Ser feminista en Guatemala y el sueño de una para muchas

La psicóloga, socorrista, madre, activista y lesbiana Eva Leonard formó en el 2016 el primer grupo de visibilización de mujeres lesbianas y bisexuales en Izabal, donde durante los primeros ocho meses del año pasado fueron asesinadas cinco personas LGBTIQ.

Ser feminista en Guatemala y el sueño de una para muchas

16/03/2021

Por Jonas Lopez en Revista Impronta

Una tarde de julio del 2016 Eva Leonard arrancó su motocicleta. Iba camino al centro de Puerto Barrios. El cielo rugía y al cabo de unas horas el azul se convirtió en gris; estaba a punto de llover. El clima suponía para Leonard la menor de sus preocupaciones. El presagio de una jornada lluviosa no le impidió pedalear hasta el centro de Puerto Barrios, donde había quedado de juntarse con una amiga. Iban a recorrer juntas, y por primera vez, el desfile del orgullo LGBTI en Izabal.

Cuando llegaron al punto de salida del desfile, cerca del Mercado Central, se sumaron a una pequeña, pero efervescente multitud. Unas 20 personas marcharían hasta el Gimnasio Municipal. De repente empezó a llover. Sobre la moto, Leonard y su amiga recorrieron el tramo. Sentían la libertad, pues estaban en un espacio donde no se les achacaba por su orientación sexual, por ser lesbianas. Luego del recorrido, por el centro de Puerto Barrios, entre banderas arcoíris, hubo un acto público donde las dos amigas explicaron por qué estaban ahí. Además de la celebración y rotunda libertad, anunciaron la existencia de un grupo de mujeres que buscaba representar a las lesbianas del departamento.

Ese desfile supuso la apertura que Leonard y sus compañeras planearon por meses en reuniones en las que discutían sobre la visibilización de las lesbianas en el nororiente del país. Así nació Evoluciona, el primer grupo enfocado en la lucha lésbica en Izabal.

El caribe y una prístina (r)evolución

Es fácil encontrar a Leonard en su natal Santo Tomás de Castilla. Tiene un distintivo tatuaje que combina un ala, el nombre de su tía Yolanda y la bandera de la diversidad sexual. Es común verla, también, corriendo de un lugar a otro, con documentos en mano o pintando casas y locales. Así es Leonard, quien antes también fue socorrista de la Cruz Roja, secretaria ejecutiva, chequeadora de contenedores e incluso fotógrafa. Si no se le ve con brocha o carpetas en mano, seguro está en las reuniones de Evoluciona.

“Es importante porque antes no había espacios donde se tomaran en cuenta los distintos contextos en los que vivimos las lesbianas”, dice Leonard por teléfono desde Izabal

Esto llevó a Leonard —y otras mujeres que la han acompañado durante los últimos cinco años—a accionar desde Evoluciona. La agrupación ha participado en paneles y discusiones sobre la representación de la diversidad sexual con instituciones públicas y privadas de Derechos Humanos. Evoluciona, además, brinda información a mujeres víctimas de violencia sobre cómo acudir y pedir ayuda a dependencias estatales con las que la colectiva ha trabajado, como el Ministerio Público y la Secretaría Presidencial de la Mujer. Esto supone una labor de valentía en Izabal, donde, hasta agosto del año pasado, el MP notificó el asesinato de cinco personas de la diversidad sexual. Según Leonard, sin embargo, esta es una cifra que no refleja a cabalidad la realidad de la violencia en contra de la comunidad LGBTI en el departamento, pues a veces solo las y los miembros de la comunidad saben la orientación de algunas de las víctimas. A veces ni elles.

El trabajo de Evoluciona resulta una esperanza lejos de apagarse.

Leonard asegura que, aunque al inicio ella y sus compañeras estaban nerviosas con la gestión del grupo, su labor ha sido bienvenida en Izabal. Durante sus cinco años de existencia, las integrantes de Evoluciona han representado a la comunidad lésbica en instituciones como la Red de VIH, la Secretaría Presidencial de la Mujer, la Comisión Presidencial contra la discriminación y el racismo, y el Consejo Comunitario de Desarrollo. Estas acciones han permeado en la vida de Leonard, quien ingresó a la facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos en 2020, motivada por su interés en la justicia.

“Me di cuenta lo importante que es conocer los procesos legales”, explica. “Muchas veces, estos fracasan porque, como comunidad, no estamos informados de cuál es la ruta adecuada”. Y es que así ha sido la vida de Leonard: un cúmulo de aprendizajes, desde chica, cuenta.

