Robaban a comerciantes del centro de Rosario. La líder del grupo era una mujer de 31 años, que daba los golpes junto a su pareja y a un joven de 19. Salían a robar todos los días después de las cinco de la tarde. Elegían locales atendidos por mujeres.

Por MAURO AGUILAR

Rosario. Corresponsalía

Adoraban a San La Muerte quizá tanto como al dinero. Esa codicia los llevó a cometer, en sólo dos meses, unos 40 robos en locales céntricos de Rosario . Eran tres delincuentes: dos hombres y una mujer a la que los testigos señalan como la líder del grupo , la que manejaba los movimientos, la de carácter más fuerte. Utilizaban un patrón común para cometer los asaltos. Para garantizar las fugas tenían dos autos adornados con calcos del santo popular. Uno de esos coches, un Fiat 147 azul, fue tomado por las cámaras en el anteúltimo local que robaron. Fue eso lo que permitió que los detuvieran.

El grupo estaba integrado por una pareja –ella de 31 años; él de 29– y un amigo de 19. Cuando allanaron sus casas, la Policía encontró una estatua de San La Muerte de 50 centímetros de altura, un gran póster en el comedor con la imagen del santo y un pequeño santuario en el patio.

Allí, junto a una segunda estatuilla, estaban depositadas las ofrendas: bebidas alcohólicas, cigarrillos, algo de dinero . “Era como los que le arman al Gauchito Gil”, ejemplificó uno de los agentes que participaron del allanamiento.

En el lugar se secuestraron 5.500 pesos y elementos robados en farmacias, ópticas, casas de spa, casas de computación, agencias de viaje y hasta en un comercio de purificadores de agua. En ese último local los captó una cámara de vigilancia. Tomó sus rostros, pero también la llegada y la partida del Fiat 147 azul.

Con ese dato, más la descripción con la que contaban de un Renault 21 que también tenía la imagen de San La Muerte en el capó y en el baúl, la Policía comenzó a cercarlos. Logró detenerlos hace unos meses en El Mangrullo, un humilde barrio ubicado junto al río Paraná, en la zona sur de la ciudad. Pero entonces no se sabía que habían salido a asaltar casi todos los días durante dos meses. Luego de su detención, más de 40 testigos los reconocieron y vincularon con diferentes hechos . Esas ruedas de reconocimiento continuaron durante la semana pasada y seguirán los próximos días.

Justo antes de caer presos, “ya ‘trabajaban’ de lunes a viernes. Se cebaron y ése fue su peor error”, explicó el comisario Ernesto D’Agostino, a cargo de la investigación. “Parece que, como se dice comúnmente, estaban dulces”, ratificó Nélida Messersi, la secretaria del juzgado que trabaja el caso.

El trío golpeaba en un radio acotado, entre el micro y el macrocentro de Rosario. Primero entraban a comprar algo a los locales que luego asaltaban. Así estudiaban sus movimientos. Preferentemente atacaban comercios atendidos por mujeres . Lo hacían con el rostro descubierto. El horario –siempre entre las 17 y las 19– no era casual: había más dinero recaudado por los negocios y más problemas en el tránsito para la Policía .

Todos los testigos confirmaron que utilizaban dos armas: una calibre 11.25 y una 38. Eran réplicas . Suficiente para asustar a comerciantes y clientes, a quienes maniataban con precintos y encerraban en oficinas o baños. En el allanamiento les secuestraron dos escopetas. Esas sí eran reales .

El trabajo para atraparlos no fue sencillo. No figuraban con antecedentes delictivos ni en los álbumes de la policía. La pareja incluso tenía trabajo en un lavadero de autos. Convivían, además, con dos pequeñas hijas de 3 y 7 años. En el barrio no hacían ostentación de dinero.

Mientras la Justicia sigue buscando pruebas para demostrar la participación de la banda en cada uno de los 40 hechos investigados, también están cruzando datos para ver si tuvieron que ver en otros asaltos, por ahora denominados como causas NN.

Se los imputa por robo calificado, lesiones y privación ilegítima de la libertad . Y habrá que ver si cabe el encuadre de asociación ilícita , una figura que complicaría la situación procesal de los tres imputados.

Incautados por la Policía, en los autos todavía pueden verse las calcomanías de San La Muerte empuñando una guadaña manchada con sangre, con calaveras en el suelo. El Renault presenta una curiosidad: cerca de una de las imágenes del santo, otro adhesivo colocado en el parabrisas alerta: “Bebé a bordo”.

Un santo que vino del Litoral

San La Muerte es un santo popular de gran raigambre en el litoral, sobre todo en la provincia de Corrientes. Sobre su origen hay diversas versiones, pero las más extendidas lo ubican en la cultura guaraní, luego de que los jesuitas abandonaran las misiones por orden del Rey de España. La leyenda dice que los indios dividieron en tres una imagen bíblica que había quedado en una iglesia, en la que se representaba a Jesús, al Diablo y a la Muerte. Y que entonces cada grupo veneró a la parte de la imagen con la que se había quedado.

La imagen de San La Muerte, representada por un esqueleto que empuña una guadaña, es muy venerada en las cárceles.

Su referencia se hizo fuerte hace 10 días, cuando la Policía detuvo en un barrio del Bajo Flores a “Marcelito”, un asesino serial que mataba a sus víctimas tras habérselo prometido al santo.

Artículo publicado en: http://www.clarin.com/policiales/Investigan-asaltos-devotos-San-Muerte_0_333566769.html