La mujer trans que desafió al machismo de las ciencias exactas

Victoria Liliana Romero fue tal vez la primera mujer trans en el ámbito de las ciencias exactas en Argentina. Trabajó en la Comisión Nacional de Energía Atómica y realizó su transición cuando estaba dentro de la institución, varios años antes de la sanción de la Ley de Identidad de Género. Resistió discriminaciones y estigmatizaciones en su ámbito laboral hasta el día de su muerte, en abril de 2018.

La mujer trans que desafió al machismo de las ciencias exactas

Por Cosecha Roja
13/11/2020

Por Jesuana Aizcorbe*

Lili, como le decían, nació y creció en la provincia de San Juan. Egresó en 1996 como ingeniera química por la UNSJ con promedio 9.11, y ganó una beca universitaria como laboratorista en España por un semestre. En Europa, Liliana vio cómo las personas trans y travestis tenían libertades que en Argentina no conoció jamás. 

En 1997 se instaló en Buenos Aires e ingresó a trabajar mediante un programa de becas en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), en el Laboratorio de Polímeros del Centro Atómico Ezeiza. Allí Liliana comenzó su transición de género entre finales de los ‘90 y principios de 2000, siendo pionera como mujer trans en un lugar donde al día de hoy las mujeres son el 35% de les trabajadores y ocupan apenas el 17% de los cargos gerenciales.

Liliana asumió que su camino sería un esfuerzo permanente por “demostrar” que merecía hacer una carrera profesional allí. Era una persona muy orgullosa de su trabajo, meticulosa y prolija, que continuó estudiando y especializándose en su área. “Lili era muy inteligente, amaba su trabajo, pero era de esas personas a las que le afectaba mucho lo que pensaran o dijeran de ella”, relata Lynda Esteche, una de sus amigas más cercanas. 

Malena Bucelli, también amiga de Lili, cuenta que su jornada de trabajo consistía en 5 palabras: hola, buenos días, hasta mañana. “Era el único diálogo que tenía con los profesionales de allá adentro. Siempre se planteó que el tema de la discriminación era falta de educación, y Lili decía que no, que eso era mentira porque todos los profesionales que estaban ahí la trataban de forma muy despectiva”, dice. 

No solía verse a Liliana fuera de su laboratorio, salvo en el recorrido diario a la parada del colectivo cuando terminaba la jornada laboral. No se detenía a hablar en el pasillo ni almorzaba en el comedor. Alguna que otra tarde compartía con las chicas de limpieza unos mates y charlaba, y tenía algunes amigues en el trabajo con quienes conversaba ocasionalmente. Decían que Lili tenía un humor muy agudo y que siempre decía menos de lo que callaba.

Victoria Liliana Romero

Resistir a las instituciones y su transfobia

Su mayor contención fueron sus amigas trans en el barrio de Flores, donde Liliana vivía en un departamento en la calle Bufano, y allí la conocieron en el año 2001. Aseguran que hasta ese entonces, Liliana había estado muy sola afrontando su transición de género. Lynda recuerda que tenía una mirada triste cuando la conoció. “Me acuerdo que me dijo que se llamaba Nico, y le dije ‘¡no! tenés que llamarte con nombre de chica’, así que le pusimos Vico.”

“Cuando empezó a vivir como Liliana, fue un cambio total, la sonrisa en la cara, estaba contenta, se arreglaba, se peinaba, parecía una chica pequeña. Como no vivió la infancia como una mujer, entonces la vivió de grande”, relata Lynda, y remarca que el gran dolor de Liliana fue no haber tenido el apoyo de su familia.

Una anécdota de la infancia la había marcado fuertemente: su madre la había llevado a una bruja para “sanarla”. La bruja le dijo que tenía que cambiar de camino porque si seguía así, nunca iba a ser feliz. “Eso ella siempre lo repetía. Cuando sufría mucha discriminación en el ambiente laboral o en el ámbito social siempre se acordaba de eso, como que le generó un trauma. […] Yo le decía que era una referente, que era un ejemplo, porque muchas de nosotras no podíamos ejercer un trabajo por más estudios y títulos que tuviésemos, y ella sí lo pudo hacer. Pero ella no quería ser pública por el tema de la familia”.