Niñez, divino tesoro

Al ingeniero industrial y veterano de la Guerra de Vietnam, Thomas Leonard le gustaba viajar. Hace 34 años llegó a Puerto Barrios y tan pronto vio a Eva Alas, en un restaurante, tomando café, supo que pasaría el resto de su vida en el municipio. Thomas se presentó. Trataron de comunicarse. Él en inglés y ella en español. Con el tiempo, y a pesar de la diferencia del lenguaje, se volvieron buenos amigos. Se enamoraron. Se casaron. Para ese entonces, Alas ya tenía a una hija: Eva. La niña creció recibiendo regalos de Thomas, pero le resultaba extraño que él no sabía hablar español. En la casa, Thomas solía construir y reparar cosas. La creatividad del ingeniero bastó para que la pequeña Eva se encariñara con el hombre a quien ella empezó a llamar papá y de quien obtuvo su apellido.

¿Cómo fue esa vivencia familiar? le pregunto.

—Me sentía bien —dice Leonard. —Llegué a tener una relación más cercana con mi papá. La mayoría de las cosas que sé hacer -como reparaciones o de construcción-, y de mi carácter, son un reflejo de él. Mi papá no hablaba mucho español, pero más o menos le entendía lo que decía. Cuando se ponía a construir cosas yo lo ayudaba. Construí la casa de mis perros, arreglaba mi bicicleta. Era independiente y él nunca me negó la posibilidad de hacer algo.

Leonard cuenta que desde pequeña fue una mujer “distinta”. Se juntaba con niños. Con ellos jugaba fútbol, a los carritos y a la guerra; disparaban con armas que ella y sus amigos fabricaban. Era una niña feliz, dice, pero se enfrentó a muchos prejuicios, la mayoría de ellos, agenciados por su madre. Ella le decía que tenía que jugar con muñecas o trastecitos, o usar vestido. Ella prefería usar shorts y camisetas.

Pasados los 12 años, y entrada la adolescencia, las pesas y el ejercicio ocuparon gran parte del tiempo de Leonard. Disfrutaba y compartía con sus amigos. Aún así, su madre siguió cuestionando las preferencias y la dinámica social y personal de la joven. De niña y joven no se identificó como lesbiana. No sabía qué era eso. Eva cuenta que fue hasta que llegó a la universidad que supo de la homosexualidad, porque una compañera la acosaba.

“Yo le gustaba y un día hasta llegó a decirme que me amaba. Según los demás andábamos juntas y ni sabía que ella era lesbiana. Tal vez yo era muy ingenua”, cuenta.

Para ese entonces, Leonard era madre. Su hija Sofía tenía 4 años. La niña fue producto de una relación con un hombre con quien ella rompió vínculos emocionales luego del embarazo. Aunque cortó con el padre de su hija, el hombre asumió la paternidad y visitaba a Sofía hasta hace dos años, cuando él murió.

—Él me dio una de las mejores cosas de mi vida —dice.

—¿Volvió a enamorarse? —le pregunto.

—Sí, pero no de un hombre.

Al tiempo, Eva conoció a quien sería su primera novia, cuatro años después del nacimiento de Sofía.

—Todo era muy diferente. El cariño, el sexo, la comprensión —dice. —Sentirme bien hizo que me enamorara.

Leonard cuenta que después de tener algunas relaciones con hombres, se percató que nunca había sentido lo que sus amigas sentían cuando hablaban de sus novios. Pero esto no fue un problema para ella.

—Cuando supe cuál era mi realidad, la acepté y abracé. Yo no cambié quién era. Soy la misma persona. Lo que pasa es que me encontré y conocí algo de mí que no sabía. Reconocí mi naturaleza como lesbiana.

Tiempo después de nombrarse lesbiana, reconocería aquella victoria como producto del amor propio.

—Antes tenemos que amarnos a nosotrxs, si no, ¿cómo vamos a amar a otra persona? —dice.

Revelar su homosexualidad frente a sus seres queridos fue la primera batalla de Leonard.  ante la sociedad. Para ella eso fue “hacer activismo familiar”.

Las batallas fuera del armario

En el 2016 Eva fue invitada a una reunión propuesta por un grupo de la diversidad sexual de la Ciudad de Guatemala. El encuentro era una consulta pública para conocer algunas opiniones de las personas LGBTI en Puerto Barrios. Se interesó tanto Leonard que juntó a algunas amigas. Lxs miembrxs del grupo, sin embargo, rechazaron las propuestas de Leonard y sus amigas.

“¡Hagamos algo!” exclamó Leonard.

Unas se rieron de ella, otras confiaron y se sumaron.

—Al principio no teníamos nombre, —dice. —No sabíamos de activismo, ni cómo organizarnos. Lo único que sabíamos es que éramos lesbianas.

