David Moreno tenía 13 años cuando lo mató a escopetazos la Policía de Córdoba. Es una de las víctimas más jóvenes de la represión del 19 y 20 de diciembre de 2001. Pasaron quince años y la impunidad superó la edad que tenía David al momento de ser asesinado. La semana pasada comenzó el juicio sin autoridades policiales ni políticas sentadas al banquillo.

Rosa, la mamá de David Moreno, lleva la foto de su hijo a todas partes. En la imagen aparece sonriendo, con una expresión dulce en el rostro. “Yo siempre digo que es el niñito que mató la represión del 2001”, dice cada vez que habla en alguna entrevista. Hace quince años la familia espera justicia. El 17 de abril comenzó el juicio contra tres policías de Córdoba, uno de ellos acusado de haber disparado contra David. En el banquillo no hay autoridades políticas ni policiales para responder sobre lo ocurrido.

“No se va a condenar como corresponde. Y tampoco hay nada que pueda subsanar el dolor que causó la pérdida de nuestro hijo”, dice Rosa. La noche del 20 de diciembre, después de tocar puertas en hospitales, casas de vecinos y comisarías de barrio Villa 9 de Julio, se encontró con la noticia de que David había sido asesinado a balazos. La familia tuvo que buscar el cuerpo en la morgue.

“Mamá, el año que viene quiero ser más prolijo en la carpeta”, le dijo David un día antes. El 1° de diciembre había cumplido 13 años y estaba por pasar a segundo año del secundario. Era el más pequeño de cuatro hermanos. Estaba más feliz que de costumbre, recuerda Luis Moreno, el padre. En treinta días había rendido ocho materias y el último examen había sido el 18 de diciembre, dos días antes de morir.

La represión del 2001 dejó 39 muertos en todo el país. Fueron dos días de protestas sociales que concluyeron con la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. En Córdoba murieron tres personas y otras resultaron heridas por la represión de la Policía.

La tarde del 20 de diciembre un grupo de vecinos se reunió en la vereda del supermercado Minisol, en el barrio donde vivía David. Esperaban unos supuestos bolsones de comida. Policías y uniformados de la Guardia de Infantería rodearon el lugar. Estaban armados con balas AT (Antitumulto, munición de goma), y PG (Propósitos Generales, munición de plomo) “para prevenir posibles intentos de saqueo”. Bajo la orden del comisario Luis Omar Farías los uniformados reprimieron a las personas, indica la elevación a juicio.

David había salido a jugar con sus amigos. Era una siesta de calor y el plan era ir a una pileta y jugar a los videojuegos. De regreso a su casa el niño se cruzó con el tumulto y se paró a mirar. La situación se volvió caótica cuando la policía empezó a disparar, recuerdan los vecinos. La autopsia reveló que contra el cuerpo del pequeño impactaron cinco balas de plomo y goma. Uno de los escopetazos fue directo en el cráneo. La Policía lo subió a un móvil y lo trasladó con vida al dispensario del barrio, donde unos minutos más tarde murió.

La familia no supo lo que había ocurrido con David hasta la madrugada siguiente. Al ver que no llegaba a la casa, Rosa preguntó a los vecinos, y con el correr de las horas llamó a hospitales y comisarías. “Estaba desesperada”, recuerda. Fue un cuñado quien encontró el cuerpo en la morgue. “Me llamó y me dijo ‘se nos fue David’. Fueron las palabras más tristes que escuché en mi vida”.

Para el fiscal Raúl Garzón lo ocurrido esa tarde fue una cuestión “querida y llevada adelante por el oficial de Policía (Farías)”. Los medios para controlar situaciones como estas –dijo a Radio Universidad– de ninguna manera pueden llegar al daño de las personas: “Tenían proyectiles de plomo”, cuestionó.

El policía acusado de haber disparado contra David es Hugo Ignacio Cánovas, de 42 años, imputado en el juicio por homicidio simple, lesiones graves y disparos de arma de fuego. También están en el banquillo las policías Alejandra Alán y Laura Freyre, acusadas de falso testimonio en relación a la entrega de municiones.

La abogada Adriana Gentile, representante de la familia Moreno, dijo que el Gobierno de Córdoba, entonces a cargo de José Manuel de la Sota, fue el responsable de que los policías hayan estado armados con balas de plomo. Además culpó a la Justicia: “Hacemos responsable al Poder Judicial por tantos años de dilación. Como querellantes estuvimos un año y medio sin poder acceder al expediente, por lo tanto no pudimos controlar la prueba desde el principio”, dijo a una entrevista radial.

El mismo jefe del operativo policial, Omar Farías, resultó sobreseído en 2010, luego de pagar una multa de $750.

David Moreno
“Fueron quince años de muchísimo dolor”

Luis Moreno no pudo despedirse de su hijo. Tampoco tuvo la oportunidad de buscarlo la noche del 20 de diciembre, cuando el pequeño no había regresado a su casa y la familia salió a recorrer el barrio. La tarde que mataron a David se encontraba internado en una clínica de Villa Allende, a causa de un pico de presión.

“La crisis estaba pegando mucho, había que trabajar todo el día para que a los chicos no les falte nada”, recuerda. Luis pasó la noche en terapia intensiva, sin saber lo que estaba ocurriendo. “Al otro día aparecieron mi hermana y mi cuñada. Me sorprendí, porque a terapia no dejan entrar más de una persona”, dice.

El hombre describe lo que sintió cuando supo que su hijo estaba muerto. “Ya no sabes cómo es el tiempo, en dónde estás. Es un estado que no se entiende. Me dieron calmantes para que me duerma”, dice a Cosecha Roja.

Tres días después del entierro, una persona tocó la puerta de la casa de la familia. “Era alguien de la Provincia, y vino a ofrecerme un dinero. Rechacé todo. Nosotros lo que queríamos era justicia y que encuentren al criminal que había matado a nuestro hijo”, dice.

El juicio por el asesinato de David se desarrolla en la Cámara Primera del Crimen y contará con más de 100 testigos, muchos de ellos policías, además de los vecinos que esa tarde vivieron la represión. Como Marcelo Fregenal, un albañil que resultó herido por los disparos y sufrió una perforación del pulmón derecho. “Cuando empezaron los tiros hubo corridas, gritos. Éramos como cuarenta personas y había niños. Yo estaba sin trabajo en ese momento”, recuerda.

Los familiares y las organizaciones que acompañan el reclamo de justicia cuestionan que no haya autoridades jerárquicas, ni políticas ni policiales, imputadas por lo que ocurrió el 20 de diciembre afuera del supermercado Minisol.

 

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Fotos: Cobertura colaborativa del juicio, David Moreno Presente.