“Detrás de las tomas de tierras hay hambre, abandono, pobreza y violencia, pero también hay fortaleza para buscar alternativas”. La frase pertenece al documento que difundieron en estos días más de 50 colectivas y organizaciones feministas de todo el país, después de una asamblea abierta que las reunió en la toma de Guernica.
En el predio de cerca de 100 hectáreas que estaban deshabitadas hace décadas, desde el 20 de julio viven unas 2500 familias en carpas que armaron como y con lo que pudieron: maderas, cartones, lonas y nylon. Se abastecen y apoyan en la solidaridad de les vecines y organizaciones de los barrios de la zona.
Fueron las mujeres, mayoría en esta toma, las que se organizaron y nombraron delegadas y subdelegadas por sector. Armaron comedores y ollas populares para que les más de 3 mil niñes puedan comer por lo menos una vez al día. Son mujeres, lesbianas, trans y travestis que se quedaron sin trabajo o changas en la pandemia. Muchas de ellas son madres solteras. Otras escaparon de varones violentos. Otras están con sus compañeros, que también perdieron el trabajo. Otras no pudieron pagar más el alquiler.
La semana pasada, después de que la Cámara de Apelaciones de La Plata ordenara el desalojo en Guernica, escribieron una carta dirigida a Elizabeth Gómez Alcorta y Estela Díaz, ministras de Mujeres, Género y Diversidad en la Nación y la provincia de Buenos Aires. Les contaron la precariedad en la que viven, la desesperación de no tener una vivienda y las situaciones de represión y violencia de las que son víctimas. #NiUnaMenosSinVivienda fue la consigna con la que firmaron la carta.
El pedido de auxilio fue leído por colectivas y organizaciones feministas que se organizaron para apoyar a las compañeras. Entre mensajes de WhatsApp y llamados telefónicos armaron una red y el sábado viajaron hasta Guernica desde distintos puntos de la provincia y la CABA.
Con el sol de las primeras horas de la tarde, en uno de los cuatro barrios en los que está organizada la toma se empezó a armar la ronda. O, mejor: la asamblea feminista. Con barbijos y distanciamiento social, algunas de las mujeres de las colectivas se presentaron y manifestaron su apoyo. Y después se dedicaron a escuchar.
“Fuimos a escucharlas. Ellas tienen bien en claro lo que quieren: luchar por concretar el deseo de tener un pedazo de tierra para vivir”, dice Liliana Galeano, de HIJOS La Matanza e integrante de la Casa Micaela Bastidas del barrio Nicole.
Para Galeano, el hecho de que las mujeres estén organizadas “viene de una experiencia de hace 50 años donde los sectores populares se organizan así”. De la misma manera, la situación de emergencia habitacional, dice Galeano, “no es que explotó ahora: el déficit habitacional es un tema que se arrastra desde hace más de 50 años y que no es novedad para nadie, ni siquiera tendría que serlo para las autoridades”.
La asamblea duró hasta que empezó a caer el sol. Aquella consigna de “lo personal es político” quedó implícita en las historias de violencias que atraviesan a todas las que están allí, resistiendo.
El texto que armaron después las colectivas y organizaciones feministas resume un poco lo que “se armó” en Guernica. “La necesidad de habitar un lugar, una tierra, libre de violencias, amenazas, libre de opresiones”, sintetiza Neka Jara, de Las comarqueñas, de La Plata.
“Lo que más pidieron las compañeras fue el apoyo y la difusión. Quieren que el desalojo no sea violento y que además les aseguren salidas habitacionales”, cuenta Mafalda Sánchez, de la Red Potencia Sur.
Te puede interesar:
Toma de tierras en Guernica: “Tuve que elegir entre pagar el alquiler o comer”
Jara recuerda otras ocupaciones de tierras, en años anteriores, donde lo sobresaliente era el hacinamiento: familias que crecían y les quedaba chico el espacio. “En Guernica se escucha mucho esto de la expulsión a partir de la pandemia. Mujeres que fueron desalojadas, que no pudieron pagar más el alquiler, por ejemplo”, detalla. La pandemia desnudó una crisis que data de décadas y ahora se multiplica no sólo en la provincia de Buenos Aires, sino también en provincias de la Patagonia, con el conflicto de los Mapuche.
“Los poderes políticos se juntaron muy rápido para resolver el tema del desalojo, pero viene costando años que puedan resolver el tema del déficit habitacional. Es una deuda histórica con los sectores populares”, dice Galeano.
Para Sánchez, en la asamblea quedó claro que “no hay ni una menos posible si no hay tierra, ni vivienda ni trabajo”. “Todas sabemos que sin el acceso a ninguna de esas cosas no se puede salir de una situación violenta”, dice.
Ayer las mujeres también fueron mayoría en la movilización hacia el municipio de Guernica para exigir soluciones al déficit habitacional y para decirle no al desalojo.
“Esta es la agenda urgente en el feminismo popular”, suma Galeano y dice que cuando escuchaba hablar a las compañeras más jóvenes le resonaba la consigna “Ni la tierra ni la mujer son territorio de conquista”.