Timba y estafa en los bingos virtuales del conurbano

Con el cierre de las salas de juego legales proliferó un mercado virtual de apuestas. Se camuflan con nombres de fantasía y están al margen de la ley, pero dan un respiro a les ludópatas que buscan su vicio. El Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense relevó la situación.

Timba y estafa en los bingos virtuales del conurbano

Por Matias Máximo
11/09/2020

El sonido de las máquinas tragamonedas como una montaña rusa, las luces que hipnotizan, la comida barata y la adrenalina del cartón lleno. Todas las emociones que había en los bingos y los casinos se frenaron a partir de las medidas de prevención frente a la pandemia del COVID-19. ¿Dónde fueron a parar esas almas que se encontraban en las salas? ¿Qué pasó con quienes apostaban con frenesí, con pulsión ludópata, y se quedaron sin su vicio?

Un informe del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense alerta sobre el boom de los bingos virtuales en Facebook. Esta modalidad, al margen de toda legislación, deja a quienes juegan con una exposición al chantaje: no hay manera de asegurar que lxs organizadores estafen y se vayan con las apuestas. Tampoco hay un límite: las apuestas corren todo el día todos los días.

“Cuando empezaron las medidas de aislamiento preventivo se notaba la angustia de la gente en los comentarios que dejaban en las páginas de los bingos”, dice a Cosecha Roja Walter Martello, Defensor del Pueblo Adjunto de la Provincia y responsable del Observatorio.

-Extraño ir a mi bingo para sacarme esta angustia y depresión por estos momentos que pasamos, especialmente los de la tercera edad. Me quiero encontrar con mis amigas, divertirme, alegrar mi vida. Olvidar todo -N.B. mujer.

-Una entrada a otro mundo, me desconecta del mundo real. Pero ahora necesito estar con todos los sentidos en mi familia cuando termine esto voy a ir -T.Z. hombre.

-Me olvido de todo por un momento. Es la maquinita, yo y un puchito, el mejor rélax -M.G. mujer.

En el informe que donde Martello relevó los comentarios se repiten las palabras angustia, amistad, escapar, olvidar. “La cantidad de apuestas en las casas oficiales no incrementó cuando se abrieron de vuelta las apuestas. Esto significa que la gente que sufría una ludopatía no fue hacia lo oficial sino que se inclinó por otras opciones, como lo son los casinos virtuales”, dice el defensor.

bingos

En el modo virtual, 80% de las apuestas son de mujeres y las edades oscilan entre 20 y 60 años. Según otro informe del Observatorio el negocio es redondo: requiere de un ínfimo costo y el nivel rentabilidad llega al 100%. Pese a que se trata de una actividad ilegal (la ley prevé penas de arresto y multas), los bingos virtuales se expandieron durante el aislamiento y se camuflan. Por ejemplo, se puede entrar a una Fan Page dedicada al futbolista Gabriel Batistuta que ayer de un momento a otro se convirtió en bingo. 

El pago de los números y de los premios se hace con Mercadopago u otras billeteras virtuales. Se acuerda previo una fecha y hora del sorteo y se transmite en vivo a través en el  streaming de Facebook Live. El video después se sube para que pueda ser visto por lxs apostadores que no participaron de la transmisión.

“A diferencia de los Bingos Online más conocidos, que funcionan mediante un software específico, los bingos virtuales son una modalidad sui generis, “casera”, con sorteos transmitidos en vivo. Si bien muchos son gratuitos, la mayoría captan apuestas de dinero. Se realizan juegos de entre 20 a 300 números o líneas, y el valor de los números oscila entre los $5 a $350, y el de los premios entre $100 – $70.000”, dicen desde el Observatorio.

bingos 2

Una vez que se arma una base de datos de jugadorxs, quienes organizan los bingos pueden optar por la clandestinidad y hacer reuniones cerradas. Es muy difícil que alguien los descubra, a menos que haya inspecciones ocultas. 

En provincia de Buenos Aires hay 25 salas de bingo y Ramos Mejía ostenta tener uno que rankea entre los más grandes de Latinoamérica. Previo a la pandemia funcionaban con éxito incluso en las zonas más humildes, pero en su masividad hay que separar quienes hacen una salida recreativa de quienes ya no lo pueden controlar. Frente a la pandemia, donde hay una necesidad, debería haber un derecho. Pero donde hay un vicio, nace una angustia. 

Para Martello “la mejor forma de trabajar desde el Estado el fenómeno de los bingos virtuales es informar y educar sobre los riesgos que implica esta actividad. Riesgo de ser estafados, riesgo de ser perseguidos penalmente, sobre lo disvalioso de participar en una actividad ilícita y sobre los peligros que implica para personas con problemas de juego patológico”.

Matias Máximo