Cosecha Roja.-
¿A qué hora murió? ¿Quién entró y quién salió de la escena? ¿En qué horarios? ¿Quién fue el último en ver a la víctima? Esas son algunas de las preguntas que busca responder cualquier detective de Hollywood. Son los interrogantes que intenta resolver la fiscal Viviana Fein, a cargo de la investigación por la muerte de Alberto Nisman. Elemental, mi querido Watson.
Fein anunció que espera los peritajes de las cámaras de seguridad del edificio Le Parc de Puerto Madero, donde vivía Nisman. Cuando tenga los resultados podrá cotejar esa información con el relato de Diego Lagomarsino, el colaborador y dueño del arma que los investigadores encontraron debajo del cuerpo del fiscal. Los registros que llevan los guardias de seguridad del edificio no coinciden con los horarios detallados ayer por el joven informático.
Según la versión de la guardia, Lagomarsino llegó a la casa de Nisman a las 15 hs aproximadamente, tal como figura en el registro de ingresos y egresos de la torre. Se fue a las 15.30 y volvió a las 20. El siguiente registro de la visita del colaborador es del lunes 19 a las 00.54 (después de que la madre de Nisman encontrara el cuerpo). Eso contó la fiscal Viviana Fein, que pidió “prudencia” porque hay “irregularidades” en las planillas en varios casos. Los egresos en ese complejo no se registran de forma personal sino que cada cierto período de tiempo los guardias hacen un “barrido” y dan por egresados a los que habían entrado.
Los datos con los que cuenta la fiscal no coinciden con el relato que dio ayer, en conferencia de prensa, Lagomarsino. Según él, le sonó el teléfono a las “4:25 o 4:26”. Aparecía como número privado y no lo escuchó. Pero volvió a sonar y atendió. “Era Alberto Nisman diciéndome ‘por favor, ¿podés venir?’”, contó. Se cambió y fue hacia Puerto Madero. “Tardé 20 minutos: no hay nadie en la calle el sábado y, menos, en enero”, continuó el relato. Eso implicaría que llegó cerca de las 4:46, casi dos horas después del registro que tiene Fein.
Se identificó en el puesto de seguridad de Le Parc, lo autorizaron y entró por la puerta de servicio. Una vez arriba, abrió Nisman. Lagomarsino observó sobre la mesa “mucha documentación” y “cuatro resaltadores”. Conversaron sobre la repercusión de la denuncia y, según el joven, el fiscal dijo “tengo más miedo de tener razón que de no tener razón”. Y le pidió un arma porque ya no confiaba en sus custodios y tenía miedo “por las chicas”. “Me dejó totalmente mal parado, no entendía nada: imagínense ustedes si están con su jefe y les pregunta eso”, relató. Y agregó: “Lamentablemente le dije que sí”.
Lagomarsino tenía “un arma vieja, una 22” y la fue a buscar. Salió del edificio, se subió al auto y volvió a su casa. Ahí estaban su mujer y la hermana y sus hijos. La Bersa calibre .22 no estaba a mano y entonces esperó.
-¿Qué te pasa que estás pálido?- le preguntó la mujer.
– No, viste, estas cosas que están pasando- respondió.
Minutos después de las 19 volvió a sonar el teléfono. Era Nisman: “¿encontraste eso?”. “No, todavía no, pero quedate tranquilo que lo voy a encontrar”, respondió. Cortó, esperó a que se fueran todos, juntó las partes del arma y las guardó en la mochila. También llevó “el título de propiedad del arma, la credencial roja”. Entonces volvió al edificio, se registró de nuevo. “Esta vez estacioné antes, más atrás”. Vio a uno de los custodios personales de Nisman entrar. Aceleró la marcha para alcanzarlo y subieron juntos en el ascensor. El hombre llevaba un sobre color madera en la mano, que le entregó a Nisman cuando abrió la puerta.
El policía se fue y Lagomarsino pasó al living y le pidió un café. “Preparátelo vos”, le respondió. Después le enseñó a usar el arma: “cómo poner el dedo, cómo cargarla, cómo descargarla”. Nisman envolvió el arma en “el paño verde” y le dijo que se fuera. Antes de subir al ascensor se dio vuelta para despedirse de Nisman: “Chau, Alberto, nos vemos, nos vemos”. En el ascensor había 5 personas. Después se subió a la camioneta y se fue. “No mucho más”, dijo y terminó su declaración a los medios. Nada se sabe sobre qué hizo después.
Lagomarsino es el único imputado en la causa por haber facilitado el arma y violar el 189 bis, apartado 4 del Código Penal. Según Fein, “no hay ningún elemento que lo pueda comprometer en la intervención de un hecho doloso de mayor gravedad”.
Foto: Telam
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