Hace unas semanas, un trabajador del turno noche del sector tapas de La Salteña, en el Parque Industrial de Burzaco, empezó a sentirse mal: le dolía la cabeza y el cuerpo. Fue a la enfermería, el médico le dio un ibuprofeno y le dijo que podía volver a trabajar. Al otro día la situación se repitió: malestar, enfermería, ibuprofeno y de vuelta al trabajo. Al tercer día los síntomas seguían. Pero esta vez, decidió avisarles a los delegados, que le dijeron que se vaya a su casa. Después de tener síntomas por 48 horas en las que no lo dejaron ausentarse de su puesto, el empleado dio positivo de COVID-19.
“Inmediatamente empezamos a separar a los trabajadores que fueron contacto estrecho”, dijo a Cosecha Roja Ezequiel Barbeito, de la Comisión Directiva. Y se fueron enterando de que otros compañeros habían pasado por la misma situación con la enfermería y el ibuprofeno.
En tres días, hubo 10 casos positivos.
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Los delegados le exigieron a la empresa que parara la planta una semana para desinfectarla y hacer testeos masivos. La empresa primero se negó: argumentó que todos usaban barbijo y no había riesgo de contagio. Por la presión de la Comisión Directiva, que activó un paro de 48 horas, la empresa finalmente aceptó y cerró la planta una semana.
El resultado de los testeos dio 54 positivos del total de 350 empleados. La mayoría eran asintomáticos.
La semana del 10 de agosto 60 trabajadores, que no estaban contagiados ni tuvieron contacto estrecho con los positivos, volvieron a trabajar. Como la reducción de personal afectaba la producción, decidieron de manera voluntaria alargar sus turnos hasta que volviera el resto de la planta. En vez de tres turnos de 8 horas, empezaron a trabajar en dos de 12.
“Lo hicimos como un gesto para mostrar buena voluntad, porque la empresa respondió a nuestras exigencias de testeos y desinfección”, explicaron desde la Comisión Directiva.
Pero en estos días, cuando la situación empezó a normalizarse -hoy está activa más de la mitad de la planta y la semana próxima ya estaría completa- comenzó el hostigamiento.
“La empresa quiere dejar los turnos de 12 horas por tiempo indeterminado con el argumento de que tiene que producir más”, dijo Barbeito. A esa exigencia se sumó la colocación de cámaras en lugares estratégicos de la planta: los baños, los distintos sectores e incluso la puerta de la oficina de la Comisión Directiva. Y la amenaza constante de que la empresa está por quebrar y habrá despidos.
Este miércoles la Comisión Directiva tendrá una audiencia en el Ministerio de Trabajo. Allí van a denunciar la situación de hostigamiento.
Los trabajadores hoy están en estado de alerta. “Si no fuera por nuestra insistencia, hoy estaríamos todos contagiados”, denunciaron.