Semana.-

El informe sobre seguridad ciudadana en las Américas, presentado por la OEA, muestra que en la última década la región no experimentó un aumento progresivo de la violencia. El hacinamiento carcelario y la situación en Centroamérica son algunos de los mayores problemas hemisféricos.

Contrario a lo que podría pensarse, no existe una espiral creciente de violencia que esté amenazando a todo el continente americano. Al menos eso se desprende del Informe sobre Seguridad Ciudadana en las Américas, Alertamerica 2012, presentado en Washington por el Observatorio Hemisférico de Seguridad de la OEA.

Según el informe, que recoge 144 indicadores de seguridad de la región durante el periodo 2000-2011, la violencia en el hemisferio es un fenómeno que se mantiene estable y se manifiesta de manera diferente entre los distintos países y zonas dentro de cada nación. Según Luiz Coimbra, coordinador del Observatorio Hemisférico de Seguridad, esa heterogeneidad sugiere que cada país y región debe adaptar sus esfuerzos a las diferentes realidades y que estas deben ser estudiadas por aparte.

Uno de los mayores avances, según Coimbra, es que en esta segunda versión de la investigación se presentaron más datos y cifras que en la edición anterior, lo que demuestra que los países tienen más estadísticas con las que crear estrategias para enfrentar el crimen. Sin embargo, muchas veces la información oficial se queda corta frente a las encuestas de victimización, por lo que considera que es importante elevar la calidad de la información oficial sobre violencia, crimen y seguridad en la región.

Uno de los principales hallazgos es que en materia de homicidios la tasa en el continente (15,4 homicidios por cada 100.000 habitantes) es más alta que en Europa o Asia. Incluso 19 países están por encima del promedio, y en 5 se cometen más de 40 homicidios por cada 100.000 habitantes, una cifra que no superan ni siquiera los estados más violentos del África subsahariana. Este fenómeno, según el observatorio, se puede explicar por la existencia de redes de crimen organizado que representan más del 25% de los asesinatos en las Américas (en Europa es sólo el 5%).

El problema de Centroamérica

Centroamérica tiene actualmente la tasa más alta de homicidio comparada con otras subregiones del continente, con 43.3 por cada 100.000 habitantes (el promedio es 15,6). Aunque en el 2003 era similar a Suramérica, a partir de ese año comenzó a aumentar de manera progresiva.

Por ejemplo, Honduras, El Salvador y Guatemala son los países con mayor tasa de homicidio intencional en toda la región. En Honduras es alarmante la cifra de 91,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes que se presentó en el 2011 y que viene subiendo cada año.

Ese es uno de los muchos ejemplos que muestran la dimensión del fenómeno de violencia creciente que enfrenta específicamente el centro del continente. El crimen organizado es el causante de esos problemas, pues según Coimbra, los estados son pequeños y no tienen la capacidad para hacer frente a las mafias internacionales, que tienen más movilidad y actúan sin fronteras.

La solución, según él, es fortalecer el intercambio de experiencias entre los diferentes países de la región. La policía de Colombia, Canadá o Chile, pueden entrenar a las policías de Centroamérica, y de hecho ya se han dado pasos importantes; el Consejo de Seguridad de la OEA definió un plan para enfrentar la delincuencia organizada transnacional, y los países firmaron, entre otras cosas, un acuerdo para intercambiar información de inteligencia.

También dice que hace falta un esfuerzo más grande en el área de prevención para evitar que el crimen organizado tome el lugar del Estado. La población debe recibir por parte de los gobiernos centroamericanos los recursos que el crimen organizado muchas veces les ofrece, como el acceso a la justicia, la salud, o a otros servicios públicos y privados.

Hay factores llamativos que demuestran la influencia de las mafias organizadas en el crimen de la región. Los asesinatos afectan en su mayoría a los hombres y a la población joven. En Honduras, por ejemplo, la tasa de hombres asesinados el año pasado fue de 131,7 de cada 100.000, cuando el promedio de todo el continente fue 27,5, y en El Salvador, 105,6 de cada 100.000 habitantes de entre 15 y 24 años fueron asesinados, con un promedio hemisférico de 39,7.

