Cosecha Roja-. “En los años 80, sus hijos adolescentes no sospechaban que esos billetes brillosos como la seda del cubrecama tenían un origen más oculto que esa habitación iluminada: la cúpula oscura de un blindado. Tiempo después se enteraron de que ese dinero había sido robado a punta de fusil de un camión. Por esos golpes audaces, su padre se convirtió en un mito de la delincuencia y en el enemigo público número uno de la Policía Bonaerense”, escribe el periodista Rodolfo Palacios sobre el Gordo Valor.
“Robábamos cinco o seis blindados por mes”, dijo el líder de la banda desde la cárcel de Campana en 2006. En el mundo del hampa, el robo de blindados “es una actividad bien considerada y apetecible por el tipo de botín. Se necesita toda una logística y una técnica para hacerlo, y los que lo tratan de hacer dejan pocos elementos librados al azar”, explica el periodista Ricardo Ragendorfer, autor de “La Bonaerense” y “La secta del gatillo”.
Valor asaltó más de cincuenta camiones blindados y bancos en las décadas del 80 y 90. En el 94 había hasta diez robos a blindados en un mes. Hoy ya no es tan frecuente. Los tipos de robos tienen momentos de auge. Ahora los secuestros extorsivos ya no resuenan en los medios. Si bien tuvo su auge con la banda del Gordo Valor, el robo a blindados no ha dejado de practicarse.
En el caso de los asaltos a transportes de caudales, la época depende, según Ragendorfer, de las medidas de seguridad de las empresas de blindados. “Generalmente el blindaje de los camiones no resuelve el problema de la entrega. Uno de los elementos más importantes es la inteligencia previa. Saber la ruta del camión, los días que pasa. Esos datos que se consiguen por fuentes policiales o por empleados infieles de los blindados”.
Para poder asaltar con éxito un camión de caudales, es necesario tener en cuenta varios ítems: inteligencia previa; vehículos preparados; gatilleros; un puesto de contención que se ubique a unos metros antes o después del blindado, para evitar intromisiones inesperadas de la policía; y armamento.
“La existencia del armamento no es una cuestión menor, ya que hay muy pocos blindados anti FAL y generalmente la técnica consiste en interceptarlo y disparar sobre el parabrisas. No para lastimar a los conductores sino para asustar”. Los parabrisas tienen siete vitreras. Cuando les disparan desde afuera, la vitrera de adentro se hace trizas. En general ese es el momento en que los conductores salen del camión. Si no lo hacen, empieza la balacera.
El lunes a la mañana, en la puerta de una sucursal del banco Supervielle en Moreno, empezó el intento de robo a un blindado de Prosegur. Varias personas esperaban en una fila para entrar al banco. Un vigilador del blindado bajó con una saca de dinero en la mano. Fue interceptado por hombres armados. Los custodios sacaron sus armas y empezó el tiroteo.
Se dispararon 84 balas. De FAL –por parte de los delincuentes-, escopetas –por parte de los custodios- y calibre 38. El asalto quedó trunco. Además, murió un hombre de 75 años, y tres embarazadas, otra mujer y dos custodios del blindado fueron baleados.
El único detenido hasta ahora es Manuel Gerardo Hernández, de 33 años, que no tiene antecedentes penales en la provincia de Buenos Aires y, al parecer, iba en un auto de apoyo.
Según la policía, el resto de los integrantes de la banda son entre seis y siete más. Ellos habrían sido los que llevaron adelante el asalto, los que iban en los dos autos, los que se camuflaron entre los clientes haciendo la fila, o como barrenderos.
Cuando se dieron cuenta que no podrían terminar el asalto, se escaparon. A media cuadra había una camioneta Peugeot Partner. Adentro, manchas de sangre. Uno de los asaltantes también estaría herido de bala.
Según testimonios de otras personas que estaban en la fila, los asaltantes tenían entre 17 y 20 años. El Gordo Valor empezó a robar a los 18 años. Pero se le animó a los camiones de caudales recién a los 30.
El modus operandi del intento en Moreno fue parecido a los de antes: armas de grueso calibre, camioneta de apoyo, inteligencia previa –camuflándose en la escena, teniendo datos del blindado-. Pero no funcionó. No dispararon, como los de antes, al parabrisas. La gente era mucha y ellos fueron al hombre a pie que llevaba el dinero.
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