Cosecha Roja.-

Adriana Sonderman, de 52 años, había salido para su ferretería temprano. Sin advertir nada raro, el 22 de junio llegó a su negocio en Boulogne Sur Mer al 500 de la Ciudad de San Martín, en Mendoza. Apenas abrió el portón del local la sorprendieron desde atrás y la empujaron hacia adentro. El agresor tomó un hierro, la golpeó varias veces en la cabeza y se lo clavó en el cuello. Pocos días después, Alejandro Alegre, su ex yerno de 25 años fue detenido como principal sospechoso del crimen.
Por estas horas será sometido a pruebas psiquiátricas y caligráficas. Los investigadores quieren saber si fue él quien talló en la puerta un mensaje mafioso dirigido al hermano de la víctima para desviar la investigación. “Carlos, pagá lo que debés o siguen tus hijos”, escribió el asesino.

A los pies de la puerta estaba el cadáver de la mujer y a su lado la cartera, con las llaves del local, un teléfono celular y unos 200 pesos. La hipótesis de robo se descartó de inmediato.

Con el correr de las horas, el entorno de la víctima comenzó a ser investigado. La mala relación entre la hija de Donderman y su ex pareja, con quien tienen un bebé de cinco meses, fue una de las primeras líneas que siguió la justicia.

Según publicó el diario mendocino Los Andes, Alegre vivía desde hacía dos meses en la provincia de Santa Fe y el martes anterior al crimen había vuelto a sus pagos sin avisarle a nadie.

El día del crimen, el hombre salió a las 9 de la pensión en la que se alojaba, a pocas cuadras de la ferretería de la víctima y fue hastala casa de su ex mujer. Quería ver a su hijo, peo nadie le abrió la puerta.

Alegre volvió a la pensión alrededor de las 10.30. Los investigadores creen que en esa hora y media que estuvo afuera tuvo tiempo suficiente para cometer el asesinato.

El dueño del hotel donde se hospedaba le comentó sobre el caso. “Él respondió que conocía a la víctima porque tenía un hijo con su hija”, indicó una fuente judicial. Al sábado siguiente, y sin intentar volver a ver a su hijo, regresó a Santa Fe.

Pocos días después, Alegre le mandó un mensaje de texto a su ex mujer expresándole sus condolencias. Al mismo tiempo, la policía y la justicia ya lo estaban investigando.

Los indicios en su contra son muchos: había trabajado en la ferretería de Sonderman y, si bien no tenía llaves, sabía todos los horarios y movimientos de la víctima. Además, los perros que viven en el negocio no ladraron, por lo que se supone que conocían al atacante.

“Creemos que escribió el cartel (dirigido al empresario Carlos Donberman) para desviar la investigación, ya que conocía perfectamente la relación nula que había entre los hermanos”, agregó un vocero judicial.
Romina Donderman, la hija de Adriana, declaró que luego de la separación, se sucedieron amenazas a la mujer y su familia. “Le decía que le iba a quitar el hijo y que le iba a pegar donde más le dolía”, explicó un investigador.