El médico Daniel Teppaz fue militante católico y opositor al aborto. El trabajo en el sistema de salud publica lo volvió con el tiempo en un defensor de la despenalización. Hoy es director de Salud Sexual de la municipalidad de Rosario, y fue uno de los médicos que expuso en el Congreso.

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Arlen Buchara – El Ciudadano .-

Daniel Teppaz se define como parte del grupo de los arrepentidos. Dice que es como Bernard Nathanson pero al revés. El médico estadounidense promovió la derogación de las leyes que penalizaban el aborto y después se convirtió en activista “provida”. Teppaz hizo el camino inverso. Fue militante católico y un ferviente opositor de la práctica del aborto. Trabajar en la salud pública de Rosario lo volvió un defensor de la despenalización y uno de los expertos más importantes del país en salud sexual y reproductiva. “Me formé en la época en la que a las mujeres se las perseguía y torturaba cuando iban a los hospitales con un aborto hecho en la clandestinidad. He pasado por la culpa, el asco y la contradicción de ver tanta muerte a mí alrededor. Gracias a compañeras de organizaciones de mujeres encontré un camino y me siento útil porque pude contribuir a un cambio”, contó a El Ciudadano. Tiene 53 años y es el director de Salud Sexual de la Municipalidad de Rosario, la ciudad que desde hace seis años tiene mortalidad cero de mujeres por aborto gracias a políticas públicas de inclusión en salud. Este jueves será uno de los expositores en el Congreso nacional a favor de la interrupción voluntaria del embarazo.

La exposición durará siete minutos y Teppaz está nervioso. La última vez que practicó la ponencia lo hizo en poco más de cinco. Nunca se imaginó que iba a hablar en el Congreso sobre un tema en el que trabaja desde hace casi 30 años. Estudió en la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y se especializó en ginecología y obstetricia en el hospital Roque Sáenz Peña, que años más tarde dirigió. Entró a trabajar en el municipio por concurso y en los hospitales se chocó de frente con la mortalidad de las mujeres por abortos mal practicados. Recuerda que antes de la aplicación de los protocolos de Interrupción Legal del Embarazo (ILE), las mujeres llegaban a los centros de salud con el síndrome de Móndor (proceso infeccioso) y tenían un 80 por ciento de posibilidades de morir. “Nunca me imaginé que iba a ver el debate de aborto en el Congreso. En el último tiempo me puse más optimista por cómo creció el movimiento de mujeres en el país pero pensaba que iba a ser un derecho de generaciones futuras”, cuenta.

Para Teppaz los argumentos escuchados hasta ahora en el Congreso demuestran que el proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito llega con años de debate y construcción de conocimiento sobre el tema. No pasa lo mismo entre los que están en contra. Ve argumentos endebles y le llama la atención que muchos se van sin contestar preguntas.

Si bien ya no es religioso, está seguro que se puede ser católico y estar a favor de la despenalización. “Tenemos en la Campaña a las Católicas por el Derecho a Decidir que lo demuestran. Y creo que no sólo la fe católica sino que el ejercicio de la espiritualidad es compatible. Hay dos palabras religiosas que en apariencia son feas y peyorativas pero que en realidad son hermosas: la compasión y la misericordia. Sufrir con el otro, padecer y ponerse en los zapatos del otro es un vínculo espiritual y amoroso. Los médicos tenemos que pensar en eso porque tiene que ver con encontrar el por qué y el para qué de nuestro trabajo”.

Cuando este jueves tome la palabra tratará de subir un escalón después del paso del secretario de Salud de Rosario. Leonardo Caruana expuso el primer día de debate en comisiones y habló de la ciudad como un caso testigo a la hora de pensar la despenalización. En los últimos seis años ninguna mujer murió por aborto en los centros de salud y hospitales municipales de la ciudad. La mortalidad cero responde a dos factores: desde 2007 se puso en marcha la ILE, que la ley argentina permite bajo las causales de violación y riesgo de salud de la mujer, y desde 2012 en todos los centros de salud se entrega misoprostol, la droga recomendada por la Organización Mundial de la Salud para un aborto seguro. La clave de Rosario fue pensar la ley desde una perspectiva no restrictiva y que la decisión de abortar sea de la mujer y no del médico.

Teppaz expondrá una idea. “En Rosario hay buenos resultados porque se alinearon varios planetas. Tenemos organizaciones de mujeres fuertes, profesionales formados, decisión política y entrega de misoprostol. Pero hay que ir más allá porque la ley no se aplica de la misma manera en todo el país. Entonces hay que pensar qué implica el sistema legal por causales que tenemos hoy en Argentina tanto para las mujeres como para los profesionales de la salud. Hay que pensar cuáles serían las ventajas de la despenalización”, explica.

Según el funcionario la despenalización por causales hace que muchas veces la mujer tenga que dar explicaciones y revictimizarse cuando se trata de casos de violación. También lleva a los profesionales a sentir que deben determinar si reúne las razones para argumentar una ILE. “Tenemos provincias que no aplican protocolos. Una ley iguala. Hoy el sistema es inequitativo para las mujeres porque su salud depende de donde les toco nacer y vivir”, agregó.

Para Teppaz la clave es pensar que las mujeres son responsables y autónomas. “Que se considere que una parte de la población son seres tutelados habla mal de nuestra democracia. Se piensa que las mujeres no tienen la capacidad de decidir responsablemente sobre sus cuerpos. Y las mujeres saben cuándo recurrir a un aborto y saben que no es un método anticonceptivo”.