Una ONG y la tarea de rescatar a los pibes y pibas de la violencia

¿Qué hay detrás de los carteles en los postes de luz de los barrios periféricos platenses que rezan: “Acá no llamamos a la policía. Danos el arma y te pagamos su valor”? La Plata Solidaria ofrece cursos gratuitos de capacitación laboral para que chicos y chicas de entre 14 y 20 años ocupen su tiempo.

Una ONG y la tarea de rescatar a los pibes y pibas de la violencia

Por Cosecha Roja
02/09/2020

“Ningún pibe se va a desarmar porque vea un cartelito”, dice Pablo Pérez, al frente de La Plata Solidaria. La organización es una ONG que trabaja hace varios años en los barrios platenses periféricos y coordina unos 26 comedores. El cartelito al que hace referencia Pablo es uno de los que cuelga de los árboles y postes de luz de esos barrios y propone a les pibes y pibas cambiar sus armas por un curso de capacitación laboral. En los últimos días, se viralizó. 

la plata solidaria

“Acá no llamamos a la policía” dice la primera frase del cartel y quizás sea la que más convoque. Pero la idea no es tan simple ni tan llana: “Hay un trabajo anterior y presente de territorio en estos barrios. No es que los pibes vienen con sus armas a decirnos “quiero hacer un curso” o que nosotros les preguntamos “¿te robaste algo?”. Es más complejo y en general, la entrega de las armas, si la hay, viene después de que hay una confianza, empatía, charla”, explica Pérez.

La iniciativa del desarme ya la habían hecho y con mucho éxito: en el último Plan Nacional de Desarme entregaron 37 armas al RENAPER. Aquella vez, a las familias que les llevaban un arma, les daban alimentos y ropa.  

Este año trabajan en cinco barrios periféricos: Villa Alba, El churrasco y La bajada (en Tolosa), Los Hornos y Villa Catella. El objetivo es que les chicos y chicas de entre 14 y 20 años se sientan integrados y tengan algo para hacer. En contexto de pandemia, hay jóvenes que hace seis meses no van a la escuela ni a los clubes de barrio ni a ningún espacio que los contenga. Desde La Plata Solidaria se involucran en actividades concretas que intentan rescatarlos de la violencia intrabarrial. “En esta población, hay una línea difusa entre sentarse en una esquina a tomarse una cerveza y mandarse una cagada”, dice Pablo.  

La elección de qué cursos dar no fue al azar. Hicieron un testeo o mini estudio de mercado. “Los voluntarios de los comedores les preguntaron a les pibes de los barrios algo que nunca nadie les pregunta: ¿qué te gustaría hacer?”. Tenían seis opciones para elegir y las más votadas fueron: tatuador, peluquería y reparación de celulares.

En 10 días de lanzada la convocatoria, ya hay anotades unos 120 pibes y pibas. Y con la viralización de los carteles se comunicaron personas que quieren dictar cursos y talleres. También se contactaron de algunos municipios para que les cuenten la experiencia. La ONG no recibe ninguna ayuda del Estado, pero no les vendría nada mal, sobre todo para coordinar los talleres que, a esta altura y con semejante demanda, deberán extenderlos.

“Para estos pibes nunca hay luz al fondo del túnel”, dice Pablo, quien conoce de cerca el día a día en los barrios y está sorprendido por la difusión de estas actividades solidarias que, en realidad, llevan años . “Esta puede ser una chispita”, se ilusiona.