Lo que tenés que saber sobre el futuro de las mujeres en Afganistán

En cuatro meses, el ejército talibán tomó el control de 267 distritos afganos. La retirada sorpresiva y veloz de las tropas estadounidenses fue la última estocada a la guerra de dos décadas entre talibanes, el gobierno afgano y sus aliados internacionales. En medio de esta guerra de hombres quedaron las mujeres y niñas afganas que se enfrentan de nuevo a un régimen misógino que ha querido aniquilarlas.

Lo que tenés que saber sobre el futuro de las mujeres en Afganistán

18/08/2021

Por Manifiesta Media

“Esta es una victoria para toda la nación… esta nación formará parte de la historia. (..) tomar la independencia es el derecho legítimo de todo país’. El portavoz talibán Zabihullah Mujahid mira a la cámara durante la primera conferencia de prensa que dieron los talibanes desde Kabul, Afganistán, un par de días después de haberse tomado la capital.

Este hecho, que le siguió al retiro de las tropas estadounidenses del país, junto con la huida del presidente afgano Ashraf Ghani y la neutralización de sus tropas, lo hizo oficial: luego de 20 años de guerra y una intervención internacional que empiezan a llamar ‘fracaso’ en el territorio, los talibanes tomaron nuevamente el control del país.

«No queremos que Afganistán sea un campo de batalla. Hoy en día los combates han terminado», aseguró Mujahid, alineado con lo que ha repetido el grupo de combatientes desde que pasó de estar presente en zonas remotas del país a tomarse finalmente la capital: quieren que su retoma del control se lleve a cabo de manera pacífica. «Quien estaba en contra de la oposición ha recibido una amnistía general. Los combates no deben repetirse».

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El resto del mundo: comunidad internacional, políticxs, medios de comunicación, analistas, e incluso habitantes de Afganistán, quienes desde el pasado fin de semana tienen los ojos puestos sobre sus casi 36 millones de habitantes, dudan de esta postura. Esto porque la historia siempre parece repetirse a sí misma, y esta toma de la capital nos recuerda a la que hubo en 1996 por parte del mismo grupo, para instaurar, a la fuerza, lo que llamaron ‘Emirato Islámico de Afganistán’ (EIA). Esto duró hasta 2001, cuando Estados Unidos invadió militarmente el territorio tras el 11 de Septiembre.

En dos décadas, las tropas estadounidenses no pudieron derrotar militarmente a los talibanes, que desde 2001 se replegaron a las zonas montañosas y de difícil acceso de Afganistán. El informe del Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR) de 2019 había advertido que el ejército talibán estaba más fuerte y poderoso que en 2001. De acuerdo con la misma fuente, en el último trimestre de 2019, los talibanes recrudecieron sus ataques y cobraron la vida de cerca de 8000 personas.

Uno de los argumentos que soportaron esta cuestionada intervención fue el restablecimiento de los derechos de las mujeres afganas. A pesar de que el régimen talibán logró mantener durante esta época una cierta estabilidad en un país acostumbrado al conflicto interno, las violaciones contra los derechos de las mujeres y la misoginia durante esos años fue una constante que escandalizó a la comunidad internacional.

El régimen se caracterizó por imponer la interpretación más ortodoxa y extrema de la sharia o ley islámica. «Los que intentaron legitimar su ocupación con los ‘derechos de la mujer’ hace 20 años, ahora dejan la vida de millones de mujeres a merced de los talibanes», señalan las mujeres del Kurdistán en este comunicado de solidaridad con sus hermanas afganas.

Con un nuevo régimen talibán tocando a la puerta, se levanta de manera urgente una pregunta cuando hablamos sobre la situación en Afganistán: ¿Qué significa el regreso del grupo talibán al poder para la vida de las mujeres afganas? Contactamos y recopilamos voces de analistas cuyos análisis son claves para entender el presente y el futuro de las mujeres en este país bajo el peso de un momento histórico.

Imágenes de una vieja tensión

Durante cinco años, de 1996 a 2001, bajo el mando del emir Mulá Omar, las afganas vivieron un retroceso escandaloso de sus derechos. En esa época estuvieron relegadas al ámbito privado: tenían prohibido trabajar, estudiar e incluso salir de casa sin su mahram, o acompañante hombre. Estas fueron solo algunas de las normas, que iban desde ser ejecutadas por cometer adulterio, hasta prohibiciones en su vestimenta (uso obligatorio del velo islámico Niqab) y negación del acceso a cualquier manifestación artística.

