Micaela García, la piba de la sonrisa eterna

A cinco años del femicidio de Mica en Entre Ríos, que desató la furia del movimiento feminista y derivó en la “Ley Micaela”, todavía no hay justicia ni reparación para su familia. A partir de más de 50 entrevistas, el periodista y docente Santiago García escribió un libro sobre la vida y la militancia de “La Negra”, editado por Chirimbote. Compartimos un fragmento.

Micaela García, la piba de la sonrisa eterna

Por Cosecha Roja
07/04/2022

Estamos buscando a Micaela*

El primero que se dio cuenta de que algo pasaba fue Alejandro. La conversación se interrumpió en forma abrupta en el medio de la madrugada. Después de decirle que estaba yendo hacia su casa, a eso de las 5.30 de la madrugada, no se conectó más. La Negra nunca se quedaba dormida. A las 9 de la mañana del sábado 1° de abril de 2017, Mica tenía que tomar el colectivo hacia Concepción del Uruguay. Iban a tomar un remís con Candela para ir a la terminal de ómnibus. Antes de irse del boliche le dijo: “Nos vemos en un rato”. Cuando llegó la hora de que el colectivo partiera y Mica no daba señales, Alejandro empezó a llamar a sus amigas y amigos de Gualeguay. Como pensaron que podría haberse ido a la casa de alguien, le dijeron que estaba dormida. Sin embargo, cuando entraron a su habitación, notaron que algo raro había pasado. 

–Estaba la cama tendida, con el bolso arriba y el pasaje de colectivo con su reloj violeta –recuerdan sus amigas y amigos. 

Ese sábado, cuando el colectivo llegara a Concepción del Uruguay cerca del mediodía, Micaela tenía pensado pasar por la casa de su amiga Jésica. Seguramente, se asomaría por la ventana y la llamaría al grito de “Rusi”, como le decía cariñosamente. Su departamento quedaba a dos pasos de la Terminal de Ómnibus. La Negra le había pedido si podía lavar algo de ropa en su casa porque esa tarde tenía un Baby Shower sorpresa en Pueblo Liebig, una localidad cercana a Colón. Iban a homenajear a Dalma, su compañera del Profesorado de Educación Física, que estaba esperando a su primera hija. Cerca del mediodía, La Rusa se extrañó porque Micaela siempre le avisaba cuando estaba por llegar.

–Le mandé un mensaje que decía: “Che, boluda, ¿ya estás cerca?” –recuerda Jésica.    

Después Jésica habló con Alejandro y se puso en contacto con sus amigas de Gualeguay. Mientras tanto, sus compañeras y compañeros del Profesorado armaron un grupo de búsqueda entre Jesica Tronco, Candela Leiva y José Spadillero. Recorrieron las plazas, el Parque Quintana y, al no tener noticias, decidieron difundir la información: “¿Alguien la vio?, ¿se quedó a dormir en casa de alguien?, ¿saben algo?”, preguntaron. La primera respuesta en los grupos de WhatsApp de Gualeguay fueron las bromas, ya que había sido muy grande la joda del viernes por la noche. De todas maneras, con el correr de los minutos y las horas dejaron en claro que no era un chiste. De a uno se fueron acercando “Los Wanaqueros” a la Plaza Constitución. Y decidieron avisarle a Alejandro que no sabían dónde estaba Micaela. 

–Le dije a Carla Bassini que les avisara a los padres y me fui para allá con lo puesto en una moto Gilera 150 que tenía –recuerda Alejandro.

Después de preguntar en los centros de salud y en el Hospital, decidieron hacer la denuncia. La primera reacción fue la esperada: que puede estar con un chico, que no es tan fácil hacer una denuncia, que podés ir presa. Hasta que al ver la insistencia los policías que atendieron a las chicas les dijeron que tenían que tener un lazo familiar o dejar pasar cierto tiempo. Entonces se comunicaron con Andrea y Yuyo, quienes hicieron otra exposición en Colón mientras se preparaban para viajar hacia Gualeguay. La noticia empezó a pasar de grupo en grupo. 

–A eso de las tres de la tarde del sábado, Daian puso en el grupo del Evita si era verdad que La Negra no aparecía –recuerda Jonti Trabichet. 

Mili Burgo, esa amiga que había ido con Micaela a la escuela y seguía compartiendo la militancia con ella en el Evita, les pasó la información a sus compañeras del secundario del Colegio del Uruguay ese mismo sábado. Una de ellas, Ariana Da Silva, estaba bajándose de la moto para entrar al cine a ver La Bella y La Bestia cuando leyó la noticia en el grupo de WhatsApp “Las Doras”. En un primer momento, pensó lo mismo que la mayoría: que tal vez había pasado de largo en alguna fiesta. Ya para cuando salió de la sala, al finalizar la película, pasaron un flyer de búsqueda para difundir que decía lo siguiente: “Micaela García desapareció en Gualeguay. Desde la madrugada de hoy no sabemos nada de ella. Estaba vestida con remera blanca y short animal print. Si la viste, comunicate” y se daba el teléfono de Andrea. 

