Yamid Amat. Especial para EL TIEMPO

Parte de la violencia que aún queda en la ciudad tiene una derivación del consumo de drogas.

“En seguridad tenemos una paradoja: los mejores resultados en 40 años, en homicidios, que es un indicador de los delitos en general, pero la percepción ciudadana es que no. Desgraciadamente no valoramos el homicidio, que es el delito más grave, de la misma manera que valoramos el robo de un celular, y sin embargo el hurto a personas también ha disminuido. El descenso de homicidios nos llena de optimismo, porque significa que Bogotá está saliendo de la violencia. La tasa de homicidios es de 16 por 100.000 habitantes. El máximo que tuvo hace años fue 73 homicidios por 100.000, y el año pasado tenía 21 homicidios por 100.000”.

¿Mantendrá el desarme?

Eso depende de las Fuerzas Militares, pero ya anunciaron que se mantendrá. En la baja de homicidios también juegan la nueva organización policial, los cuadrantes y la caída de las tasas de pobreza.

¿Y a qué niveles espera llegar?

Este año les ganamos a grandes ciudades de Estados Unidos. Para el año entrante vamos a demarcar las áreas violentas. Vamos a iniciar una política audaz que queremos discutir con el Gobierno nacional. Sin él no podemos aplicarla.

¿De qué se trata?

Es un plan que, advierto y repito, no vamos a hacer si el Gobierno nacional no autoriza. Buena parte de la violencia y criminalidad que aún queda en la ciudad tiene una derivación del consumo y tráfico pequeño de drogas. El robo del celular, el robo en TransMilenio se originan básicamente por una razón: consumo de drogas. Los sectores políticos de derecha exigen la prohibición de drogas como el elemento para curar, y eso no ha servido para nada. Nosotros deberíamos permitir unos centros para adictos que hagan el tratamiento, no solamente con drogas que quiten la ansiedad, sino que incluso el adicto pueda consumir relativamente controlado, sin provocar daño a la sociedad. Si esto lo hacemos como plan piloto en las áreas más violentas de la ciudad, el año entrante tendríamos una caída aún mayor del delito total: desde el homicidio hasta el robo de celulares.

¿Cuáles son las áreas más violentas de la ciudad?

Sectores de Ciudad Bolívar, de Corabastos y de Suba.

¿Cómo se acabaría, a través de ese plan, con la organización criminal?

El microtráfico, donde están el jíbaro, la olla, es una organización piramidal armada, que no es la gran mafia. ¿Esa organización de qué vive? Del adicto o consumidor, no necesariamente un adicto que paga altos precios. Con este plan se acabará la banda mafiosa y desestimularemos el delito para el vicio.

Usted tuvo una reunión esta semana con el expresidente Gaviria. Él formuló con los expresidentes Cardozo, de Brasil, y Zedillo, de México, un plan para tratar al consumidor como enfermo y no como criminal. ¿De eso hablaron?

De eso y de muchas otras cosas. Como la del presidente Mujica de Uruguay, quien propuso oficialmente que el gobierno asuma la producción y distribución de marihuana, para contrarrestar la delincuencia. Se hace en Europa y en Estados Unidos, lo hace California. Si el Gobierno acepta que se haga ese experimento de permitir el consumo controlado y guiar hacia la desintoxicación médica y sicológica en esas áreas de Bogotá, donde se mata la gente, llegaremos a una ciudad con índices de violencia comparables a las ciudades más pacíficas de Europa.

¿Cómo proyecta presentar la propuesta al Gobierno Nacional?

Hablando con el presidente Santos. Tenemos una conversación pendiente.