El día que tuve el derecho a jugar al voley

El 9 de mayo de este año Romina Cuevas se paró delante de sus compañeras de equipo y les dijo que era trans. No eligió cualquier día: ese lunes la Ley de Identidad de Género cumplía 10 años. Todas la apoyaron. Para ella era el aniversario de cuando supo que tenía derecho a jugar donde quisiera.

El día que tuve el derecho a jugar al voley

15/06/2022

Por Juan Manuel Irvini 

El 9 de mayo de 2022 iba a ser un día como cualquier otro en la Liga Metropolitana de Voley femenino. El partido de la primera división lo disputaban San Gregorio El Iluminador contra Lomas Voley. Las jugadoras de los dos equipos se prepararon desde temprano y al salir a la cancha un detalle llamó la atención de las hinchadas. Todas las voleibolistas de San Gregorio tenían medias con los colores del arcoiris, símbolo de la lucha LGBTQ+. Horas antes Romina Cuevas se había parado delante de sus compañeras para decirles que era trans. Se los podría haber dicho cualquier otro día pero no. Eligió ese lunes de otoño, cuando en Argentina se cumplían 10 años de la sanción de la Ley de Identidad de Género. 

Cuevas había llegado al equipo cinco meses antes pero hasta esa efeméride no había querido hablar. Sus compañeras no lo dudaron un segundo: todas la apoyaron. También lo hicieron las del equipo contrario. Se unieron para acompañar su decisión de hablar y, sobre todo, para escucharla. Ella les contó lo que representaba para ella aquel día y la relevancia que había tenido en su vida la sanción de una ley tan de vanguardia. 

Juntas, las rivales interperlaron a la comunidad del voley y del deporte. Hicieron propia la necesidad de respetar los derechos básicos para que ninguna infancia y adolescencia trans se frustre en ninguna institución deportiva y pueda compartir, sociabilizar, competir –ya sea amateur o profesionalmente– y generar amistades. Mostraron la importancia de la contención de un club, de un juego, de un deporte, en la construcción de identidad. La sororidad entre jugadoras apuntó a la inclusión, la igualdad de oportunidades y la profesionalización del voley.

Cuevas es una de las primeras jugadoras trans de voley reconocida por la Liga. No siempre fue así. Ella juega y ama el deporte desde los 14 años, cuando comenzó a practicarlo en el club Atlético Libertad de Salta. Desde el comienzo decidió inscribirse en la categoría infantiles femenina, apoyada por su profesora Nélida. Era una categoría de corte biologicista que no la incluía pero también era el lugar al que sentía que pertenecía.

Ahí comenzó a entrenar y jugar partidos amistosos. Nunca pudo federarse debido a la reglamentación de la Federación de Voleibol Argentino (FeVa).

A los 17 se mudó a la provincia de Santa Cruz donde retomó la práctica del voley. Era un momento en que la provincia se encontraba por fuera de la injerencia de la federación y, gracias a eso, participó de los torneos provinciales. Por primera vez en su vida completó las planillas de los partidos con el nombre “Romina Cuevas”.

En 2011 se mudó a Buenos Aires para trabajar y las puertas del deporte se le cerraron de nuevo. Para poder formar parte de un equipo de voley era necesario federarse con los datos del DNI. Una barrera insalvable le impedía jugar el deporte que tanto amaba.

Este fue un momento muy duro, lleno de frustración. Comprobó una vez más cómo el sistema patriarcal y el modelo biologicista impone límites a aquellas personas que no se amoldan a sus estándares. 

El 9 de mayo de 2012 Cuevas siguió minuto a minuto la sanción de la Ley de Identidad de Género. Leyó el artículo 1°: “toda persona tiene derecho al reconocimiento y libre desarrollo conforme a su identidad de género, entendiendo por tal a la vivencia interna e individual del género, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado”. No lo dudó ni un segundo: hizo el trámite para volver a jugar. 

Con el DNI en mano no hubo más preguntas. Se convirtió en una de las primeras jugadoras trans en incorporarse al circuito del voley femenino. Pasó a integrar el equipo de Sholem Voley en la división Primera Adulta Femenina del Torneo Metropolitano de Voley y desde entonces no dejó nunca de jugar. Tampoco olvidó que el 9 de mayo de 2012 fue el día en que supo que su identidad era un derecho. Y jugar donde quisiera también.