intendente loberiaInfojus Noticias-. Lobería es un pueblo de 17 mil habitantes, uno de los 135 partidos de la provincia de Buenos Aires. Se encuentra sobre el mar Argentino, a pocos kilómetros de Mar del Plata. Y nunca antes, en sus 173 años de historia, sus habitantes se habían conmovido tanto por un crimen.

El intendente municipal, Hugo César Rodríguez (63), fue asesinado de manera atroz cuando realizaba su habitual caminata por el interior del Parque Narciso Del Valle. Su cuerpo quedó tendido a metros de un lago. Había recibido dos disparos: uno en la cabeza y otro el tórax. Según los investigadores, su cráneo estaba sumamente dañado, había sido golpeado con un hacha.

La trágica jornada de violencia no terminó allí: el director del Taller Protegido, Héctor Alvarez (53), nativo de Necochea, quien acompañaba en su ejercicio al jefe comunal, también murió de un disparo de arma de fuego y su cadáver quedó a unos trescientos metros de donde fueron hallados los restos del titular del Departamento Ejecutivo loberense.

El autor de la masacre, Julio Aldecoa, de 48 años, había sido integrante del gabinete municipal y estuvo a cargo del Galpón Vial, pero fue alejado abruptamente del cargo luego de atacar a golpes al secretario de Gabinete, Silvio Vidal. Ese hecho había generado serias diferencias del victimario con Rodríguez y con sus principales colaboradores.

“Hubo testigos que vieron a Julio Aldecoa llegar y retirarse. Prima facie, está acreditado que fue el autor material del crimen. Ahora faltan algunas medidas del laboratorio químico, como las pericias anatomopatológicas e histopatológicas, pero ya decretamos la detención”, dijo a Infojus Noticias Carlos Larrarte, secretario del fiscal Roberto Mirada. La carátula de la causa es homicidio agravado por el uso de armas de fuego, que prevé de 8 a 25 años en la escala penal. Además, el fiscal pedirá que se anexe otra causa –ya elevada a juicio- donde Aldecoa había producido lesiones sobre el secretario de Gabinete, Silvio Vidal. Aparentemente, ése fue el móvil del crimen.

Los testigos que lo vieron minutos antes de convertirse en el criminal más cruento de la historia de Lobería, describieron al asesino como el protagonista de una película de Alfred Hitchcock. Julio Aldecoa caminaba, ciego y decidido, con una carabina calibre 22 en una mano y un hacha en la otra. El intendente municipal no tuvo tiempo de reaccionar. Recibió tres o cuatro impactos –no está definido-, uno mortal en el corazón. Hasta donde pudieron saber los investigadores, se dirigió luego al acompañante y le pidió que se quedara tranquilo. No se sabe si fue una decisión tomada o la situación se desmadró, pero Héctor Álvarez, director del Taller Protegido, recibió un solo balazo, certero: en la arteria pulmonar. Ambos murieron, según la autopsia, desangrados: por un shock hipovolémico. Pero antes de irse, el asesino asestó al cuerpo sin vida del intendente cinco golpes de hacha en el cráneo.

Aldecoa llegó a su casa -en avenida De Caso al 150, frente al Hogar de Ancianos- salpicado de sangre y con las armas homicidas en la mano.

-Llamen a la policía. Quiero entregarme, me mandé una cagada: maté al intendente -dijo a su familia.

Los efectivos policiales tuvieron que proteger la casa para evitar que un grupo de personas la prendiera fuego. Asimismo se decidió su inmediato traslado a la ciudad de Necochea, ante la posibilidad de que fuera linchado por parte de allegados al jefe comunal. La fiscal de Lobería, Analía Duarte, le tomó testimonio en esa localidad.

El gobierno quedará interinamente en manos de la concejal Diana Argüello, primera en la lista de concejales del Bloque de Concejales del FPV. Ahora deberá llamarse a elecciones en 90 días.

Hugo César Rodríguez era el intendente de Lobería –un pueblo de 17 mil habitantes- electo desde el Frente para la Victoria desde el 2003. Hijo de una familia de clase media,  toda su vida tuvo un local de ropa deportiva. Antes de su incursión en política, había sido un profesor de educación física al que los estudiantes consideraban piola, y muy popular en el pueblo. Los vecinos consultados –personas cercanas a su familia- juran que desde antes de empezar su carrera política, de soñar con ser concejal o intendente, se preocupaba por la inserción social a través del deporte, y que era solidario: ayudaba a los chicos pobres con plata de su propio bolsillo. Tenía fama de ser un gran nadador.

Era un hombre obsesivo por el trabajo, algo que reconocía hasta la oposición: se levantaba cada día a las cinco o seis de la mañana, y trabajaba arduamente hasta tarde. Nunca pesó sobre su gestión ni siquiera una sospecha de corrupción. Durante el conflicto con el campo por la resolución 125, en un pueblo donde abundan los terratenientes y sobrevive de lo rural, siempre se mantuvo fiel a la fuerza política que lo había promovido. Alguien recordó para esta nota que en una oportunidad, como faltaba un operario, se subió a una máquina topadora para acelerar una obra.

Rodríguez fue el único intendente que logró que un presidente visitara el pueblo. Cristina Fernández visitó Lobería en 2010. Héctor Álvarez, el otro asesinado, también era una persona muy querida en el pueblo. “Hacía 20 años que trabajaba con chicos discapacitados: los ayudaba a insertarse en el mercado laboral. Pero no solo eso, también hacía de padre y amigo de muchos, los aconsejaba en temas sexuales, económicos, de todo. Todos los pibes lo tenían como un padre”, contó un vecino. Hincha fanático de River, Álvarez tenía cinco hijos y no le resultaba tan fácil llegar a fin de mes. Pero todos lo recuerdan, siempre, de buen humor. “No estoy exagerando si te digo que era el tipo más querido en Lobería”, dijo un habitante de esa localidad.