Un año más cerca de sexualidades libres y placenteras

“Quienes acompañamos a otras personas en la interrupción del embarazo llegamos ahí por nuestra propia historia, una donde el aborto era todo lo que estaba mal. Las historias de las pibas que vimos morir se nos hicieron carne”, escribe la médica y sexóloga Raquel Tizziani a una año de conquistar el derecho a decidir.

Un año más cerca de sexualidades libres y placenteras

29/12/2021

Por Raquel Tizziani*

Todas las mujeres y otras identidades de género con capacidad de gestar tenemos, en algún momento de nuestra vida, una experiencia de aborto. A veces somos nosotras mismas las que ponemos el cuerpo y otras veces acompañamos: a una amiga, a una hermana, incluso también a nuestra propia madre. La experiencia del aborto nos atraviesa, como posibilidad o como certeza, en algún momento de la vida indefectiblemente.

Quienes acompañamos a otras personas en su proceso de interrupción del embarazo llegamos ahí muy frecuentemente por nuestra propia historia, una que transcurrió en un marco normativo previo a la Ley 27.610, donde el aborto era considerado todo lo que estaba mal y donde el cuerpo se ponía a merced de otros con total incertidumbre.

Las historias de las pibas que vimos morir se nos hicieron carne. Toda la bronca e impotencia se transformó en fuerza para luchar colectivamente durante muchos años (demasiados quizás) por esta ley que hoy nos habilita un derecho humano básico y fundamental: decidir sobre nuestro cuerpo.

Pero seguimos atentas. Sabemos que la ley escrita muere si no se encarna: sabemos que la defensa de lo ganado es cotidiana. Y siempre vamos por más porque todavía nos falta mucho.

Todavía nos violan y nos matan. Todavía nos culpabilizan y nos maltratan en el hospital cuando llegamos sangrando. Todavía nos torturan con legrados sin anestesia, nos criminalizan, nos dejan sufrir dolor.

Al parecer, el dolor por abortar o por parir es el castigo merecido que debemos sentir por haber gozado, por haber abierto las piernas con algún fulano que porta pene, muchas veces anónimo y no figura ni en los registros de la penalidad.

Al cumplirse un año de la Ley de IVE en Argentina, celebramos con una alegría inmensa esta conquista para las nuevas generaciones y seguimos en la lucha por lo que nos falta: el derecho a vivir sexualidades libres y placenteras.

¡Se va a caer!

*Raquel Tizziani. Médica Clínica y sexóloga. Presidenta de la Asociación Rosarina de Educación Sexual y Sexología (ARESS). Docente de la Facultad de Medicina (UNR) de la primer cátedra de aborto de Argentina.