Por Gabriel Dávila
Diego Zurita es el volante derecho del Club Atlético Colegiales. Pero también es un vecino de Malvinas Argentinas que, en contexto de pandemia, se lanzó a preparar ollas populares en los dos clubes en los que jugaba de chico: la Sociedad de Fomento Tierra Alta y el Club Carasucias, de Tortuguitas.
“Mi papá ya ayudaba en un merendero. Yo veía como cada día era más difícil para muchos poder dar de comer en sus casas. Entonces le dije a mi primo Pablo: ‘Ya que nos conocen tantas personas por el tema del fútbol, ¿por qué no empezamos a hacer ollas populares para dar una mano?”, cuenta.
Los miércoles, viernes, sábados y domingos casi 400 personas se acercan con su tuppers, sus barbijos y respetando la distancia, para vencer el frío y el hambre, aunque sea por unas horas. En los clubes los esperan Diego y sus padres, Jorge y Mariela; su tía Mabel, su primo Pablo y sus hermanos, Miguel y Jorge.
Diego es un ídolo en Tortuguitas. Los vecinos lo saludan y los chicos lo admiran por lo que hace dentro y fuera de la cancha. “Un jugador de la B Metropolitana como yo no está salvado, pero puede vivir y puede ayudar. Siempre que se quiere se puede ayudar. Yo de chico pasé necesidades y sé lo que es tener que irse a dormir sin comer, entonces, hoy que gracias al fútbol puedo estar bien y tener muchos conocidos que me ayuden ¿cómo no voy a dar un a mano?”.
Él y su familia no están solos en esta cruzada solidaria. “Tanto los dos clubes, como hinchas de “Cole”, ayudan un montón. Y así, pasito a pasito, todos ponen el hombro para que podamos realizar las comidas”.
Entre las cosas que más lo marcaron en este mes y medio de ollas populares están “la gente grande que viene a buscar comida, abuelos que están desamparados y con mucha necesidad”. Y un chico que les llevó un paquete de 400 gramos de lentejas y les dijo:
-Yo se las doy porque somos 8 hermanos y comemos gracias a ustedes.
“Nos ha pasado que gente se quede sin comer y eso es muy duro. Siempre llega alguien tarde y pregunta si quedó algo y por ahí ya se entregó todo. Es como que venís haciendo todo bien y te empatan al último minuto. Pero siempre volvés al otro día a ayudar otra vez y siempre que podamos lo vamos a hacer”, dice Zurita.
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Marcelo Bravo supo ser una de las promesas futbolísticas más importantes de su generación. Campeón con Vélez en 2005 y compañero de Lionel Messi en selecciones juveniles, todo indicaba que “El indio” sería por muchos años quien ocuparía el carril izquierdo con la celeste y blanca, pero un problema coronario terminó con su carrera. Desde ese momento se dedicó a formar juveniles en las inferiores de Vélez.
Hoy, ya pasados los 30 años, es otro de los que decidió no mirar para otro lado y ayudar en su Lomas de Zamora.
“La idea nació desde la familia. Siempre supimos que no sería fácil, pero acá hay mucha solidaridad y sabíamos que muchos nos iban a ayudar. Empezamos con mi hermano y un amigo, pero pronto se sumaron más y hoy damos casi 250 porciones por semana”, dice.
“Nosotros nunca nos olvidamos de nuestros orígenes. Y sentíamos que este es el momento de ayudar a nuestros amigos, por eso tomamos esta decisión. A ninguno nos sobra nada, pero desde nuestro humilde lugar podemos dar una mano”, cuenta.
Las ollas se hacen en la casa de los padres de Marcelo, en el barrio “Facundo Quiroga”, ya hace cuatro semanas. Los sábados se da el almuerzo de 13 a 15 y los miércoles, merienda de 16 a 18. Siempre se toman las medidas de precauciones necesarias.
Marcelo cuenta lo “duro” que es “ver a vecinos que antes veías en el supermercado o en el almacén, ahora pidiendo para comer”. “Te da mucha tristeza. Se te caen las lágrimas, pero lo hacemos de corazón”.
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Norberto Paparatto y Horacio Ramírez son dos de los pilares de Almagro, pero principalmente son amigos desde hace muchísimos años, cuando compartían inferiores en el club Lanús.
Son parte de un grupo de amigos desde la infancia, que hace más de una década conformó el equipo de fútbol “Lech”, que compite en las ligas del sur del conurbano bonaerense.
La pandemia detuvo la actividad futbolística amateur y profesional pero ellos siguieron juntos en busca de un nuevo objetivo: no dejar solos a los vecinos de Temperley y Banfield con ollas populares, merenderos, entrega de mercadería y ropa de abrigo gracias a su proyecto llamado Lech Solidario.
Los sábados al mediodía y a la tarde, en el club Las Brisas (en el cual jugaban algunos en su infancia) y en la casa de otro de los organizadores, se cocinan diferentes platos que van desde arroz con pollo, lentejas, guisos, para el almuerzo y chocolatada, con alfajores o yogures de merienda, para un promedio de 250 personas por día.
Además se entregan bolsones de ropa y una vez por semana se da mercadería diversa. Todo donado, no solo por ellos, sino por las personas de la zona, que los mismos chicos se encargan de recolectar.
Paparatto o “Papa”, como lo llaman sus seres queridos, siempre fue uno de los encargados de cocinar en las juntadas con amigos. Ahora lo hace con el mismo amor, pero el grupo se extendió un poco: los amigos son todos los vecinos que la estén pasando mal.
“Somos un grupo de amigos de la infancia que tenemos un valor en común: ayudarnos en los momentos malos. Y por eso, vimos la posibilidad de ayudar a muchísima gente que hoy la está pasando mal y tomamos esta iniciativa”, explica el central, ex capitán de Tigre y de larga carrera en el país y en el exterior.
Ramírez es arquero, y además de defender los colores del “tricolor”, jugó en Lanús, Quilmes, Gimnasia de Jujuy y Crucero del Norte, entre otros. También participó en equipos de Colombia y Perú. Hoy es otro de los referentes del proyecto solidario.
“Lo que más me sorprendió es la voluntad de la gente en ayudar y donar. Es increíble como por ahí los que menos tienen son los que más ayudan y eso es algo que remarco”, dice. También destaca la unión de “este grupo de amigos, de este equipo, de llevar adelante esta iniciativa que logra ayudar a tanta gente que lo necesita. Eso es lo que más me da gana de seguir apoyando y participando”.