En octubre de 2001, Estados Unidos lanzó la Operación Libertad Duradera contra las fuerzas talibanes junto a la Alianza del Norte, milicias rivales del régimen. Así retomaron el control de gran parte de Afganistán. «La remoción de los talibanes del poder en 2001 repercutió en cambios prácticamente automáticos en las libertades de niñas y mujeres, las cuales habían sido restringidas por la versión estricta de la sharia aplicada por ese grupo» afirma Arlene Thickner, profesora titular de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.

María Catalina Monroy, profesora de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y directora del proyecto The WomanStats Project para Latinoamérica coincide con su colega. «Por lo general, cuando se hace referencia a intervenciones militares de EEUU son más las críticas que los elogios debido a la forma de la intervención y a los intereses de la gran potencia en distintos territorios a nivel mundial. No obstante, este caso refleja una versión completamente diferente», María Catalina explica que con la intervención se restablecieron los derechos humanos de las mujeres ante un futuro oscuro y violento.

Sin embargo, esto no significa que la intervención estadounidense trajo una vida libre de violencias para las mujeres afganas. Carolina Bracco, politóloga argentina y doctora en culturas árabe y hebrea afirma en esta entrevista que no se puede idealizar la intervención militar extranjera. «Supuestamente la invasión a Afganistán por parte de Estados Unidos estaba justificada sobre la liberación de las mujeres afganas y en 20 años lo único que hizo fue maquillar algunas instituciones, pero no hay una participación real de las mujeres en las instituciones y organizaciones de Gobierno».

Pero hay avances visibles que no se pueden negar. En los últimos 20 años, las mujeres afganas pasaron de tener una nula participación política a representar el 25 por ciento del actual Parlamento de Kabul. Más de 100.000 mujeres forman parte de concejos locales.

Hoy se siente como 20 años atrás. Zarifa Ghafari, alcaldesa de la ciudad afgana de Maidan Shahr, por ejemplo, denunció que ya recibió amenazas de muerte. «Estoy sentada aquí esperando que vengan. No hay nadie que me ayude a mí ni a mi familia; vendrán por personas como yo y me matarán». Esta es solo una imagen que revive la angustia por los derechos de las mujeres en Afganistán.

A pesar de declarar que «El Emirato Islámico no tiene hostilidad con nadie y la animosidad ha llegado a su fin», las tensiones contra las mujeres afganas ya se han hecho presentes. Otra imagen actual tiene que ver con las mujeres periodistas que reportan la situación en Kabul. CNN pudo hablar con combatientes tras la toma de la capital, y uno de ellos afirmó que las mujeres periodistas podían seguir con su labor siempre y cuando usen el Niqab y no se relacionen con hombres fuera de su familia.

Sin embargo, según reporta el medio, dos mujeres periodistas fueron visitadas en sus propias casas por los talibanes. Asimismo, reporta CNN, otra periodista recibió una llamada amenazante de un talibán. A pesar de esto, varias periodistas continuaron con su labor desde este lunes, haciéndole frente al miedo que se tomó Kabul y el país este fin de semana. Entre ellas se destacan Zahra Rahimi del medio afgano TOLOnews, una de las pocas mujeres locales cubriendo la situación en las calles, y Beheshta Arghand, del mismo canal, quien entrevistó en vivo a Mawlawi Abdulhaq Hemad, del equipo talibán de comunicaciones.

Esta tensión compleja, que se mueve entre el miedo histórico que provoca la llegada de los talibanes al poder en Afganistán, algunas mujeres que empiezan a enfrentar con valentía un destino que no están dispuestas a aceptar, y una posible nueva postura más ‘flexible’ de la nueva generación de talibanes en el poder, que podría quedarse en una fachada para la comunidad internacional, empieza a dejar cada vez más imágenes tangibles durante estos primeros días.

Mientras se empiezan a ver a través de las redes sociales brigadas de talibanes eliminando publicidad de mujeres en las calles y videos de un avión de la fuerza aérea de Estados Unidos con habitantes afganxs colgando de él, en un intento desesperado por tratar de salir del país, también se han hecho virales imágenes que contrastan con el miedo generalizado: fotos de mujeres armadas que, previo a la toma de Kabul, cogieron las armas y salieron a las calles en provincias como Ghor a manifestarse contra el grupo talibán. O una más reciente, de hoy: la de muy pocas mujeres en la calle protestando con carteles que exigen su derecho al trabajo, con soldados talibanes a pocos metros de ellas.

De acuerdo con Carolina «Si nos basamos en la experiencia anterior de los talibán en el gobierno: no, las mujeres no van a recuperar sus derechos. Si nos basamos en las promesas que han hecho a futuro, habría cierta esperanza». Considera que todavía hay que esperar cómo evoluciona la situación: «Evidentemente los medios occidentales han hecho ya una presunción de lo que podría suceder dándolo como un hecho consumado, cuando en realidad todavía esto no es así en el terreno».

