Luis Luque roció con nafta a Lorena R. y la prendió fuego. Antes estuvo preso por intentar matar a su ex esposa. Salió antes de cumplir su condena porque un jefe comunal le dio un puesto jerárquico.

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Cuando Luis Luque roció con nafta a Lorena R., su ex pareja, y la prendió fuego no estaba actuando solo. En 2003 había intentado asesinar a otra ex pareja que estaba embarazada. La apuñaló. Por las heridas ella perdió al hijo que esperaba. En aquel momento no existía aún la figura de femicidio y Luque fue condenado por tentativa de homicidio. Le dieron una pena de 10 años, pero quedó en libertad cuatro años antes.

Mientras estaba preso, Antonio Alberto Bruno, Brigadier (RE) de la Fuerza Aérea Argentina durante la última dictadura y actual jefe comunal de Los Aromos, una localidad a 50 kilómetros de la ciudad de Córdoba, lo contrató para trabajar. No sólo le dio un puesto en planta permanente – lo que aceleró su salida de la cárcel cuando aún no llevaba seis años preso-  sino que además lo convirtió en jefe de maestranza y, un tiempo después, en su mano derecha. Al menos así lo aseguran quienes durante los últimos años denunciaron abusos cometidos en el ámbito laboral por el victimario de Lorena.

No hubo condena ni denuncia que le impidieran seguir ejerciendo violencia. Tiempo más tarde su jefe lo incluyó en su lista electoral como “Tribuno de Cuentas Suplente”.

Ahora Luque está preso en la cárcel de Bouwer imputado por femicidio en grado de tentativa. Esperó a que Lorena R. saliera de trabajar, la llevó a un descampado, la golpeó, la roció con nafta y la prendió fuego.

La cabeza de Lorena fue lo más afectado. Desde hace dos semanas, cada día lucha por vivir. Está internada en el Instituto del Quemado y tiene asistencia mecánica para respirar. Antes de ser quemada por Luque trabajaba como maestra jardinera, en la comuna y había denunciado a su agresor más de 30 veces.

Tal vez como parte de un pacto entre hombres, un pacto de machos, de camaradas, el intendente protegió a Luque y lo apañó en sus violencias.

Tal vez, en palabras de Rita Segato, ambos hablan el mismo discurso: el de la violencia patriarcal que cada 25 horas fagocita, o intenta fagocitar, un cuerpo femenino para renovar el acuerdo entre los miembros de la tribu. Devoran mujeres para aleccionar y para pertenecer. Devoran mujeres para disciplinar y porque pueden.

Es urgente hablar de los victimarios. Escudriñarlos. Observarlos. Trazar relaciones. Buscar los patrones que se repiten una y otra vez en cada caso. No son hechos aislados. No son monstruos. Son piezas de un mismo sistema que se reproduce de forma infinita con cada femicidio, transfemicidio, travesticidio.

Nadie nace femicida. Pero sino hay un plan del Estado para deconstruir los machismos no hay plan para frenar la violencia de género, ni su máxima expresión.

20 mujeres asesinadas

En lo que va de 2018 se produjeron 20 femicidios en la provincia de Córdoba: 18 de las víctimas fueron mujeres. Además, dos hombres resultaron víctimas de femicidio vinculado. Así se desprende de un informe difundido por la Justicia Provincial.

De ese total, casi 8 de cada 10 hechos sucedieron en el interior provincial y el 88% en el domicilio de las víctimas. Estos datos fueron relevados por el Centro de Estudios y Proyectos Judiciales del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) a partir de la información consignada en el Sistema de Administración de Causas (SAC).