Armaron un grupo de WhatsApp y empezaron a reunirse. Escucharon, investigaron, participaron en talleres de sensibilización y eliminación de discriminación por orientación sexual. A finales de 2016 la agrupación fue bautizada como Evoluciona.

—Cuando los seres vivos logran adaptarse con sus diferencias y los factores externos de los hábitats, logran desarrollarse y evolucionar. Eso es lo que pretendemos con el grupo: vivir respetándonos, aportando, aprendiendo, educando y creando incidencia en la comunidad.

El plan de Evoluciona se basa en crear un espacio donde las lesbianas y mujeres bisexuales de Izabal encuentren un respaldo (o refugio) para asumir sus identidades y orientaciones; donde se pueda pedir auxilio; y mediante el cual otrxs han recibido información sobre Derechos Humanos y de la diversidad sexual. Leonard tiene muy presente aquella tarde de julio de 2016, cuando llegó, en moto y acompañada de una amiga, al centro de Puerto Barrios para el desfile del orgullo. Recuerda la lluvia. Recuerda la libertad. Sin embargo, fue al año siguiente que su presencia en el mismo lugar tuvo más fuerza.

Siempre en su moto y con más amigas, Leonard volvió a la marcha del orgullo LGBTI de Izabal. Las mujeres se habían organizado días antes para delegar responsabilidades, ya que por primera vez y de manera oficial, Evoluciona tendría un espacio en la marcha. Les prestaron un picop. Pusieron un sillón en la palangana. Presentaron el grupo al municipio, a otras mujeres, a quienes lo necesitaran.

Por cinco años Evoluciona ha abarcado varios terrenos. Además de trabajar por la representación de mujeres en distintas instancias —como la Red de VIH en Izabal—, han invitado a mujeres, tanto ladinas como garífunas y q’eqchi, a ser partícipes de los espacios. Su trabajo también pretende escuchar a compañeras lesbianas y bisexuales de los cinco municipios de Izabal y, en ocasiones, de otros departamentos.

Actualmente, Evoluciona la integra de una junta directiva de 12 mujeres y 55 que participan constantemente en capacitaciones y actividades. Su trabajo da, a la vez, un respaldo a las cerca de 1,500 mujeres que se reconocen como lesbianas en Izabal, de acuerdo con los datos recopilados por la misma organización.

Evoluciona ha organizado foros, charlas y diplomados alrededor de temáticas como el Día de la Mujer, la no violencia contra la niñez, democracia, elaboración de planes de operación nual en Izabal, participación en talleres de Derechos Humanos, así como capacitaciones sobre cómo abordar a personas de la comunidad LGBTI. Además, han entregado implementos deportivos, útiles y víveres y demás a niñxs y jóvenes de escasos recursos en Izabal, Quetzaltenango y otros departamentos.

El júbilo, el legado

En junio del 2019, miembrxs de Evoluciona se reunieron junto a otras iniciativas de la diversidad sexual —como la Asociación LIberal Integrada de Izabal y la Organización Multicultural para la Diversidad Sexual— para establecer las bases de respeto para el octavo desfile del orgullo en Izabal. Esa vez, Evoluciona encabezaría la marcha.

—Delegamos responsabilidades, establecimos el orden de las carrozas y le dimos un enfoque más inclusivo—, cuenta Leonard.

Un mes después se celebró el desfile. Fue el más grande hasta entonces. Unas 70 personas poblaron el periférico de Puerto Barrios. Había carros, motos, picops, globos, telas iridiscentes, de chiffon y satinadas; mantas, cornetas y globos. Eva Leonard infiere que aquella vez desfiló rodeada del amor propio, del amor maternal y del amor colectivo. Allí estaba su hija Sofía, sus amigxs y demás aliadxs de la comunidad LGBTI. Adelante de la comitiva de Evoluciona miembrxs llevaban una extensa manta vinílica con la frase: “Si dejas salir tus miedos, tendrás más espacio para tus sueños”. El sueño de tantas personas estaba concentrado ahí: desfilando en conjunto sin saber que un año después una pandemia impediría la cita nuevamente.

—¿Qué se siente haber propuesto un grupo de representación para las lesbianas en Izabal?

—Siento que le he dejado algo —responde. —Pero a veces la camisa queda grande cuando se habla de representar a un grupo.

—Y, ¿qué ha aprendido en este tiempo?

—A controlar mis impulsos y emociones. Soy una persona sincera, pero también peleo mucho.

No es arriesgado decir que Evoluciona es una prueba vigente del rasgo combativo de la mujer que creó el grupo. Hoy, gracias a ello, Leonard e Izabal tienen algo en común: Atestiguar nuevos espacios de visibilización para las mujeres disidentes sexuales en el departamento.