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“Por reiterados delitos de homicidio especialmente agravado por la premeditación en grado de tentativa”, el fiscal penal Gilberto Rodríguez pidió una pena de 16 años para el enfermero Marcelo Pereira y 14 para Ariel Acevedo. Ambos están imputados del intento de matar a 15 pacientes, 10 de la Asociación Española y cinco del Hospital Maciel. La diferencia en el pedido del fiscal se debe a que se hallaron más pruebas contra Pereira que contra Acevedo. Si bien los peritajes de las autopsias no habrían arrojado que la muerte de estas personas fueran efecto directo de las acción de estos dos enfermeros, el fiscal entendió que sí existió la intención de matarlos. Cabe agregar además que los peritajes no se realizaron, salvo en un caso, sobre los cuerpos de los fallecidos, sino sobre sus historias clínicas. Pereira inyectaba aire, en tanto Acevedo medicación no recetada por lo médicos.

En cuanto a la enfermera Andrea Acosta, procesada por encubrimiento en uno de los intentos de homicidio; Rodríguez pidió una pena de 24 meses de cárcel “por encubrimiento en comisión por omisión a título de dolo directo”.

La jueza Dolores Sánchez ya tiene en su poder el dictamen de unas 60 páginas y deberá dar vista a la defensa de los enfermeros y luego resolver si hace lugar a la solicitud del fiscal. Se espera que la defensa de los imputados ahora soliciten nuevas pruebas.

En marzo de 2012 trascendió la noticia: «Yo no soy Dios para haber tomado la vida de estas personas. Me equivoqué. Cometí un error», dijo el enfermero Juan Ariel Acevedo hablaba como si el fallo fuera de contabilidad. El relato del asesino confeso se producía frente a los agentes de Policía que le detuvieron. Horas más tarde, sin modificar un ápice su declaración, se lo repetiría al juez Rolando Vomero y al fiscal Diego Pérez. En simultáneo Marcelo Pereira, el otro enfermero, juraba que todo lo había hecho para que «descansaran» y «dejaran de sufrir». El «todo» se resume en decenas de pacientes —podrían ser hasta doscientos— que los mandaron a «viajar» para arriba, como se dice en un sms de una enfermera procesada por encubrimiento.

El fiscal que investiga la causa de asesinato múltiple pidió la exhumación de los cuerpos de las 16 personas que los criminales recuerdan, con nombre y apellido, haber matado. Aunque el Gobierno urguayo asegura que «sin duda» habrá muchas más. Once murieron en la Unidad de Cuidados Neuroquirúrgicos de la Asociación Española de Socorros Mutuos y cinco en la Unidad de Cuidados Coronarios del Hospital Maciel. Todos ellos por medio de inyecciones de aire o morfina.

En la calle Maldonado casi esquina a la de Paraguay de la ciudad de Montevideo se encuentra la Jefatura de Policía. En estas dependencias Acevedo dio a conocer su particular melodía de la muerte. Reconoció haber matado «entre uno y dos pacientes por semana» aunque dijo «haber perdido la cuenta», según recogió el periódico El País de Uruguay. Y esta situación podría haberse prolongado durante siete años.

Los criminales no actuaban en colaboración pero conocían las actividades del otro y sostenían una especie «de competencia entre ellos. La misma opinión se formó el ministro de Sanidad, Jorge Venegas y el de Interior, Eduardo Bonomi. Los funcionaros, como los agentes de Policía, no salen de su estupor. «No vamos a hablar de cantidad de casos, ni de plazos de tiempo hasta que tengamos toda la información porque este tema es demasiado sensible como para no ser precisos». El argumento de San Ángel Rosas, coordinador de la dirección general de crimen organizado e Interpol, lo comparte buena parte del Gobierno de José Mújica, «consternado» por la situación.