Entre la vida, la retirada y la resistencia

Para el 13 de abril de este año, la FDD’s Long War Journal documentó que 77 distritos afganos estaban en poder de los talibanes, 129 en control del gobierno afgano y 194 en disputa. Para el 15 de agosto, apenas cuatro meses después, 267 distritos estaban en control del régimen talibán, 87 en disputa y solo 53 en manos del gobierno afgano.

La rapidez y eficacia con la que avanzaban los milicianos causó terror en la población. Sobre todo en las mujeres y niñas que saben, y en muchos casos han vivido en carne propia, lo que representa para ellas la reconquista talibán. Desde finales de mayo de este año, ACNUR documentó que cerca de 250.000 personas se desplazaron forzadamente de sus hogares por el temor de vivir de nuevo bajo el régimen talibán. El 80 por ciento de ellas son mujeres y niñes.

«La situación que enfrentan sobre todo niñas y mujeres es desoladora. Tanto en el caso de aquellas jóvenes que no crecieron bajo el régimen y no conocen la vida bajo la forma draconiana de los talibanes de interpretar la sharia, como para las que pudieron cambiar sus formas de vida después de la caída de éste en 2001″, afirma Arlene. «No me alcanzo a imaginar lo que deben estar sintiendo las mujeres Afganas. Debe ser algo similar a recibir una condena de muerte (…)», añade María Catalina.

«Pongámoslo así, una mujer afgana mayor de 30 años ya puede identificar la gravedad del asunto. Se trata de millones de mujeres que saben que van a perder su libertad y que estarán de regreso al horror que alguna vez experimentaron», explica ella. «Ahora imaginemos a las mujeres más jóvenes; aquellas que nacieron en un país que, si bien imperfecto, en proceso de mejorar, era un lugar donde estudiar era posible, donde las mujeres no tenían que estar confinadas en la casa al servicio de los hombres y del régimen, donde tenían agencia y podían participar de distintas actividades (…) derechos que nosotras las occidentales ya damos por sentados».

Otras mujeres, como en el caso de la provincia de Ghor, decidieron organizarse y armarse. «Durante los años de ocupación y el régimen talibán, quienes más lucharon y resistieron por la democracia real, la libertad y una vida digna fueron las mujeres», reconocen las kurdas en su comunicado. «En el período más difícil, en las circunstancias más difíciles, las mujeres de Afganistán encontraron formas de organizarse». Y esta no debería ser la excepción.

Sin embargo, tanto Arlene como María Catalina consideran que «el futuro de la sociedad afgana está en manos de la comunidad internacional». Para ellas es primordial que los distintos Estados desconozcan el régimen y que permitan la entrada de mujeres, niñes y de todes les migrantes que han empezado a salir desesperadamente por tierra y aire de Afganistán, en vez de empezar a reforzar discursos xenófobos.

De acuerdo al proyecto WomanStats, el trato que reciben las mujeres al interior de una sociedad constituye el indicador más poderoso para medir niveles de pobreza, inestabilidad, inseguridad y violencia. «De esta forma, es posible considerar que el retorno de los talibanes al poder marcará una nueva era de misoginia y violación a los derechos humanos de la mujer, lo que permitirá anticipar una afectación general de la sociedad afgana», asegura María Catalina.

Sin embargo, Carolina advierte un riesgo latente cuando hablamos de intervenciones militares extranjeras: posar como salvadores cuando la intervención recrudece conflictos internacionales. «El discurso (de la primera intervención) fue el de llevar la civilización a la libertad, una primera ola civilizatoria que tiene que ver con liberar a las mujeres, democratizar a las sociedades, pero fortalecieron señores de la guerra», asegura.

Para ella las razones reales del retiro de la tropas estadounidenses de suelo afgano sigue siendo un misterio y un atisbo de una nueva política exterior americana «descuidada y desprolija» que deja en el medio a mujeres y niñas ante un panorama cruel: «Pedirle a las mujeres afganas que elijan entre la ocupación extranjera militar y el gobierno yihadista de los talibán es injusto», elecciones que se toman bajo un contexto de injusticia y violencia contra las mujeres, en ambos casos.

**La International Women’s Media Foundation IWMF está recogiendo donaciones para apoyar a las mujeres periodistas en Afganistán. Sus prioridades son apoyar refugio seguro, esfuerzos de evacuación y otras necesidades esenciales. Puedes apoyar a nuestras colegas en este link.