Wanda Luján, también amiga de Liliana, cuenta que sufrió mucho su transición. “Cuando ella se operaba pedía permisos porque se hacía la nariz, las prótesis. Pero se recuperaba y después la recargaban de trabajo, como que la querían saturar para que ella sola abandonara. Pero Liliana era muy guerrera, ella afrontaba todo lo que le pasaba, era muy luchadora. Y bueno… llegó a donde llegó, con su título y todo, pero no le sirvió de nada porque no lo pudo disfrutar, no fue aceptada en su trabajo, fue discriminada y ella se sentía muy sola.”

Liliana había hecho su transición cuando ya estaba trabajando en la CNEA y varios años antes de la Ley de Identidad de Género. Desde un principio hubo una gran resistencia tanto de jefes como de compañerxs para que la llamaran por el nombre femenino que había elegido. Insistían en seguir usando su nombre asignado al nacer, por ejemplo, en el cartel junto a la puerta de su oficina, donde finalmente dejaron sólo su apellido.

Otra situación que redundó en maltrato y discriminación fue el uso del baño. Liliana contó que varias de sus compañeras de sector, incluyendo a quien en ese momento era su jefa, no quisieron compartir con ella el suyo, pidiéndole el documento o una revisación médica para dejarla entrar. Se le asignó primero un cubículo de uso exclusivo en el baño de hombres, donde algunos de sus compañeros la espiaban y le decían cosas cuando se cambiaba de ropa al final del día. Para evitar estas situaciones, Liliana llegó a no utilizar el baño en las ocho horas de jornada laboral, tratando inclusive de no tomar líquidos desde la noche anterior. Luego de varios reclamos a sus superiores, éstos resolvieron hacerle un baño para su uso exclusivo junto a su oficina.

Apenas sancionada la Ley de Identidad de género en 2012 cambió su DNI e informó a recursos humanos para que rectificaran su legajo. Lili contaba que lo habían hecho casi inmediatamente y sin poner obstáculos, algo que la sorprendió, y que incluso la habían felicitado por teléfono. Pero eso no pasó de ser una formalidad, porque las discriminaciones persistieron. Liliana enumeraba y describía violencias, burlas, murmullos y acosos. La mayoría de sus amigas cuentan que estaba deprimida, que le costaba ir a trabajar por más que le gustara lo que hacía, que muchas veces pensaba en irse, pero se reponía y aguantaba.

Llegó un momento en que Liliana comenzó a sentir que su carrera se estancaba sin más explicación que por ser una persona trans; con más de 20 años de antigüedad en la institución y con una vasta experiencia académica y especializaciones estaba siempre en el mismo puesto. Le cambiaban sus tareas habitualmente y las personas que habían estado bajo su supervisión pasaron a tener más responsabilidades que ella, alegando que Liliana era una persona “difícil” en el trato, que era muy susceptible y que no se tomaba bien las críticas. Considerando todo lo que tuvo que atravesar por su condición de persona trans, es difícil que Lili hubiera podido ser de otra manera. Los vaivenes de esas situaciones de violencia y humillación, eran conocidas por sus amigas y por varias personas dentro de la CNEA, pero siempre fueron minimizados, incluso hasta responsabilizándola por los tratos irrespetuosos y abusivos que recibía.

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Después de que sus amigas le insistieran y acompañaran, Lili hizo una denuncia formal en septiembre de 2017 a la Comisión de Igualdad de Oportunidades y de Trato (CIOT) de la CNEA y al INADI. En esta última declaraba: “Denuncio estar siendo sujeta de intimidaciones laborales, ninguneo profesional (desmerecer, menospreciar con intención la condición de profesional de grado), maltrato laboral”. Liliana siempre hizo sus reclamos y peleó prácticamente sola por sus derechos, por lo que al hacer la denuncia fue una situación muy estresante para ella. Sentía que desde ese momento le harían la vida imposible en el trabajo y había acudido a la Junta de ATE CNEA-Buenos Aires para que la acompañaran en ese proceso.

