Terra Colombia.-

Para los colombianos la tragedia que desató James Holmes en Estados Unidos tiene un tufo a ‘déjà vu’. El joven de apenas 23 años que asesinó a doce personas en una sala de cine,  hace una semana, definitivamente trae a la memoria a un personaje tristemente célebre de la historia nacional: Campo Elías Delgado.

Aunque han pasado 25 años desde que Delgado convirtió el restaurante Pozzetto en un cuadro como sacado de los infiernos de Dante, su figura sigue siendo la de un mito macabro, que regresa cada vez que un desquiciado abre fuego contra inocentes en algún lugar del planeta. Esas masacres son un poco la nuestra, la del 4 de diciembre de 1986, y ese dolor y desconcierto son nuestros también.

Esa noche de jueves Delgado rompió la rutina y cenó en el restaurante Pozzetto. al que sólo iba los domingos, como obedeciendo una regla tácita. Su mesero de siempre, Alfonso Guaneme Martínez, no puede olvidar lo que ordenó el pistolero: espaguetis a la boloñesa y vino de la casa, y después, vodka con jugo de naranja. Pagó la cuenta, fue al baño y disparó su revólver calibre 32 largo con frialdad, dirían después los sobrevivientes.

De niño, Delgado estuvo muy cerca el día que su padre, Elías, se pegó un tiro en la cabeza. Antes tuvo que ver cómo maltrataba a Rita, su madre. Él también la maltrató. La golpeó y la humilló una y otra vez, por la mala comida, por una camisa con arrugas, porque sí, hasta el día que la mató, ese jueves también, pero más temprano que al resto.

Primero la golpeó en la cabeza y después la remató con su cuchillo de caza, en el apartamento que compartían en Chapinero. Odiaba a todas las mujeres, pero a ella más que a ninguna, dirán tras la masacre familiares, vecinos y expertos siquiatras.

Después fue al barrio La Alhambra y segó la vida de una adolescente a la que le enseñaba inglés y a su madre. Volvió a su apartamento, prendió fuego al cadáver  de Rita y alertó a gritos acerca del fuego. Seis vecinas abrieron la puerta para ver qué pasaba. A todas las mató de un disparo.

ESPIRAL DE GUERRA
‘Hijo del póker de la guerra’, tituló el diario El Tiempo un perfil del asesino que apareció en la edición del domingo 7 de diciembre de 1986, cuando los familiares de las víctimas aún no terminaban de despedir a sus muertos. Nada más cierto.

A los 31 años, en 1965, Campo Elías Delgado se enroló en el ejército de Estados Unidos. Era un tirador excepcional. Varios premios y medallas lo certificaron. También dan fe los sobrevivientes a la matanza, que relatan la pasmosa destreza con la que desocupaba el tambor de su calibre 32 y volvía a cargarlo.

Después vinieron sus dos viajes a la Guerra de Vietnam, en 1969 y 1971. Muchos aseguran que fue esa experiencia la que lo convirtió en un asesino, el escritor Mario Mendoza, quien compartió con él varios momentos, piensa otra cosa. “Campo Elías no mata en Pozzetto porque haya estado en Vietnam, es al revés, fue a Vietnam porque ya era un asesino””, dijo Mendoza a Discovery Channel.

Mendoza era un muchacho de veintitantos cuando conoció a Delgado –de 52 años– en la Universidad Javeriana. Ambos estudiaban literatura y aunque pasaron algún tiempo compartiendo impresiones de libros y autores, el escritor no se atreve a rotular la relación como una ‘amistad’. Años más tarde Mario Mendoza se dio a conocer en las letras nacionales con ‘Satanás’, un libro en el que aborda la Masacre de Pozzetto y que Andi Baíz llevó al cine.

Es el autor de ‘Satanás’ da fe de que Campo Elías Delgado era un tipo culto, que hablaba varios idiomas y que soñaba con ser escritor y de su intensa afición por ‘El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde’, obra en la que un hombre es capaz de sacar de si mismo un ser extremadamente malvado.

EL PANDEMONIO
Salió del baño, después de comer, con el revólver en la mano; gritó que era un asalto y que quería la plata en efectivo. Maribel Arce y Pedro José Sarmiento, tal vez los sobrevivientes más famosos de Pozzetto, y otras personas que se escaparon de la mano aniquiladora de Delgado, coinciden en decir que éste le disparaba todo el que se atreviera a mirarlo. Había un macabro método. Los arrinconaba y les disparaba a quemarropa en la cabeza.

Tras la tragedia, uno de los sobrevivientes habló con Caracol Radio. “Nos encontrábamos cuatro amigos departiendo. De repente, un hombre que cenaba solo se levantó de su mesa, fue al baño, regresó, volvió y se sentó y de repente sacó un arma y comenzó a disparar contra la gente”, aseguró.

Arce celebraba su cuarto aniversario de bodas con su esposo, el oficial del ejército Álvaro Pérez, quien ese día llevaba ropa de paisano. Ella vio como Pérez sufrió, bajo una mesa, porque su arma de dotación se trabó y no pudo detener la matanza. De hecho, murió ese día.
“Yo estaba sentada, espalda con espalda, al lado de Campo Elías Delgado”, dijo la mujer, que recibió un disparo detrás de la oreja, a la revista Soho.

Sarmiento aún sostiene que Delgado llevaba un arma y no dos, pese a que las investigaciones lo contradicen. Él recibió tres disparos en la cabeza, pero ninguno fue capaz de matarlo.

El mesero Guaneme se escondió en el baño de mujeres con uno de sus compañeros. Algunas personas lograron salir del restaurante y llamaron a la Policía. Diez minutos más tarde varios agentes ingresaron atropelladamente al restaurante. Inicialmente se creyó que Delgado se había suicidado ante su inminente derrota, pero esa hipótesis fue desmentida, entre otros, por Edwin Olaya Molina, criminalista, autor de ‘Pozzetto, tras las huellas de Campo Elías Delgado’.

El cuerpo sin vida de Delgado, que fue exhibido por los medios, tenía varios impactos de bala. Tiene más asidero la teoría que dice que los policías lograron asestar seis disparos al pistolero, cuatro de ellos en la cabeza. Para ese momento el suelo estaba lleno de cadáveres y heridos.

En el restaurante Pozzetto murieron 14 comensales y seis más perdieron la vida camino al hospital. En total ese día Delgado acabó con la vida de 29 personas.