–Mili nos mandó un audio que decía: “Chicas, La Negra no aparece. Anoche salió y hoy tenía pasaje para Concepción y no fue”. Cuando escuché su tono de voz, se me aflojaron las piernas –cuenta Sabrina, otra de sus compañeras del Colegio. 

***

La abogada Maite Burruchaga estaba esperando su turno para hacerse las pestañas. Una amiga empezaba con ese emprendimiento y ella decidió colaborar. Como estaban de guardia junto al fiscal Ignacio Telenta, se mantenía muy pendiente del celular. A la tardecita del sábado, la foto de Micaela empezó a viralizarse en Gualeguay. Burruchaga la vio en Instagram y se comunicó con Telenta porque sabía que no tenía redes sociales. Si bien las primeras horas son policiales, la comunicación con los Tribunales es permanente. 

–Le escribí y le dije que él iba a estar a cargo del caso de la chica del profesorado –recuerda Maite.  

La noche de ese sábado la madre del fiscal Ignacio Telenta celebraba su cumpleaños en el Club Social de Gualeguay. Por la tarde se estaban preparando con su familia para ir a la fiesta cuando su compañera Maite le mandó el mensaje y le comentó sobre la desaparición de una chica que estaba siendo intensamente buscada. Telenta se comunicó con el fiscal Gutiérrez, que también estaba de guardia, y le preguntó por la situación. Alejandro, el novio de Micaela, había sido convocado a declarar a la Jefatura de Policía, que está ubicada enfrente del Club Social. Telenta pidió que le avisaran para estar presente en esa entrevista. Después, partió con su familia rumbo al festejo. 

–En un momento, me acerqué a mi mamá, la saludé y le dije: “ya vengo”. Y por una semana no volví más –recuerda Telenta. 

Marcelo Rivasseau, Jefe de Investigaciones de la Policía de Gualeguay, fue a buscar a su hija a un cumpleaños ese sábado por la tarde. Cuando le comentaron los detalles de la desaparición de Micaela, se dio cuenta de que sería complicado. El hecho de que el bolso y el pasaje estuvieran arriba de la cama lo preocupó de inmediato. Compartió la información con sus compañeras y compañeros de división y por la tarde se autoconvocaron a una reunión en la que concurrieron  incluso quienes estaban de franco. Durante una semana no habría más descanso ni horarios para nada. Lo primero que hizo Rivasseau fue comunicarse con Andrea y Yuyo por teléfono. 

–Mientras venían de viaje, los llamé, me puse a disposición, y les aseguré que íbamos a ser cautos con la información –afirma Rivasseau. 

Marisa Messina, la coordinadora del Profesorado de Educación Física de Gualeguay, estaba estacionando el auto para dejar a su hija e hijo en casa de unos amigos, cuando recibió el mensaje de la desaparición de Micaela. Se lo envió un docente de la Facultad. Le explicó que no había vuelto del boliche y que le mandaban mensajes y no contestaba. A su vez, le comentó que sus amigas y amigos se iban a reunir en la puerta de la comisaría. “Ya salgo para allá”, contestó, y durante una semana estuvo acompañando a sus estudiantes en la Plaza Constitución.

–Esa noche del sábado caímos con varios profesores y profesoras para acompañar a las chicas y los chicos, hasta muy entrada la madrugada –cuenta Messina. 

***

Las primeras horas fueron de mucho desconcierto. Alejandro fue aprehendido porque, por los nervios, se mostró dubitativo. A su vez, habían tenido una discusión con Micaela y en la mayoría de los casos de violencia de género el culpable es la pareja de la víctima. De todas maneras, los investigadores empezaron a trabajar en todas las hipótesis. No tenían ni un dato y, por lo tanto, nada podía ser descartado. Se rastrilló el Centro de Educación Física porque quedaba en el camino de vuelta a su casa. También comenzaron las tareas de Bomberos Voluntarios en el río Gualeguay, ya que un testigo declaró ver una chica que se caía al agua cerca de la costa. Una vecina denunció que una chica gritaba en el Barrio 3 de Caballería y eso obligó a hacer allanamientos allí también. Sin embargo, esas primeras actuaciones tuvieron resultado negativo. Sus compañeras y compañeros del Profesorado no se despegaban de la Plaza Constitución que se ubica en el corazón de la ciudad. Como sucede en la mayoría de los pueblos de provincia, a su alrededor se concentran la Jefatura de Policía, los Tribunales y la Iglesia, que, en este caso, lleva el nombre de San Antonio, patrono de la localidad. El grupo de Los Wanaqueros fue incondicional, pero por lo querida que era Micaela también se acercaron estudiantes de todos los años, en especial, sus compañeros y compañeras de tribu. 