A mediados del mes de abril de 2018, Liliana no fue a trabajar por más de una semana. Se sabe que la habían vacunado contra la gripe y había tenido una recaída, se desconoce si era un resfrío, una gripe o neumonía. Al miércoles siguiente, después del mediodía, mediante un correo enviado a todes les trabajadores por relaciones públicas, se informó que Liliana había muerto. Durante la mañana habían hecho cerrar su oficina. Algunes de sus compañeres y amigues supieron que la habían encontrado muerta en su departamento el fin de semana y que una persona de su familia había ido a buscar sus cosas y a resolver las cuestiones burocráticas.

Desde la agrupación de Trabajadoras de Ciencia y Tecnología “Las Curie”,  se denunció en un mail algunas de las situaciones que Liliana había atravesado, y generó respuestas de gente que la quería y que lamentaba su muerte. Ese fue el verdadero obituario de Lili en el lugar en el que trabajó durante más de 20 años. Luego de su fallecimiento, las denuncias que había hecho, tanto ante la CIOT como al INADI, quedaron en la nada.

Sus amigas de Flores estaban desconcertadas luego de enterarse de su muerte, no supieron nunca qué fue lo que le había pasado realmente. Llenaron los muros de las redes sociales recordándola con fotos, videos y frases en su memoria, e incluyeron sus imágenes al Archivo de la Memoria Trans, fundado por la activista María Belén Correa. 

La victoria trans en el mundo de las ciencias exactas

Tanto la Ley 26.618 de Matrimonio Igualitario y la ley 26.743 de Identidad de Género significaron un salto importantísimo para la visibilización y la ampliación de derechos para la comunidad LGTBIQ+, pero claramente no son suficientes. Como queda claro después de lo dicho hasta acá, desde las instituciones, por acción u omisión, no se promueve un ambiente de integración, seguro y saludable, y mucho menos para las personas trans. Con el reciente decreto de Cupo Laboral Trans en la administración pública, que tiene como antecedente la lucha del activismo trans con Diana Sacayán como referente, se espera que sea un aporte más para comenzar a instrumentar la inclusión laboral y cambiar la cultura de los diversos ámbitos públicos, incluidas las instituciones científicas como la CNEA. 

Este año, salió a la luz el caso de Fran Bubani, Doctora en Ingeniería, docente del Instituto Balseiro e investigadora asistente del CONICET, es la primera mujer abiertamente trans en el cargo de investigadora en esa institución. Fran cuenta que en su reciente proceso de cambio de género tuvo el acompañamiento, contención y asesoramiento de organizaciones LGTBIQ, agrupaciones de mujeres e incluso de sus compañeres de trabajo, pero también  padeció y padece el machismo y la transfobia en los ámbitos educativos y tecnológicos-científicos.

Argentina es pionera en el desarrollo científico y tecnológico en Latinoamérica. Aún con los vaivenes de los distintos gobiernos a lo largo de su historia, logró prestigio a nivel internacional, y se crearon las bases sólidas para una educación pública de calidad. Pero queda pendiente generar las condiciones para que las personas del colectivo LGTBIQ+ que quieran desempeñarse profesionalmente lo puedan hacer sin las dificultades culturales y materiales que tienen para poder acceder y permanecer en estos ámbitos. Si las estadísticas evidencian lo difícil que es para las mujeres cis trabajar en el sector de Ciencia y Tecnología, ser una  persona trans y trabajar en ese ámbito, como en cualquier otro, sigue estando en el tintero de la lucha transfeminista.

Día del Orgullo LGTBIQ en STEM

Desde 2018, se estableció el 5 de julio como el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+ en Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Este año, cambiará al 18 de noviembre en honor al astrónomo estadounidense Frank Kamedy, quien en 1957 fue despedido del Servicio de Cartografía del Ejército de Estados Unidos por ser homosexual, y a quien se le prohibió todo acceso a otros trabajos relacionados con su profesión. Kamedy luchó toda su vida contra la homofobia y los ataques a las personas LGTBIQ+ por parte del Estado.

*Integrante de la Agrupación de Trabajadoras en Ciencia y Tecnología “Las Curie”- lascurie.mcyt@gmail.com