La actriz Muriel Santa Ana, quien ya se había manifestado a favor de la legalización del aborto e incluso había contado una experiencia personal, fue una de las oradoras este martes en el Congreso.
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Foto: Irupé Tentorio

Ella contó que  una semana antes del 4 de abril de 1992 fue al consultorio privado del jefe de Obstetricia de un “importantísimo hospital público”. “Él me dio las recomendaciones y yo le di la plata”, dijo.

Reproducimos los extractos más importantes de su discurso:

1.

Una semana más tarde fui con mi mamá y mi hermana al departamento de avenida Santa Fe y Azcuénaga, que ese mismo médico usaba para las intervenciones (…) De la única puerta que estaba a la vista, salió una chica de unos 15 años acompañada por su mamá. Al momento, una mujer vestida de ambo salió y dijo mi nombre. Me despedí de mi mamá y de mi hermana. He tenido muchas despedidas en mi vida, esta no fue la peor.

2.

Yo quedé embarazada a los 23 años. Usaba un diafragma como método anticonceptivo, todas mis amigas también. Si aún hoy es conflictivo que los hombres usen preservativo aduciendo pérdida de placer y manipulando así la voluntad de las mujeres, imaginen que hace 20 años el abuso era mucho peor. Nosotras nos poníamos el diafragma y ellos se tranquilizaban. Y nosotras también.

3.

Yo tenía una mamá, un papá, una hermana, mis estudios, un trabajo, mis libros, mis amigos y conseguí la plata. No tuve que recurrir a una sonda, a una aguja de tejer ni a un sucucho sórdido libre de asepsia.

4.

Yo no deseaba ser madre forzadamente, no deseaba inscribir mi cuerpo en el orden simbólico de la maternidad por imposición.

5.

Lo que se mantiene intacto en mi es que desde que tengo la mayoría de edad, no admito que nadie se arrogue el derecho de legislar sobre mi deseo. Mías son mis decisiones, míos son mis deseos. Pero mi cuerpo, está visto,  es un objeto político sometido a tensiones ajenas a mi. El capitalismo, me pregunto, qué mujer construye.

6.

Las mujeres no somos un frasco, para que otros observen cómo germina en nosotras la continuidad de un sistema de crimen y exclusión.

7.

Por lo visto, no se trata de debatir sobre los límites de la vida y la muerte. Porque sino, tengo una pregunta para hacerles sobre todo a quienes aún no tienen su voto decidido: ¿qué significa para ustedes una mujer muerta? Acá se trata de aborto clandestino o aborto legal, el aborto existe, existió y existirá, legislen ustedes lo que legislen. Y sepan trístemente que si este proyecto fuera rechazado, llevarán de por vida sobre sus espaldas a las muertas que de aquí en más produzca la industria del aborto clandestino.