El 14 de junio de 2018 Alejandra llegó a su casa y notó que la puerta estaba abierta. Al entrar vio manchas de sangre en el piso y las paredes. Los rastros llegaban al baño. Ahí encontró el cuerpo de su hija Evelyn Tatiana Lehr -25 años, artesana- con cortes en todo el cuerpo. Al día siguiente la policía detuvo en una estación de servicio en las afueras de la ciudad a Carlos Archie Phillips, el ex novio de Evelyn. Estaba herido y ensangrentado. Mañana comenzará el juicio en el que Phillips está acusado de homicidio doblemente agravado por la relación entre ambos y por mediar violencia de género.
“Nada me va a devolver a mi hija, pero espero que sirva para que no le pase a otras mujeres”, contó Alejandra a Cosecha Roja. La mujer confía en que el femicida que mató a su hija será condenado a perpetua. Las pruebas son muchas: los estudios de ADN que confirmaron que había manchas de sangre de él por toda la casa, los mensajes de texto en los que él insistía para volver con ella, el testimonio de su familia y las amigas que cuentan que él la celaba y la había amenazado varias veces.
La mamá y el papá de Evelyn serán los primeros testigos que declararán en el juicio. Después está previsto que declare una vecina por videoconferencia, peritos, policías y en las semanas siguientes las amigas de ella. El Tribunal estará compuesto por los jueces César Zaratiegui, Mirta del Valle Moreno y Sergio Piñeda.
Evelyn había comenzado a hacer artesanías en 2013, cuando un accidente de tránsito la dejó postrada durante varios meses. Sufrió fracturas de vertebras y doble fractura de cadera y atravesó cinco operaciones. Con el tiempo se interesó en la orfebrería y abandonó la licenciatura en historia. Aprendió a trabajar alpaca, cobre, bronce. Fabricaba alhajeros, dijes, aros, pulseras, collares y llaveros que vendía por encargo (como souvenirs en bautismos) o en las ferias.
Cuando su hermana se mudó a General Roca para estudiar diseño industrial armó su taller en el cuarto de ella en la planta alta. En la planta baja tenía otro taller donde tenías las herramientas más pesadas.
En 2016, durante un recital de rock en Gaiman, una localidad a 15 kilómetros de Trelew, conoció a Archie. Se pusieron de novios. “Al tiempo ya frecuentaba la casa, iba a los de mis viejos. Era una persona agradable, simpatica, sociable, servicial. Siempre la trató muy bien delante nuestro”, recuerda Alejandra. En la intimidad, él la celaba y la controlaba.
En el verano de 2018 viajaron juntos de mochileros a la cordillera. Una día ella llamó a la madre. Le contó que se había peleado con el novio y le pidió si podía sacarle un pasaje de regreso. “Se volvió sola. Me dijo ‘nos peleamos con Archie’ y no quiso contar más. A una de las amigas le comentó que la había amenazado, que le dijo la iba a matar”, contó Alejandra.
Entre un mes y un mes y medio después volvieron y él se puso más agresivo. Una noche fueron a ver una banda de rock y discutieron. Ella se volvió a su casa en taxi. Él la siguió y entró a la casa por la ventana de la planta alta. “Cuando llegué lo encontré borracho tirado sobre la cama”, dice Alejandra. Él lloró y pidió perdón. Unos meses después Evelyn finalmente lo dejó.
—Es una relación enfermiza. No es lo que quiero para mi vida —le contó llorando a su madre.
Él insistió para volver a verla y ella lo rechazó. La noche del 13 de junio de 2018 entre las 9 y las 9 y media de la noche él la llamó varias veces al celular y al teléfono fijo. El informe de las antenas de celular confirmó que él estaba a unas pocas cuadras de la casa.
Esa noche Evelyn estaba sola. Su mamá había ido a la casa de su pareja. No se sabe con certeza lo que pasó después ni cómo hizo él para entrar a la casa. “La sorprendió en el baño”, cuenta su mamá. La autopsia confirmó que Evelyn recibió 30 puñaladas. En algún momento él también se cortó con el cuchillo. Dejó rastros por toda la casa: en la habitación de Evelyn, sobre su cama, en el pasillo, en los interruptores de luz, en la heladera, en una jarra de agua y en un vaso. Antes de irse, Archie se puso ropa limpia que había llevado en una mochila y dejó la ropa manchada de sangre. En la escena del crimen dejó una mochila con una vaina de un cuchillo, cds, libros de Evelyn y una gorra con visera.
Al día siguiente Evelyn debía viajar a Rawson a una feria de artesanos donde trabajaba dos veces por semana y después iba a ir a la casa de sus abuelos. Su madre la llamó todo el día sin tener respuesta. A la tarde decidió ir a la casa a ver si le había pasado algo. La reja de entrada estaba cerrada con llave pero la puerta estaba abierta. Apenas la empujó vio las manchas de sangre. “Yo pensé: ‘este la golpeó y está tirada en el baño’ -cuenta Alejandra-. Nunca me imaginé que la iba a encontrar muerta en un charco de sangre”.