Los cubrebocas de Cuetzalan: arte indígena contra la pandemia (y el machismo)

Pedro Martín Concepción tuvo que luchar contra los prejuicios para convertirse en artesano textil. Y hoy, cuando su comunidad se quedó sin ingresos por la suspensión del turismo, volvió a reconvertirse: puso en movimiento su telar para fabricar tapabocas con la impronta de uno de los artes más antiguos del continente.

Los cubrebocas de Cuetzalan: arte indígena contra la pandemia (y el machismo)

Por Cosecha Roja
04/05/2020

Por Lucero Hernández.-

“Ahí va el puto que se dedica a oficios de mujer”, le gritaban hace unos años a Pedro Martín Concepción en las calles de Cuauhtamazaco en Cuetzalan, Puebla, donde estaba mal visto que un hombre se dedique a las artes textiles.

Pedro nunca se asumió como víctima y con los años logró que esos mismos hombres que antes lo discriminaban ahora trabajen con él. Y esa misma resistencia con la que enfrentó el machismo ahora la opone contra el coronavirus: la pandemia lo impulsó a reinventarse una vez más.

Se negó a ver sin movimiento el telar de cintura que tiene en su casa artesanal Mazatzin Textiles. Por un tiempo dejó atrás las mantas, las faldas y los quechquemitl. Hoy los cubrebocas artesanales se han convertido en su mayor proyecto de negocios. Las ventas superaron en un corto tiempo las de sus anteriores productos.

Pedro, el hombre que era señalado y criticado por dedicarse a los tejidos artesanales, volvió a innovar y a cambiar las costumbres de su pueblo. La idea comenzó con la petición de una clienta que le pidió a Pedro muestras de cubrebocas.

La publicación en redes sociales de esas muestras dispararon el interés por adquirirlos. En unos días, Mazatzin Textiles ya había reactivado sus operaciones hasta ampliar la plantilla de trabajadores.

Antes del COVID-19 era común ver autobuses con visitantes de otros estados y países. Ahora, las ventas son en línea.

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Hombres en el diseño textil indígena

Cuauhtamazaco tiene menos de 2 mil 500 habitantes. Es una de las comunidades con muy alto grado de marginación en Puebla, México: persiste la falta de agua potable, los pisos de las viviendas aún son de tierra y se carece de acceso a los servicios de salud.

En medio de esa pobreza, emerge el machismo: los hombres se sienten superiores a las mujeres y no hay opción para salir de lo socialmente establecido. Si eso llega a pasar, el hombre se convierte en puto. Pedro se acostumbró a esos gritos.

Enfrentar el machismo no ocurrió sólo fuera de su casa, también dentro. Antes, era su propia familia la que buscaba alejarlo de los “oficios de mujeres”.

Hoy, su mamá teje y borda los productos de Mazatzin Textiles, su papá ayuda en las entregas. Y sus seis hermanos, seis sobrinos y dos cuñados también forman parte de la plantilla laboral.

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Entre cultivos de café y fiestas populares

Desde los 12 años aprendió el oficio de su padre, campesino cafetalero y vendedor en fiestas populares. Dormir en banquetas, recorrer municipios y estados, siempre ofreciendo café de grano con un sabor y aroma característicos de Cuetzalan.

Entre los cafetales Pedro se animó a desafiar su tradición familiar y le dijo a su padre que su sueño no estaba en la venta de café. Él quería tejer y diseñar sobre telares.

Poco a poco logró vincularse con diseñadores locales, nacionales e internacionales. Piezas creadas con sus diseños lo llevaron a ganar premios como Joven Creador de Arte Popular y Gran Maestro de Patrimonio Artesanal de México por Fomento Cultural Banamex.

Pedro se siente orgulloso de su trabajo, de ese camino que lo llevó a obtener 12 premios nacionales por sus diseños textiles.

“Rompí barreras para existir y ser, estoy haciendo historia con mi trabajo”, dice. “Ahora el hombre es libre”.

Una pieza suya, un Quechquemitl (prenda de origen prehispánico que viene de quechtli: cuello y quemitl: vestido) dedicado a la madre tierra y universo, se expone en el Antiguo Palacio de Iturbide en la Ciudad de México.

De Cuauhtamazaco para el mundo

Las 20 mujeres y 10 hombres que trabajan en Mazatzin Textiles bordan la manta con la técnica de pepenado hilván, donde con la ayuda de un hilo de color y una aguja de mano forman dibujos en los cubrebocas artesanales.

Ilustran pájaros, piñas, flores de calabaza, elotes, tlayoyos, maíz, cocoac y montañas, para que tanto quien los porte como quién los vea, sonrían en medio de la emergencia internacional.

El coronavirus puso en confinamiento al mundo, pero en Mazatzin Textiles los telares no paran para atender a las peticiones que llegan de Nuevo León, Querétaro, Chihuahua, Veracruz y Puebla, además de Estados Unidos.

Ya no hay más gritos en la calle para Pedro. Atrás se quedaron los señalamientos del hombre que se dedica a oficios de mujer. De ser criticado, ahora es ejemplo.

Esta nota se escribió en el marco de la Beca Cosecha Roja.-