Morir a los 16 en una celda por violar la cuarentena

A Franco Maranguello se lo llevó un patrullero de la puerta de la casa por estar en un horario no permitido en cuarentena. A las dos horas, cuando su mamá lo fue a buscar a la Comisaría del Menor, le dijeron que se había ahorcado.

Morir a los 16 en una celda por violar la cuarentena

Por Cosecha Roja
12/06/2020

Eran las 20.20 y Franco Maranguello, de 16 años, estaba en la puerta de su casa con un vecino. Esa charla era una infracción: en cuarentena nadie podía estar en la calle a partir de las 20, según un decreto de la provincia de San Luis. 

Un patrullero que pasaba por ahí frenó y los policías le dijeron a Franco que quedaba detenido.

Su familia, cuando vio las luces titilar, salió a pedir por favor:

-No se lo lleve oficial, nosotras lo entramos a casa -dijeron la hermana y la cuñada. Como los policías no aflojaban, entraron para evitar que las detuvieran también. 

Sandra, la mamá de Franco, salió del trabajo a las dos horas y lo fue a buscar a la Comisaría del Menor. Le pidieron que complete un formulario. Ella empezó a sospechar algo raro: en la puerta se amontonaba una ambulancia, policías de otras dependencias y una camioneta de la morgue.

Entonces le avisaron que Franco estaba muerto:

-Se ahorcó en la celda, usó la remera que tenía puesta.

La cuñada entró a reconocerlo y era él. Pero tuvieron que alumbrarlo con dos celulares. La pequeña celda donde lo habían aislado no tenía luz.

La muerte de Franco fue el 24 de abril. Y recién hoy declaró el policía que estaba a cargo esa noche: Fabricio Giménez, el único que no presentó su celular como prueba.

Mientras que el resto de los policías colaboró con la investigación, Giménez dijo que su teléfono se le había roto tres días después y tuvo que resetearlo. 


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La causa está caratulada “averiguación muerte” y durante a la autopsia le sacaron unas cien fotos. Un detalle que hace mucho ruido es que si Franco se subió a la litera de cemento para enganchar su remera en los barrotes, no pudo haber manera de que sus piernas colgaran: medía un metro ochenta y se hubiera dado la cabeza contra el techo.

“A nosotros nos llama poderosamente la atención la demora por parte de la policía en entregar el sumario policial. La muerte fue el 24 de abril y el sumario se digitalizó el 13 de marzo: demoraron más de 20 días”, dijo a Cosecha Roja Gustavo Otegui, abogado de la familia.

Según Otegui la jueza Mirta Ucelay, de la seccional 3ra de Mercedes, está actuando bien y acatando a los pedidos en el foco de la investigación.

El problema es que en la Comisaría del Menor hubo tantas irregularidades que es difícil catalogar sus negligencias: violaron  todos los tratados internacionales para el trato de un menor, no le hicieron ninguna revisión médica como lo dicta la ley, lo encerraron en un cuarto a oscuras y entregaron 20 días tarde el sumario.

“Además de las lesiones en el cuello, tenía moretones en los brazos y unas lesiones superficiales en las rodillas”, dijo el abogado. “Sabemos que lo tenían señalado como un joven problemático porque es parte de una población vulnerable, pibes que tienen entre 14 y 17 años, que dejan la escuela y no tienen ninguna respuesta por parte del Estado”.

Franco vivía con su mamá y sus hermanas en el barrio Santa Rita de Cascia, una zona de casas humildes en Villa Mercedes. Después de la indagatoria de hoy, donde se abrieron varios interrogantes sobre la manera en que Giménez dice que encontró a Franco en la celda, esperan poder usar el sistema de software UFED, con el que podrán conocer lo que el policía borró de su teléfono.

El caso de Franco no es el único en San Luis: el 5 de abril a Magalí Morales, de 39 años, también la detuvo la policía en la calle por no respetar la cuarentena. Esa misma noche apareció muerta en la comisaría. La versión policial es idéntica: se suicidó.