Ser mujer en Irán

La censura en las tapas de los discos es en parte un espejo de la realidad: el intento del régimen iraní por combatir lo que para ellos es su mayor amenaza.

Ser mujer en Irán

Por Cosecha Roja
07/11/2019

La plataforma iraní de música en streaming “Melovaz” -una especie de Spotify- censuró a todas las mujeres de las tapas de sus disco por considerarlas “inmorales”. ¿Cómo? Las caras de Whitney Houston, Beyonce, Rosalía, Katy Perry, Taylor Swift y otras artistas más desaparecieron dejando solo a los varones a la vista. 

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En 2019 los hombres siguen teniendo la última palabra sobre muchos de los derechos de las mujeres en Irán. Este año se cumplieron 40 años de la huelga feminista de 1979. El 8 de marzo de ese año -en el Día Internacional de la Mujer- después del derrocamiento del Shá y la instauración del actual régimen iraní, miles de mujeres salieron a las calles a protestar contra el código de vestimenta que a partir de ese momento las obligaba a usar un hiyab (velo islámico) que cubriera su pelo cada vez que se mostraran en público. Cuatro décadas después, siguen reclamando los derechos conquistados antes de la instauración de la República Islámica y que hoy les siguen siendo arrebatados.

El nuevo régimen que se implementó a partir de la Revolución Iraní del ‘79 fue un retroceso en materia de políticas de género. Además de la obligatoriedad del uso de hiyab -que tiene como penalidad la cárcel-, las nuevas políticas establecieron que la edad del matrimonio para las niñas pase de dieciocho a trece años. Las mujeres perdieron el derecho a pedir el divorcio, la custodia de sus hijos y a ocupar cargos específicos como el ser juezas. 

El feminismo es la contrapropuesta a estas medidas conservadoras. Activistas como la periodista iraní Mashi Alinejad luchan por la recuperación de los derechos de las mujeres. En 2014 publicó una foto en sus redes sin el velo y con el #MyStealthyFreedom (Mi sigilosa libertad). La campaña todavía sigue vigente y más de un millón de seguidoras sumaron sus fotos sacandose el hiyab. 

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Hace unos meses Saba Kord-Afshari fue condenada a 24 años de cárcel por pasearse sin el velo por la calle y subir un video a sus redes. Bajo el #WhiteWednesdays (Miércoles blancos) mujeres de todo el mundo piden hoy su liberación. “El hecho de quitarte el hiyab puede convertirte en un criminal en Irán. Saba Kord-Afshari fue sentenciada a 24 años de prisión por ser la voz de los que no la tienen. Ahora seamos nosotros su voz”, tuiteó la activista feminista Mashi Alinejad.

Sahar Khodayari tenía treinta años, era activista y fanática del fútbol. En marzo fue a ver un partido disfrazada de hombre al estadio Azadi de Teherán, capital de Irán. La policía la reconoció y se la llevó detenida. En septiembre, a la espera de su sentencia que podía ser de hasta seis años de cárcel, Sahar se inmoló en la puerta del Tribunal como forma de protesta por el trato que reciben las mujeres.

A fines de octubre, las autoridades iraníes permitieron -ante las presiones a nivel mundial- que las mujeres asistan a un partido de fútbol que jugaba la selección de Irán para clasificar al mundial de Qatar 2022. La Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) también había amenazado con suspender a la selección si mantenían la política de prohibir la asistencia de las mujeres a los partidos masculinos. Aunque suene insólito, durante décadas el régimen también les prohibió la entrada a los estadios de Fútbol. Todavía es incierto si esto volverá a repetirse o fue cosa de una única vez. 

Esto es solo una pequeña parte de lo que pasa en Irán. En 2018, en medio de una ola de protestas contra el código de vestimenta, el Líder Supremo iraní dijo que el hijab protegía a las mujeres de los abusos sexuales y que si no lo usaban ellas eran las responsables. En agosto de este año, 14 mujeres de distintas ciudades del país firmaron una declaración conjunta pidiendo la renuncia del líder. “Sabemos que pagaremos por ello, pero estamos acostumbrados a la prisión y la tortura”, dijo una de las abogadas firmantes a la Deutsche Welle. La censura en las tapas de los discos es en parte un espejo de la realidad: el intento del régimen iraní por combatir lo que para ellos es su mayor amenaza.