Otra característica llamativa es que el porcentaje de homicidios con arma de fuego es mayor que el de otro tipo de asesinatos. En este caso, Centroamérica no es el que tiene la estadística más abultada, pues en el 2011, mientras que en Suramérica el 83% de los homicidios fue con arma de fuego, en Centroamérica el porcentaje fue del 78%. Sin embargo, este es un fenómeno que se presenta en todo el continente, y es mucho mayor que en otras partes del mundo; mientras que en todas las Américas fue de 74%, en Europa solo el 21%.

Hacinamiento en las cárceles

Uno de los mayores problemas en el continente es la falta de capacidad para atender a la población carcelaria. Actualmente hay 3’465.311 presos en todo el hemisferio (un aumento del 30% entre 2000 y 2011) con una tasa de hacinamiento que en promedio llega a 178%.

De los 10 países con más altas tasas de población carcelaria, 5 son de las Américas, como Estados Unidos o El Salvador. Esto se da, según el análisis del observatorio, por falta de infraestructura, políticas represivas, uso excesivo de prisión preventiva y problemas de la justicia.

Según Luiz Coimbra, muchos de los presos están en las cárceles por crímenes no violentos. Un ejemplo es la persecución a las drogas, casi el 40% de la población carcelaria de la región está presa por motivos relacionados con las drogas, y por delitos como venta al menudeo, que generalmente no implican violencia. También hay una justicia que tiene dificultades para actuar. Casi la mitad de la gente encarcelada de la región nunca ha sido juzgada.

Llama la atención que en el informe se ven promedios nacionales, pero el Observatorio Hemisférico de Seguridad sabe de algunas cárceles específicas en varios países que tienen un hacinamiento más alto de lo que muestra el promedio.

La situación de Colombia

Colombia aún tiene que enfrentar problemas en materia de seguridad, pero en los últimos años ha mostrado una mejoría en varios indicadores, e incluso es ejemplo para otros países de la región. La tasa de homicidios ha venido disminuyendo en el país; en el año 2000 era de 64,6 por cada 100.000 habitantes, en el 2010 fue de 37,7. También han bajado las tasas de asesinatos por arma de fuego y secuestro.

Para Coimbra, Colombia está en un momento clave, exportando su experiencia y enseñando “buenas prácticas policiales al resto del continente”. Del informe se puede inferir que donde ha habido aplicación sistemática de esfuerzos del Estado, el delito se ha contenido.

La estrategia usada por la Policía Nacional en ciudades como Medellín, Cali y Bogotá se exportó a Brasil, en donde existen UPP (Unidades de Policía Preventiva) que ocupan las favelas y apartan el crimen organizado del dominio territorial. También se destaca el papel de la institución, que entrena policías de Centroamérica y el Caribe, e incluso el nombramiento del General (R) Oscar Naranjo como asesor por el nuevo gobierno de México.

El Observatorio destaca además el sistema de información que se usa en el país, un modelo para la región, ya que recoge los datos y las cifras desde hace más de 50 años.

Sin embargo, aún hay problemas por enfrentar. La tasa de homicidios en personas de 15 a 24 años es una de las más altas de la región (70 por cada 100.000 habitantes), así como el problema de las drogas, que sigue siendo el peor mal del país; los kilogramos de cocaína y heroína incautados en el 2009, superaron por mucho a las de otros países de la región, y así ha sido durante toda la década.

El tema carcelario que afecta al continente tampoco es ajeno para Colombia. 182 de cada 100.000 habitantes están en la cárcel, con un hacinamiento de 124%, que aunque no es de los más altos de la región, es preocupante. Además, el 31% de los presos en 2010 no habían sido juzgados.

Otra característica para tener en cuenta en el país, y en toda la región, es que dentro de las fronteras tampoco hay una situación homogénea o similar; hay ciudades y regiones en las que la violencia es mayor y va en aumento, mientras que en otras se ha disminuido. El desafío es lograr usar las estadísticas para ejecutar planes y estrategias distintas dependiendo de los riesgos que enfrente cada zona; el país va bien, pero no es momento para descuidarse.