–Con Micaela les metimos el concepto al resto de que los Huaynas éramos una familia –recuerda Exequiel, que ese año iba a ser elegido Cacique. 

Durante el domingo, a pesar de la lluvia, compañeras y compañeros de militancia de La Negra decidieron hacer un acampe para presionar a las autoridades. Fueron llegando mayoritariamente desde Concepción del Uruguay, pero también de otros puntos de la provincia y del país. Se ubicaron frente a la Policía con gazebos y carpas. La militancia de Gualeguay las y los recibió con camaradería y les proveyó de todo lo necesario para sostener la vigilia. Ante semejante despliegue de jóvenes en el núcleo de la ciudad, y con la noticia de la desaparición de Micaela que corría como el agua, empezaron a acercarse vecinas y vecinos a curiosear. Había quienes miraban extrañados desde sus vehículos mientras daban la tradicional vuelta al perro de todos los fines de semana. De a poco, se fueron acercando también a consultar si precisaban algo. La solidaridad se hizo cada vez mayor con el paso de los días. 

–Nos llevaban comida, papel higiénico, íbamos a bañarnos a casa de gente que no conocíamos –recuerdan. 

Además de colaborar con eso, las vecinas y vecinos de Gualeguay pusieron a disposición autos, camionetas, combustible, helicópteros, drones, pintura, cartelería, lo que fuera. Si bien en los primeros días hubo dos campamentos bien diferenciados (el de la retreta era de Educación Física y frente a la Jefatura, el de la Juventud del Evita), el amor por Micaela hizo que se fueran conociendo y compartiendo información. Ambos grupos durante las primeras horas lograron llamar la atención de los medios utilizando las redes sociales. Creaban hashtags, sincronizaban publicaciones, les pedían a deportistas, dirigentes políticos o influencers que compartieran la foto de la búsqueda de La Negra. Y lo lograron. A partir del lunes, llegaron móviles de los grandes canales de noticias de alcance nacional y todo el país empezó a preguntarse dónde estaba Micaela. 

–Micaela me llegó en lo profundo. Detrás de esa sonrisa había una gran historia, y no en términos periodísticos, sino de su relación con la sociedad –recuerda Mariano García, periodista de Telefé.  

Una de las primeras fotos que se viralizó de La Negra fue en la que estaba sonriente (como siempre) con la remera del movimiento #NiUnaMenos y su puño en alto con un almohadoncito. La imagen la extrajeron del twitter de Alejandro, que fue quien congeló ese instante un día en el que Micaela estaba contenta porque había aprendido a coserse su propia ropa.  

–Está haciendo un gesto como diciendo “lo logré” –precisa Alejandro.

Esa remera se la había comprado su abuela Graciela en Concordia, en una feria sostenida por mujeres víctimas de violencia de género. Las integrantes de la Casa de la Mujer de Concordia imprimían imágenes en serigrafía. Como se sintió identificada con la iniciativa, Graciela compró seis remeras de diferentes tamaños y se las repartió a sus sobrinas, a Micaela y se guardó una para ella. 

–Es una de las que más usaba, junto con las del Evita –cuenta orgullosa Graciela.  

A través de las redes y los medios de comunicación se enteró la gente que había compartido tantos años con Mica en la gimnasia aeróbica. Lorena y Jorge, sus profesores, junto con Micaela Villa y otras amigas, empezaron a organizar una marcha en Buenos Aires. Gracias a la competencia deportiva tenían contactos con los medios. También se pusieron de acuerdo con el Movimiento Evita y con organizaciones de izquierda y feministas. Llevaron carteles y folletos que prepararon en la terraza de la casa de Lorena y los pegaron en la zona de la Casa Rosada, Tribunales, Cabildo y otros puntos del centro de la Ciudad de Buenos Aires. A la convocatoria se sumaron compañeras del Colegio del Uruguay de Micaela que estudiaban en esa ciudad. Durante la marcha, que se hizo ese martes alrededor de la Plaza de Mayo, no solo los medios de comunicación se acercaron a charlar con ellas y ellos. Familiares de Araceli Fulles, una joven que había desaparecido el domingo 2 de abril de 2017, un día después que Micaela, se unieron al reclamo porque no lograban tener difusión. 

–Cuando las y los periodistas nos daban lugar para hablar, porque el Caso Micaela “vendía”, nosotras también les dejábamos un espacio a los familiares de Araceli para que pudieran visibilizar su búsqueda, porque nadie estaba hablando de ella –recuerda Micaela Villa.  

Fragmento del capítulo 8 “Estamos buscando a Micaela”, del libro Micaela García. La piba de la sonrisa eterna”, de Santiago García (Editorial Chirimbote, 2022).