (foto), ex pareja de su mamá “el que hizo que los medios entendieran de qué hablamos cuando decimos femicidio vinculado”, reconoció Rico.

“El varón violento piensa que puede hacer con la mujer con la que tiene o ha tenido un vinculo afectivo lo que desee, incluso, atacar los afectos más queridos de ella, como es un hijo o una hija”, agregó.

Para la especialista “el fin del agresor es generar en la mujer la angustia de sentir que esa criatura fue asesinada por su culpa, porque él, que es el único culpable de ese asesinato, tiene como objetivo la destrucción psicológica y el castigo hacia esa mujer que decidió no `obedecer` o terminar una relación”.

Avril Aguirre del Chaco, Keila Rojas de Santa Fe y Thiago Paveliche de Jujuy tenían 2 años y sus muertes están registradas como femicidios vinculados por la ONG.

La triste lista también incluye a los hermanos Josefina y Benjamin Moretti de 3 y 5 años, a Adrián Sosa y Milagros Arakaki, ambos de 8 años. Y los nombres siguen, con sus historias sesgadas por la muerte, y completan la estadística que llega desde distintos puntos del país.

Los 21 femicidios vinculados registrados por la ONG tienen nombre, edad, descripción del asesinato y, en algunos casos, seguimiento de la situación judicial. La víctima más pequeña tenía 1 año. La de más edad, 15.

“En mi vida imaginé que iba a hacer eso. Si sabía que lo iba a matar (a Tomás), yo lo hubiese matado a él antes”, aseguró Susana Santillán, la mamá del pequeño que fue asesinado a golpes en Lincoln, al hablar de su ex pareja, Adalberto Cuello.
Rico advirtió que “el violento utiliza a los hijos y a las hijas como un medio para lograr su fin, y para demostrar su supremacía, le saca lo que más quiere y lo que más le importa a esa mujer”.

Y de esta forma “él piensa que ella nunca podrá olvidarse de él y cree que sigue en control de su vida”.
La semana que viene el Tribunal Oral de Junín dará a conocer su veredicto. Otros 20 niños también esperan justicia.