La lucha de Alcira Argumedo por la soberanía nacional sobre la Hidrovía

Socióloga, política, intelectual, docente, investigadora. Una de las pensadoras más lúcidas de la Argentina murió ayer, a los 80 años. Entre sus legados más actuales nos dejó la propuesta de la Hidrovía Paraná-Paraguay gestionada por el Estado

La lucha de Alcira Argumedo por la soberanía nacional sobre la Hidrovía

Por Cosecha Roja
03/05/2021

Este domingo murió una de las pensadoras y políticas más importantes de nuestro país. Alcira Argumedo tenía 80 años. Había nacido en Rosario en 1940. Era socióloga, intelectual, investigadora del Conicet y fue diputada nacional por dos períodos consecutivos: 2009-2013 y 2013-2017.

Fue una de las personalidades más representativas del pensamiento latinaomericano. Cursó la carrera de Sociología en la Universidad de Buenos en la década del 60. El contexto de efervescencia política de la Revolución Cubana no le fue ajena en sus años de universitaria.

Ya recibida, junto al sociólogo Roberto Carri -secuestrado y desaparecido durante la dictadura cívico militar- y al filósofo Gunnar Olsson -quien fue su esposo y padre de sus hijos-, entre otrxs intelectuales, Argumedo fue parte, entre 1968 y 1974, de las llamadas “cátedras nacionales”, un proceso de renovación curricular y académica que profundizó el estudio de la cuestión nacional y que se inició a partir del desembarco en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) de los sociólogos Justino O´Farrell y Gonzalo Cárdenas.

Por esos años, también entró en contacto con el cineasta Pino Solanas y colaboró con la difusión clandestina de La hora de los Hornos.

En 1978 fue una de las tantas militantes que tuvo que irse del país por la Dictadura Cívico Eclesiástico Militar. Vivió en México hasta 1983.

Con Pino mantuvo un vínculo de trabajo y amistad. En 1993 juntxs participaron de la creación del Frente Grande. En 2007, Argumedo también participó de la creación de Proyecto Sur, partido por el que resultó electa diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones de 2009 y también de 2013.

En las últimas elecciones de 2015 se unió junto a Solanas al Frente de Todxs. Ya en 2017 ella consideraba que había que formar un gran frente para derrotar al macrismo.

Argumedo escribió los libros “Monopolios y Tercer Mundo”, “El Tercer Mundo: historias, problemas y perspectivas”, “Los laberintos de la crisis” y “Un horizonte sin certezas: América Latina ante la revolución científico-técnica”. Pero fue “Los silencios y las voces en América Latina” (1993) el más reconocido y popular, infaltable en las bibliografías de las carreras de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

De su trayectoria como docente quizás sea mejor recordarla en los dichos de quienes la disfrutaron. Ayer, apenas se supo la noticia de su muerte, se multiplicaron en las redes los mensajes de quienes fueron sus alumnxs.

https://twitter.com/VickyTesoriero/status/1388979966033940507?s=20

https://twitter.com/MartinOgando/status/1388976190271131659?s=20


En el último año se había sumado al Consejo Consultivo de Malvinas, de la Cancillería argentina. Su férrea defensa de la soberanía argentina también la visibilizó con su apoyo a la intervención de Vicentín. Fue una de las firmantes de una carta pública en la que dirigentes políticos, sindicales y sociales pidieron que la empresa agroexportadora sea declarada “empresa pública no estatal” para evitar “una mayor concentración y extranjerización del comercio exterior de granos y de la cadena de producción alimentaria”.

“Los macristas gritan cuando se nacionaliza una empresa quebrada. Pero les parece perfecto privatizar empresas públicas a precio vil”, tuiteó. “Nicky Caputo recibió dos centrales termoeléctricas, valuadas en 1.200 millones de dólares, por 400 millones: en un saque 800 millones de regalo”, recordó Argumedo.

Alcira y la pelea por la Hidrovía: “Es una vena abierta que sangra”

A contramano de la agenda pública, que le dio poco y nada de trascendencia, Argumedo también se puso al hombro este año la pelea por una Hidrovía Paraguay-Paraná de gestión pública. Es que el 30 de abril vencía la concesión del servicio de dragado, balizamiento, señalización y del cobro de peajes otorgada al consorcio conformado por la empresa belga Jan de Nul. Y se perfilaba como una oportunidad para no renovar esa concesión y apuntar a una salida que beneficie a la soberanía nacional.

La negociación la venía llevando el ministro de Transporte Mario Meoni, quien ya había descartado la estatización. Pero su repentina muerte hizo que la decisión final se retrasara y, en principio, se prorrogó la concesión por 90 días.

Hasta los últimos días antes del 30 de abril, Argumedo compartía en sus redes datos, números e ideas para que la Argentina no dejara la Hidrovía en manos extranjeras.

Para ella, no se trataba sólo de discutir este proyecto, sino un modelo de país. Así lo expresó en esta entrevista que hace apenas una semana publicó el medio La Tinta. “No estamos discutiendo sólo sobre la Hidrovía, discutimos un modelo de país, después de 40 años de hegemonía neoliberal en la Argentina. La privatización de los puertos y la hidrovía fue la culminación del plan de Cavallo, el control de los grandes puertos privados por las cerealeras agroexportadoras o por las mineras en la hidrovía, que es la salida del 80% de las exportaciones de la Argentina, permitió el desarrollo de esta impunidad”.

Argumedo tenía un argumento irrefutable: “Lo que estamos denunciando es la magnitud del contrabando que están generando estas corporaciones y que alcanzan los 30 mil millones de dólares anuales. Para que nos demos una idea: en un año y medio, es el préstamo del FMI. El ministro de economía dice que, para bajar la inflación, necesitamos divisas que respalden al país y, de pronto, tenemos 30 mil millones de dólares que se fugan por consecuencia del contrabando. Entonces, si controlaran ese contrabando, no tendríamos los problemas de inflación que tiene la Argentina. La Hidrovía es una vena abierta que sangra”.

Argumedo planteaba que el Gobierno debía crear un organismo público federal para recuperar tanto la Hidrovía como los puertos privatizados.

Y lo más interesante y valorables de sus planteos es que no había solamente interrogantes: también proponía posibles soluciones.

 

Ayer, en alguno de los tantos mensajes llenos de amor que circularon por las redes, alguien sugirió que la Hidrovía sea pública y que tenga el nombre de Alcira Argumedo. Es una buena propuesta. Y un mejor homenaje.