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María Florencia Alcaraz.-

La noche del 14 de julio de 2010 Octavio Romero se había ido a dormir temprano porque entraba a trabajar a la mañana en el edificio Guardacostas, en Puerto Madero. Tenía 32 años y era suboficial de prefectura. Su novio, Gabriel Gersbach se había quedado viendo la televisión. En la madrugada lo despertó. “¿Tenemos ley?”, preguntó Octavio entredormido. Se abrazaron y lloraron juntos. Se había aprobado en el Congreso la ley que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo y convirtió a la Argentina en el primer país de América latina en legalizarlo.  Al otro día Gabriel le pidió la mano. Octavio le preguntó a la familia de su prometido si se podía casar con él.

Nunca llegaron a ver sus nombres en la libreta roja de casamiento. Octavio Romero podría haber sido el primer suboficial de Prefectura casado con otro hombre. Pero, un año después, el 17 de junio de 2011 su cuerpo apareció flotando en una playa de Vicente López. Había desaparecido seis días atrás. Hacía poco tiempo había iniciado el trámite para conseguir la autorización de casamiento. Nunca quedó claro si se lo habían otorgado. A pocos metros de donde encontraron el cuerpo, alguien dejó un ramo con cuatro flores rojas. Hoy se cumplen dos años de su crimen.

“Octavio apareció desnudo y flotando en el rio. Eso me hace pensar que fue un crimen de odio, homofóbico y  organizado por varias personas porque él estaba en buen estado físico, un solo hombre no lo puede haber matado”, dijo a Infojus Noticias el viudo.

La investigación judicial no pudo dar, todavía, con una explicación a la muerte del hombre. No hay procesados ni imputados. La autopsia reveló que el cuerpo de Octavio presentaba “contusiones en la cabeza producto de un golpe en la frente y en la nuca”. Además, se supo que estaba vivo cuando cayó al río porque había tragado agua.

“Ahora estamos a la espera de una serie de pedidos de prueba que le hicimos a la fiscal Estela Andrades de Segura. Pedimos que se revisaran los correos electrónicos de Octavio y que se ampliara la declaración a los compañeros de trabajo de él”, dijo a Infojus Noticias la abogada de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) que sigue la causa.

“A él ya le habían dejado amenazas escritas en el baño. En el único lugar en el que recibió este hostigamiento fue en su trabajo. La familia y los amigos eran un núcleo de amor. Además, las personas que tienen acceso al río son marineros o gente vinculada a Prefectura”, dijo Gersbach

El novio de Octavio, que trabaja como taxista, se enteró de la muerte por los medios. Los  jefes de él le habían prometido que si había novedades de Octavio le avisarían. Cuando Gabriel vio las imágenes en televisión fue hasta el edificio Guardacostas. “Ah ¿no lo viste en la tv? Pensamos que ya te habías enterado”, le contestó un superior de Octavio.

Al inicio de la investigación judicial la causa recayó en el Juzgado Nacional de 1.ª Instancia en lo Criminal de Instrucción Nº 24, a cargo de Juan María Ramos Padilla. El juez no reconocía a Gabriel como querellante porque, a pesar de haber convivido doce años, no estaban casados. De hecho, una de las primeras hipótesis judiciales apuntó a culpabilizarlo.  “Ni siquiera pude ver su cuerpo en la morgue”, relató Gabriel.

A mediados de 2012 la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, con un dictamen de dos a uno, aprobó la posibilidad de que Gabriel Gersbach fuera querellante en la causa. El fallo de la Cámara reconoció a Gabriel como víctima y reprendió al juez Ramos Padilla por no haberse expedido con anterioridad y por haberlo mantenido en ese estado de incertidumbre.

Esta tarde, la última pareja de Octavio y sus amigos convocan  al Puente de la Facultad de Derecho (Avenida Pte. Figueroa Alcorta y Avenida Pueyrredon) a las 19 hs. reclamando Justicia para Octavio Romero. Desplegarán una bandera con el rostro del joven prefecto asesinado. Buscan encontrar la verdad de un crimen que ya lleva dos años.