Él era médico, ella radióloga. Vivían juntos y tenían dos hijos pequeños. El día del femicidio Juan Carlos Fuentes quería que su pareja cocinara plátanos. Ella dijo que no, que prefería guardarlos. Así, diría luego él, empezó la discusión. Un día más tarde el cuerpo de Jacoba Arévalo apareció carbonizado en una finca.  Los trabajadores la encontraron el 17 de febrero de 2015. Los advirtió el humo que se veía en los cañaverales. El crimen de Jacoba se convirtió en uno de los 161 femicidios de ese año, y en uno de los tantos que quedan impunes. Hoy se cumplen tres años del crimen y Fuentes sigue prófugo.

Alba Garrido, la madre de Jacoba, conversó con ella a las 9:30 de la noche  el 16 de febrero. Ella le contó que los bebés -uno de 4 meses y otro de dos años- estaban dormidos desde las 8 de la noche.  Dos horas más tarde Juan Carlos llevó a sus hijos a la casa de Alba.  Le dijo que había tenido una discusión de pareja con Jacoba.

-Ella me quiso agredir con unas tijeras- argumentó.

Poco después Alba recibió mensajes a su teléfono celular supuestamente de Jacoba, donde le indicaba que “la perdonara”, porque migraría a Estados Unidos y necesitaba que cuidara de sus hijos. Alba dudó, porque no solían comunicarse por mensajes: a ella le costaba responderlos.

Un día después Alba se enteró por las noticias de la localidad del hallazgo de una mujer carbonizada.  El cuerpo había sido encontrado por los trabajadores de una finca, que vieron en la madrugada humo en los cañaverales.

Ese día, le pidió a Jun Carlos que la acompañara a la morgue. Él la convenció que lo dejara ir solo.

-No es ella -dijo al volver-. Era el cuerpo de una mujer gorda y rubia.

Estaba mintiendo. Era el cadáver de su conviviente y él lo había reconocido. Así figura en el acta judicial.

El 6 de marzo, Juan Carlos supo que Alba se haría la prueba de ADN.  Ese mismo día desapareció del hotel que rentaba, debido a que no podía regresar a la casa donde vivió con Jacoba y sus hijos, porque el Ministerio Público (MP) había ordenado cerrar el lugar después de hacer pruebas de luminol.

Antes de escapar le pidió a Alba que cuidara de sus hijos.  Le entregó los carnés de vacunación  y se fue.  No volvió a ser visto en la localidad.

Unas semanas más tarde, el 25 de marzo de 2015, las pruebas de ADN demostraron que el cuerpo era de Jacoba. Ese día la familia descubrió que Juan Carlos había mentido.

Par la Fundación Sobrevivientes esa mentira fue la primera prueba de que Juan Carlos está vinculado con la muerte de su esposa. La Interpol emitió una notificación azul para buscarlo de manera internacional. El MP se ha limitado a responder que las investigaciones por el caso continúan.

“De la justicia terrenal”, dice Alba, “Juan Carlos se ha escapado. Ya son tres años, como si hubiese matado a un perro”, indica.

Los hijos de Jacoba fueron entregados de forma definitiva a Alba después de tres apelaciones presentadas por la familia de Juan Carlos para pedir la custodia. La única condición del juzgado fue que Alba le permitiera a la abuela paterna ver a los niños cada quince días.

De los femicidios cometidos en 2015, menos de la mitad terminaron con una condena. En el resto hubo absoluciones o nunca llegaron a juicio. El crimen de Jacoba es uno de ellos.

*Este artículo se realizó en el marco de la Beca Cosecha Roja. También fue publicado en La Hora.