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La Audiencia Provincial de Navarra decretó la libertad provisional a los cinco Miembros de La Manada. La justicia los había condenado a nueve años de cárcel por abusar sexualmente de una joven durante las fiestas de San Fermín en 2016. Si pagan una fianza de 6 mil euros, podrían quedar libres. Hoy más que nunca gritamos: nosotras somos tu manada.

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Ellos eran cinco. Cinco contra una. Ella no imaginó que iban a violarla, pero sintió miedo cuando la tomaron de las muñecas y la arrastraron hasta un cubículo. Después le arrancaron la riñonera y un pullover que tenía atado a la cintura. Ella no podía reaccionar, no tenía fuerzas. Sólo quería que terminaran. Después se fueron. Ella se quedó sola y se puso a llorar.

Para la Justicia española no fue una violación, fue un abuso. Como no hubo violencia ni intimidación durante el ataque, la Justicia cree que apenas hubo un abuso. Y que los cinco abusadores no merecen una pena de 22 años, como había pedido la fiscalía, sino de nueve años de prisión y cinco años de libertad vigilada.

Ellos no tuvieron que usar violencia (¿que la empujen y la agarren de los pelos no es violencia?) porque ella no se resistió. Ella había tomado mucho alcohol durante toda la noche y ni siquiera entendía lo que estaba pasando. Eso fue contundente para la Justicia española que no ve en los videos que aportó la Policía “resistencia”. Que le preguntó dos veces a la víctima si pidió ayuda, si no intentó gritar, si había hablado de sexo con alguno de los abusadores.

Bien lo definió Ileana Arduino, abogada e integrante del INECIP, entre bronca e ironía: “La única opción es ofrecer una resistencia activa que nos deje muertas. Bien muertas para acreditar que no consentimos, que sí hubo violencia”. Arduino detalló lo que es el contexto propiciatorio: “generar circunstancias que precisamente impidan una resistencia, que faciliten al agresor ahorrarse el recurso de violencia explícita precisamente porque el contexto que el mismo propicia – actuar en grupo, llevar a alguien al medio de la nada, aprovecharse de la situación de encierro- a todas luces permite reconocer que claro que hay violencia, la de impedir toda reacción o condicionarla ni más ni menos”. “A eso, a aprovecharse de la posición de superioridad, la ley española le llama ‘consentimiento viciado’ y excluye la violencia”.

“A diferencia de eso hay lugares donde no se puede alegar consentimiento por ejemplo, si se considera que el hecho ocurrió en un contexto así, propiciatorio. Pero no, cinco tipos una chica y no hubo violencia. Impunidad se llama”, escribió Ileana en su Facebook.

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A los cinco hombres que abusaron de ella se los conoce como “La Manada” por un grupo de WhatsApp donde ellos compartían con otros machos sus “aventuras”. Incluso varios mensajes de esos chats fueron tomados como prueba por la Justicia.

Pero La Manada ayer fue otra: fueron las miles de personas, en su mayoría mujeres, que se movilizaron por las calles de distintas ciudades de España y que lograron apropiarse de ese sobrenombre y cargarlo de un sentido que ya no es estúpido, abusador, machista. Un sentido de sororidad. “Nosotras somos la manada”. “No estás sola. Somos tu manada” fueron algunos de los mensajes que se vieron en las pancartas y que quedaron tatuados en las paredes. España reaccionó contra la Justicia machista. Ellos son cinco. Ella ya no es una. Es miles.

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