El Tiempo.-
José Guarnizo relata la vida de Griselda Blanco y con ella la del sicariato en Medellín.
Griselda Blanco (1943-2012) fue asesinada de unos balazos en su cabeza. Tenía 69 años. Murió en su ley, dirían muchos. Ella cometió su primer crimen cuando era una niña. A los once años mató a alguien de un tiro en la frente. Su historial delictivo habla de por lo menos 100 homicidios.
Pagó algunos años de cárcel en Estados Unidos, pero volvió a Colombia. Y entonces, respiró libertad. “El Estado colombiano nunca judicializó sus delitos”, cuenta el periodista José Guarnizo (15 de septiembre de 1980), quien este jueves lanzó el libro ‘La patrona de Pablo Escobar’, en donde utiliza el personaje de Blanco para viajar por las calles del sicariato y las rutas de la coca en la década de los 70 en Medellín y Miami.
¿Cuándo se le ocurrió la idea de escribir un libro sobre Griselda Blanco?
Cuando hace varios años conocí a alguien que había trabajado para ella. Era la historia de un hombre que dilapidó su juventud engrosando las filas de sicarios que pulularon en el momento más álgido de la guerra del narcotráfico. El hombre había pagado una condena de catorce años en Nueva York y cuando regresó se dio cuenta que tiró su vida por un grifo y que no hizo nada y que ahora, para ganarse un mínimo, debía sudarla honradamente, siempre con la certeza de que los fantasmas del pasado lo irían a perseguir. Tanto que en el 2012 se volvió a encontrar a Griselda, mientras hacía fila en una oficina.
Usted dice que no se trata de una biografía, pero de alguna forma tuvo que acercarse mucho a lo que ella fue para escribir el libro, ¿con qué personajes cercanos a ella tuvo contacto?
Más que una biografía, es una fotografía de la Medellín de la década del setenta, en cuya composición aparece un personaje al que apodan la ‘Madrina’ y a través del cual se puede entender un poco la tragedia del sicariato que ha signado a Medellín, a veces con más, a veces con menos intensidad. Es un pedazo de la historia en las voces de unos personajes que gravitaron alrededor de Griselda: uno de sus peluqueros o un taxista que llegó a tener mucho dinero producto del narcotráfico, pero que malversó su fortuna y que cuando llegó a viejo decidió fundar un grupo de alcohólicos anónimos en el que ha ido rescatando a la gente que antes trabajó para él.
Ella volvió de Estados Unidos a Colombia en el 2004, ¿cómo cree que logró permanecer en el anonimato, después de un historial judicial como el que tenía?
Al menos hasta que se escribió el libro, no había rastros judiciales de que Griselda hubiese seguido delinquiendo. Era una anciana que iba dos veces por semana al salón de belleza, que padecía cáncer de colon, que recibía un dinero considerable por el arriendo de varias propiedades en Medellín, que vivía en una casa de El Poblado (que puede costar 1.500 millones de pesos) y en cuyo garaje hay estacionado un Jaguar dorado y oxidado.
¿Sabe cómo fue su vejez?, ¿qué pasó con su familia?
Uno de sus hijos, Michael Corleone, tiene la casa por cárcel en Miami: fue capturado cuando, al parecer (y según la Fiscalía de La Florida), intentaba negociar un par de kilos de cocaína en un Dunkin Donuts. Úber y Oswaldo fueron asesinados, este último por ‘el Chopo’, sicario de Pablo Escobar. Solo sobrevive Dixon.
Dicen que si Griselda Blanco no hubiera nacido, no hubiera existido la guerra de la cocaína. Con su investigación, ¿qué dice frente a esta afirmación?
Que es una frase efectista y exagerada. Si hay algo que ha caracterizado al crimen organizado es la ambición. Y esa ambición hubiese hecho catarsis por algún lado. Así asesinen a Escobar o a Griselda Blanco, así capturen a ‘Chupeta’ o a ‘Rasguño’ o a ‘Sebastián’, la historia ha demostrado que aparecerán capos con periodos de vida cada vez más efímeros, que siempre terminarán asesinados o capturados. Es un eterno retorno a lo primigenio que se parece socarronamente, por muy duro que suene, al epígrafe del ‘Llano en Llamas’, de Juan Rulfo: “ya mataron a la perra, pero quedaron los perritos”.
La presencia de Griselda en el narcotráfico fue mucho antes que la de Pablo Escobar…
Escobar se enfrentó al Estado como nadie y su imagen fue tan fuerte que ensombreció todo aquello que lo antecedió. El año más violento en toda la historia de Medellín es justamente 1991, cuando se registraron más de 6 mil homicidios. Pero el narcotráfico no comenzó con Escobar. En 1975, cuando Escobar era un jalador de carros, la Fiscalía de Nueva York ya tenía más de 7 mil grabaciones que implicaban a Alberto Bravo, segundo esposo de Griselda, en el negocio de narcóticos a gran escala”.
Al terminar la investigación y finalizar de escribir el libro, ¿qué cambió sobre las ideas que tenía de Griselda?
Que cuando se habla de Griselda Blanco hay una parte de mito y de invención pura, otra parte de hechos comprobables y una más que ya está muy borrosa y que difícilmente se logrará volver a reconstruir en toda su fidelidad. Pero esta es una historia, como todas las del narcotráfico, que deberían avergonzar a nuestro país. El problema no son los relatos, pues estos no garantizan que la historia no se vuelva a repetir, o que la sociedad se humanice, el problema es esa realidad aviesa, esta de la que ya hemos ido saliendo a flote.
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