Los tres son legisladores jóvenes y referentes de distintas agrupaciones. Victoria Donda (Libres del Sur), Leo Grosso (Movimiento Evita) y Horacio Pietragala (Unidad Ciudadana) esta semana encabezaron movilizaciones, se plantaron frente la Gendarmería, discutieron en el recinto y le pusieron el pecho a la represión. Los tres son hijos de la crisis del 2001 y vivieron estos días como una nueva bisagra en su historia de militancia. Mientras se recuperan de los golpes y los gases, le contaron a Cosecha Roja como vivieron estas jornadas y coincidieron en destacar la unidad de la oposición para frenar la #ReformaPrevisional.
El miércoles desde el gobierno decían que la reforma era casi un hecho: tenían el quorum y los votos. El clima era denso en todo sentido: el centro de la ciudad estaba colapsado por la cumbre del a OMC y hacía un calor tremendo. La convocatoria de las organizaciones sociales sorprendió a todos.
“No imaginábamos que iba a haber tanta gente en la calle. Nosotros movilizamos en tren, tuvimos mil obstáculos”, dijo Leo Grosso, diputado por el Movimiento Evita, a Cosecha Roja. “Pero los compañeros decían ‘vamos, vamos’. Querían salir a toda costa. Fue impresionante. La sensación era de ‘ojo con esto, acá está pasando algo’”.
Vicky Donda, de Libres del Sur, coincide: “A veces cuando uno se mete en la superestructura de la política perdés un poco de vista lo que está pasando en otros lugares. Ver a la gente así movilizada me dio mucha emoción. Empezamos a marchar, se largó a llover y era épico, algo enorme”.
Ni bien terminó el acto del miércoles, la CGT anunció que iban a convocar a un paro y a movilizar. Las organizaciones tenían pensado hacer una vigilia frente al congreso pero decidieron que era mejor irse y volver al otro día. Marcharon frente al parlamento para desconcentrar.
Los recibió un cordón de cientos de gendarmes. Varios diputados se acercaron a hablar.
-¿Donde está el jefe de operativo?- preguntó Grosso.
-Acá la única jefa es Patria Bullrich y no va a hablar con ustedes – contestó un gendarme.
Un segundo después, la gendarmería arremetió contra ellos. A Leo lo mordió un perro. A Vicky le doblaron el tobillo a patadas. “Fue cuando se llevaban al primer compañero: literalmente lo chuparon”, contó a Cosecha Roja. “Nunca había visto algo así: se abre el cordón de gendarmes, sale otro cordón de adentro, chupan a un compañero, cierran el cordón y no ves más nada’”.
Vicky se angustió y pensó en sus padres: en que hubiesen hecho ellos. “Entonces lo agarré de la mochila y me aferré. No quería soltarlo porque no me decían donde se lo llevaban. Hasta que uno se identificó como jefe del operativo y me empezaron a pegar patadas para que lo suelte”.
Horacio Pietragala, diputado por Unidad Ciudadana, suponía que el jueves iba a estar todo más complicado. No se imaginó que iba a ser para tanto. “Sabía que iba a estar el Congreso vallado y que iba a haber fuerzas de seguridad, pero cuando llegué me quedé perplejo de la cantidad que había. Estaban muy preparados para reprimir”, contó a Cosecha Roja.
Los gases y las balas de goma empezaron dos horas antes de la sesión. “Yo entraba y salía”, contó Pietragala. “Intentábamos contener, frenar un poco la represión. En algún momento hicimos una especie de scrum con varios diputados y diputadas para intentar frenar el avance de la Gendarmería. Era brutal lo que estaban haciendo”.
Leo llegó a la Cámara mostrando las heridas del día anterior. Los diputados del Pro lo miraban y se codeaban, hacían bromas. Vicky logró entrar cuando afuera ya estaban reprimiendo: se le hizo tarde porque tuvo que esperar que le entregaran una bota ortopédica y muletas. Para llegar tuvo que caminar varias cuadras con los ojos irritados, la garganta ardiendo. Al entrar al recinto sintió las risas del oficialismo. “Se chocó con un borceguí de Gendarmería”, habían dicho los haters en las redes sociales.
Algunos tuvieron todavía menos suerte: Matías Rodriguez, diputado del FPV por Tierra del Fuego, terminó desmayado por los golpes de un gendarme. Otros lograron entrar casi por la fuerza.
Cuando llamaron a la sesión, afuera la represión se hacía cada vez más violenta. “Me dio mucha impresión escuchar la campanita del congreso cuando te llama a sesionar y los tiros al mismo tiempo. Era una locura”, contó Leo Grosso. “Empecé a decir que querían juntar el quorum a los tiros. Es una señal muy de la época lo que hicieron”.
Leo se dedicó a hablar con diputados de los distintos bloques, a tratar de convencerlos para que no se sentaran. Además de los gritos que se veían por televisión, hubo múltiples negociaciones cruzadas de todos los sectores.
“Lo que no me voy a olvidar nunca”, dijo Pietragala, “es esa unidad que hubo adentro del congreso de toda la oposición para defender a los jubilados”.
Ni bien se cayó la sesión, todos salieron a la calle. En el camino, Leo interceptó a varios diputados del Pro. “Diganle a Bullrich que se rescate”, les decía.
Las respuestas no eran muy felices.
La diputada Mayra Mendoza, militante de La Cámpora, se encontró con dos viejitos que estaban paralizados por el gas. Se ayudaban entre ellos a intentar escapar. Según cont´o más tarde en FutuRock, se acercó a hablar con los policías:
-Por favor, dejen de reprimir- dijo con la credencial de diputada en la mano.
-Movete de acá, desaparecé -le respondieron.
-No me voy a mover.
Le tiraron gas pimienta directo a los ojos y luego le dispararon balas de goma. La imagen se volvió viral: la diputada Miriam Bregman, del Frente de Izquierda -que también estaba en la calle- la socorrió y la llevó hasta un bar donde intentaron calmarle el ardor.
Afuera siguió la cacería. En una de las imágenes de la jornada se lo ve a Pietragala, altísimo, tratando de convencer a los gendarmes para que no se lleven a un indigente. “Estaba volviendo de la reunión de bloque. En Callao y Mitre vi como agarraban a un chico que vive en la calle, a la vuelta del Congreso. Yo lo había cruzado varias veces, lo conozco. Lo abracé y empecé a decirle a los gendarmes que ese chico estaba en situación de calle, que lo dejaran. Me dieron un par de golpes y me desprendieron del pibe. Ahí me acerqué al cordón de gendarmería para hablar y me tiraron gas pimienta. Eso me anuló”.
Casi al mismo tiempo, Vicky Donda caminaba por Saenz Peña para el lado de Corrientes. Primero vio llegar a varios pibes corriendo, luego las motos de la policía que disparaban a mansalva. Ella se aferró a sus muletas. Los tiros pasaron cerca, demasiado cerca.