Vicky estaba haciendo la cola en Farmacity cuando una cajera -“cual comisario de la KGB”- le pidió que usara bien su tapabocas. Indignada, antes que mover dos centímetros un pedazo de tela para taparse la nariz, prefirió dejar su changuito lleno en la línea de cajas e irse con las manos vacías. Vicky es parte de una minoría intensa que equipara una medida mínimamente incómoda -para evitar la propagación de una enfermedad muy contagiosa- a una acción opresora de un régimen autoritario, y que está dispuesta a dar la batalla en el espacio público.
Aunque está probado que el uso del tapabocas ayuda a disminuir el avance del COVID-19, Vicky no está sola. Es parte de un movimiento global que se manifiesta en un nuevo subgénero de videos virales de “Karens” -un nombre estereotípico que en Estados Unidos se asocia a mujeres blancas de mediana edad que van por la vida maltratando gente- y “Kens” -el variante masculino- que sostienen que el uso obligatorio de tapabocas es una violación de sus libertades individuales, una herramienta de opresión o directamente una conspiración. Al igual que el movimiento antivacunas -con el que tiene más de un punto en común- es un comportamiento peligroso, no solo por lo que significa para salud pública, también porque se termina manifestando en violencia hacia trabajadores esenciales.
Florida man at Fort Myers Costco in "Running the World Since 1776" shirt flips out on elderly woman who asked him to wear a mask and man who defended her #BecauseFlorida (via @profjaffar) pic.twitter.com/PDOvi33qHK
— Billy Corben (@BillyCorben) July 7, 2020
— D. Giles (@ItsRellzWorld) June 27, 2020
Si la evidencia científica y la realidad no alcanzan -Argentina en este momento está llegando a su pico de contagio-, las redes sociales están para recordarle a Vickys, Karens y Kens el uso correcto del tapabocas, y que el incorrecto no tiene nada que ver con la lucha por las libertades.