Por Cosecha Roja. –
No había nada fuera de lugar en el relato: la pareja pensaba hacer las compras en un supermercado de Belo Horizonte, estado de Minas Gerais, Brasil. Iban y volvían. O eso debe haber calculado María Valeria Perotti cuando decidió que su hijo de 10 se quedara en el departamento. Valeria estaba embarazada de 7 meses. José Antonio de Jesus Mendes, su pareja, la tomaba de la mano cuando pisaron la calle de cara al sol de las 5 de la tarde en el Barrio Prado.
Un par de horas después, Mendes llamó a la Policía Civil.
-Dos personas quisieron asaltarnos, balearon a mi mujer. Me encerraron en el baúl del auto que usaban para huir. No sé donde estoy.
La versión de Mendes no se sostuvo por mucho tiempo. Dos testigos del asesinato aseguraron haber visto cuando el técnico electrónico, el padre del bebé, sacó el arma y gatilló no una, sino dos veces en la cabeza de Valeria. Después de los dichos de los testigos, Mendes pasó de víctima a victimario y quedó en el foco de la investigación de la justicia.
“Valeria llegó muerta a un hospital Juan XXIII. Los médicos le practicaron una cesárea que permitió el nacimiento de su hijo, con 28 semanas de gestación. Ahora está internado pero su vida sigue en peligro”, le dijo a DyN el cónsul adjunto en Belo Horizonte, Camilo Silberkasten que agregó “la encontraron tirada en la calle, con dos tiros en la cabeza”.
El nene de 10 años, hijo de un matrimonio anterior, estuvo horas encerrado sin saber nada de su madre hasta que logró comunicarse con su papá, que vive en Argentina. Valeria se había mudado a Brasil hace 8 años con la idea de abrir una empresa de seguridad electrónica. Después de una búsqueda en redes sociales hoy su madre llegó a Belo Horizonte para reconocer el cuerpo de su hija y ver a su nieto.
Mendes estuvo preso en el Centro de Reubicación Previsional de Gameleira hasta hoy viernes. Pero fue liberado porque, para la justicia brasilera, no bastaba con los dichos de los testigos como única prueba en su contra. Pero la sentencia pasó de largo un detalle clave: cuando lo apresaron el técnico electrónico tenía manchas de sangre en la ropa.
Por no tener antecedentes Mendes hoy es un hombre libre. El régimen de libertad provisional al que quedó sometido tiene una serie de curiosidades. El sospechoso del asesinato tiene prohibido salir de Belo Horizonte, debe estar en su casa antes de las 22 y no puede ir a bares. Lo que en criollo se dice, una castigo ejemplar.
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