Personal doméstico y pandemia: la profundización de la desigualdad laboral

Con la emergencia sanitaria, la situación precaria de las empleadas domésticas se profundizó y muchas se quedaron sin ingresos durante la cuarentena. Más del 70 por ciento no está registrada

Personal doméstico y pandemia: la profundización de la desigualdad laboral

Por Cosecha Roja
20/07/2020

Por Edgardo Nuñez*

Xoana García aún no llegó a los 40 años. Trabaja hace cinco o seis como empleada doméstica siempre por su zona, Lomas de Zamora, para poder manejarse en bicicleta y ahorrar el boleto. 

“En el último tiempo me animé a pedir un aumento. Ellos siempre lo cierran en lo menos posible y, como a uno le sirve, acepta”, dice.  

Cuando empezó la cuarentena decidió cuidar a su familia y se quedó en su casa. Ahí comenzaron los destratos por parte de sus empleadores de las cuatro casas en las que estaba trabajando. “Pensé que se iban a comunicar para decirme ‘¿te puedo ayudar, necesitas algo?’”. 

Xoana no se sentía solamente una empleada. Siempre había un desayuno o una charla amigable con sus jefas. Su sentimiento a partir del despido fue enojo y bronca. “Sentí que me usaron, y que sólo te llaman cuando te necesitan. A mí ya no me gustaría volver trabajar de esto”, lamenta sin remate.  

Sandra Giménez trabaja desde los 17 años como empleada doméstica. En su último y cuarto embarazo fue a limpiar hasta los ocho meses de gestación. Siempre en Capital Federal. A comienzos de este año trabajó en dos casas, una en Saavedra y otra en Pompeya. Con la pandemia, le pidieron que no fuera más por el riesgo de contagio. 

Le envían algo de dinero: cada 20 días unos 2 mil pesos. Pero a Sandra no le gusta recibir dinero si no trabaja. Siente que no le corresponde.

Antes la quisieron poner en blanco, pero prefirió no hacerlo. Es que también trabaja en una cooperativa del programa “Ellas Hacen”. “No es un sueldo guau, pero fue una de las primeras cosas que tuve y me ayudó a mucho, como a pagar mi casita en Fiorito”, dice.  

Los gastos de la casa los comparte con su marido, que es albañil y “changarin”, y desde hace varios meses no trabaja. La familia se mantiene con la cooperativa, la asignación por su hijo de siete años, y cada tanto se acerca con su taper a buscar porciones a la olla popular.

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Un grupo de investigadores de la UNLA y del Conicet indagó sobre las problemáticas que sufre el sector de empleadas domésticas con el agravante de la cuarentena.

La coordinadora del programa Salud, Subjetividad y Trabajo de la UNLA, Miriam Wlosko, dice que en las ocupaciones que se denominan de cuidado -salud, educación y servicio doméstico – son las “mujeres de sectores populares, en su mayoría, las que se encargan de realizarlas”. 

Las tareas domésticas, según la investigadora de la UNLA, ocupan más del 2% del empleo mundial total. En 2016 representaba esta actividad casi el 6% del total de ocupados del país y el 12.5% de las mujeres ocupadas. También, el 16% de las mujeres asalariadas en toda Argentina. 

Es una ocupación que entrelaza diferentes desigualdades y que está económica y socialmente devaluada. ¿La raíz del problema? Según los investigadores, es que se toma el trabajo doméstico como una tarea “natural” para mujeres.

En 2013 Argentina sancionó la Ley 26.844 para regular los contratos de trabajo del sector y reconocer derechos. Actualmente más del 70% de las empleadas domésticas no están registradas. 

“En la división sexual del trabajo y cuesta deconstruir esta disposición a nivel social”, dice la investigadora. 

El investigador adjunto del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, Hernán Palermo, lamentó que los resultados de la investigación marcaran que las trabajadoras “anteponen el miedo de la pérdida laboral por sobre su salud”.

En el informe hay diversas situaciones relevadas: despidos, disminución del salario, pago en cuotas, vacaciones anticipadas o cambio de categoría para poder incluirlas en la cuarentena. 

Otro dato es que seis de cada diez trabajadoras vieron empeorar su situación laboral. Al no estar contratadas, muchas fueron directamente despedidas sin aviso. 

En cuanto a la problemática de género, Palermo dice que los trabajos feminizados son los que se encuentran en mayor desventaja, lo que responde a las lógicas del capitalismo y patriarcado actual. 

“No es casual que este trabajo feminizado, precario, sin prestigio, a veces no esté ni catalogado como tareas de trabajo. Muchas veces se dice ‘la chica que me ayuda´, y no es una ayuda, esa persona está trabajando”, dice. 

Algunos números

Los resultados del informe confirmaron las suposiciones: el alto grado de vulnerabilidad en el contexto de cuarentena se profundizó. Sólo el 12% se encuentra afiliada a un sindicato. El 22% realiza dos trabajos: el cuidado de personas más tareas de limpieza. 

El 53,4% recibe otro ingreso por alguna prestación social, pero el 15% no sabe cómo realizarlo y sufre de esa desinformación. El 50,9% afirma que los empleadores no les dan los elementos de protección.

*Periodista de la agencia AUNO. Conduce Fronteras Urbanas en Radio Urbe. Docente de comunicación.