masacre de quilmes

Agencia Andar.-

Así comenzó su declaración Juan Pedro Soria, ex comisario de la comisaría 1° de Quilmes, imputado por la denominada masacre de Quilmes: el incendio en los calabozos que albergaba menores de edad ocurrido el 20 de octubre de 2004. Esta semana  finalizan las audiencias testimoniales del juicio oral. Luego de varios testigos citados por la defensa, declararon el ex comisario Soria y el oficial Humberto Ávila. Ambos están imputados junto a los oficiales, Gustavo Altamirano, Jorge Gómez, Franco Góngora, Elizabeth Grosso, Basilio Vujovich, Fernando Pedreira, Juan Carlos Guzmán y Hugo D’Elía por apremios ilegales, tormentos y por la muerte de los cuatro jóvenes.

Juan Pedro Soria se corrigió al inicio del relato: “soy el comisario Soria, perdón el ex comisario”. Explicó ante el Tribunal Oral 3 de Quilmes que hace años fue “echado” de la fuerza policial, a pesar de que en 2006 fue ascendido a comisario inspector en la DDI de San Miguel. La intervención del Dr. Arslanian, ante la presión de familiares y la Comisión Provincial por la Memoria, hizo que Asuntos Internos lo dejara cesante en el año 2007 por los hechos sucedidos en la Primera de Quilmes.

“Me hice cargo de la comisaría en noviembre del 2003. Sobre la noche del incendio puedo decir que cerca de las 22:25 cuando estaba en mi oficina veo pasar corriendo a un oficial de guardia gritando ‘¡fuego, fuego!’ Acto seguido me dirijo al sector de donde provenía el humo, los calabozos. Al ver el fuego, le ordené al imaginaria que abra la puerta. Éste lo intenta y luego el oficial Gómez, quien debía tener las llaves en su poder, debió arrojárselas”. Así se abrió el calabozo. “Ordené tirar agua para apagar el incendio”, explicó.

El relato de Soria es vago, sin detalles ni tiempos. Los oficiales que recuerda son sólo los que dice ver en la escena del calabozo, no los que él tenía a cargo en toda la dependencia.

“Los oficiales Diulio  y Góngora abrieron el calabozo 1 y los menores fueron llevados a los baños. En ese momento me fui a la guardia a verificar que llamaran a emergencias y ordeno la evacuación de la comisaría. Veo la manguera del bombero ingresar al sector calabozos. Al llegar a la guardia veo también a la oficial Guaquinchay, la cual tenía un embarazo avanzado, en la zona de los calabozos y le digo ¿qué está haciendo ahí? Le ordené que se vaya a la guardia”.

“Quiero dejar en claro que la culpa de las muertes es de los menores que prendieron fuego y lo que hicimos fue un rescate”, dijo Soria ante un auditorio atónito al escuchar la hipótesis de salvataje. Días anteriores, en esa misma silla, los sobrevivientes del incendio -todos menores de edad en aquel momento- relataron desgarradoras escenas de violencia y torturas padecidas a cargo de los funcionarios públicos. “Todos sabemos que si no se abría el calabozo el saldo iba a ser mayor”, aclaró y prosiguió: “trasladamos a los heridos al hospital en móviles porque esos menores necesitaban oxígeno”.

En relación a los tormentos, el ex comisario aclaró que no pudo ver nada y desconoció lo que sucedió en la cocina y en patio de la comisaría, además de lo referido a las requisas violentas. Relató que él estaba fuera de la dependencia aquella tarde y que el ex sub comisario Vujovich le comunicó por teléfono: “hubo un problema. Quedó resuelto, quedate tranquilo”. Soria entonces considera que de la seccional se encontraba a cargo su segundo,  pues al salir el comisario éste queda a cargo de la dependencia. Con lo cual para él la requisa estuvo a cargo del ex subcomisario  Vujovich. Aclaró: “el cambio es automático, yo me voy y queda a cargo él”. El traspaso formal de la tarea de mando de Soria sobre su segundo Vujovich  no consta en el libro de actas ni en ningún documento.  Los testigos dijeron en el juicio que el comisario se hallaba a pocos metros del lugar y fue alertado por el oficial Ferreira acerca de los disturbios y la pelea vespertina en el sector calabozos.

En relación al incendio dijo que los policías “arrojaban agua en baldes”. Mencionó también la existencia de matafuegos en su oficina y en la planta alta pero no en el sector calabozos: “pedí a infraestructura que evalúe las condiciones del lugar” dijo y aclaró que él estuvo preocupado pero que no era su responsabilidad última.

Soria hizo su descargo también en relación a las actuaciones del juez Entío y el fiscal de primera instancia Nievas Woodgate: “El juez Entío llegó a la seccional a los 20 minutos de lo ocurrido. Me reúno con él y vemos a los menores ilesos que se hallaban en la comisaría. Al rato Entío fue al hospital  de Quilmes y al llegar me recrimina la situación que ve. “Acá va a haber muertos y yo con usted no tengo nada más que hablar”, me dijo. Me sorprendí mucho con el comentario del juez,  con su accionar por  lo acontecido en la comisaría primera. También llame al fiscal de turno, el Dr. Nievas Woodgate, el cual me dijo que no iba a venir y que si lo precisaba el juez que lo llame”. Soria consideró que, como un jefe responsable y actuante de acuerdo a los protocolos, dio los avisos correspondientes.

En esta jornada también hizo uso de la palabra el oficial imputado Ávila. “Por estos hechos estuve 37 meses y 14 días suspendido y me han etiquetado injustamente”. Ávila está señalado como uno de los oficiales torturadores de los menores alojados. “Ese día estaba de franco y subí al primer piso a buscar a Pedreira (otro de los imputados acusados de ser brutal en la requisa) para ir a cenar. Estaban también Ares y Góngora. Escuchamos los gritos de fuego y salimos todos corriendo. Vamos al sector calabozos y luego de ver salir a los menores escuché que faltaba uno y decidí entrar al calabozo a revisar si alguno se hallaba dentro aún”. Esa acción, dijo, provocó que aspirara el humo reinante y se intoxicara padeciendo síntomas que los doctores atribuían a las supuestas víctimas del fuego: irritación de ojos, mareos, dificultad para respirar y atontamiento.

Luego de chequear los calabozos, el imputado recorrió el patio y la guardia. En sus declaraciones, los sobrevivientes lo ubican cerca de la cocina de la seccional, cruzando el patio  junto al oficial  Pedreira, amenazando con cachiporras a los pibes e intentando averiguar quién había prendido el fuego. Luego de lo sucedido Ávila dijo que se retiró a la seccional 3ª de Varela y realizó allí actuaciones sobre lo ocurrido. Allí también los jóvenes trasladados luego del incendio lo señalan como el oficial que los amenazaba para que firmaran declaraciones.

“No vi maltrato a los menores en ningún momento de los hechos mencionados y, si lo hubiera visto, hubiera evitado que lleven adelante su cometido”, concluyó en su declaración. Ávila no está imputado por los golpes que sufrieron los jóvenes en la requisa de la tarde ya que no estuvo presente en la seccional aquel día.

Se prevé que a partir del miércoles 30 de septiembre comience la lectura de los alegatos de las partes.