Cristina Lombardo vive en Merlo con sus tres hijos. Tiene 44 años, y todos los días se levanta a las seis de la mañana, los lleva a la escuela y viaja a hasta Buenos Aires, donde tiene varios trabajos. En sus ratos libres, cultiva marihuana: usa las flores para fumar, cocinar y hacer tinturas y aceites, las hojas macho para hacer té. Siempre le gustaron las plantas y todos los días les dedica un par de horas a su jardín, donde también tiene ruda y romero. Dice que cultivar marihuana la hizo tomar conciencia del valor de estar en contacto con la tierra.
El sábado pasado llegó a su casa a las seis de la mañana con su hijo mayor. La hija se había quedado a dormir en lo del padre. Cuando entraron, se dieron cuenta de que algo andaba mal, porque una de las plantas estaba rota. Adentro, en la pequeña casa de ladrillo a la vista donde dormían Gustavo, su hijo más chico, y Emmanuel, su ex pareja y padre del nene, estaba todo revuelto: los cajones salidos de los muebles, la cocina reventada, la ropa tirada sobre la cama. Emmanuel le dijo que a las dos y media de la mañana, mientras él miraba una película y su hijo dormía, había sentido un ruido en el portón y el ladrido de los perros.
-En ese momento, se asomó y vió luces avanzando. Ellos llegaron gritando al piso, ¡policía! Eran entre cuatro o cinco que podían ser seis. Tenían chalecos de la PFA y había uno con campera. Uno tenía una escopeta que gatilló cuando lo vieron y con la cual quiso golpearlo y él casi esquivó. Los demás mostraban revólveres –cuenta Cristina.
El relato de Emmanuel no la sorprendió. Lo que él le contó es parecido a lo que ella misma vivió dos veces antes, en 2010 y el 14 de diciembre del año pasado, cuando la policía entró a su casa al anochecer, se llevó las plantas, un frasco con flores y los ocho mil pesos que ella llevaba meses ahorrando para comprar una cocina nueva. Aquel día ella estaba con dos de sus hijos, pensando en qué iba a cocinar para la cena y trabajando en el jardín cuando una decena de policías entró a su casa como si ahí se escondiera el Chapo Guzmán. Del allanamiento de ese día no hay acta, ni denuncia en su contra.
El sábado, dice, la buscaban a ella:
-Entraron y gritaban dónde está la plata y la droga. Emmanuel pedía que no lo despierten al nene, y que él no vivía ahí. Empezaron a revolver todo, encontraron mis frascos con flores. La plata. Y se fueron. En un momento a Emmanuel le dijeron: “quedáte tranquilo papá, vos no sabes nada” y en otro: “¿Y la Cris, dónde está?”.
Todo duró veinte minutos. “Se llevaron 5.500 pesos. Dejaron una planta en tierra y algunas en macetas”, dice Cristina.
Está segura de que van a volver por más.