Guerreras del arcoiris sin fin

Santa Fe se convirtió en la quinta provincia en aprobar el cupo laboral para personas travesti trans. Mientras les senadores debatían el proyecto en el recinto, las escalinatas de la legislatura provincial se convirtieron en escenario de la resistencia trava trans. Desde allí, nuestra cronista trava les pone rostro y voz a las verdaderas protagonistas del cupo.

Guerreras del arcoiris sin fin

06/11/2019

Por Morena García*/ La Tetera

El Senado santafesino aprobó el jueves pasado la Ley de Cupo Laboral Trans, luego de una lucha constante y de varios años del colectivo LGTBIQ+ en la provincia. Reconocer en primera medida a les actores que dieron la lucha con el cuerpo y con la vida para que este logro sea posible, es lo primero que voy a destacar. Pero fueron muchas quienes le pusieron cara a este cupo.

Esa mañana la legislatura cambió su fachada austera por un arcoiris sin fin y una algarabía propia de nosotras. Una vez más, varones y mujeres travestis trans nos reunimos en las escalinatas. La trava más en llamas congregaba al aquelarre. Victoria Alejandra Selenia nos prometía que “hoy íbamos a quedar inscriptas en la historia” mientras la aorta parecía querer explotarle en el cuello. Una y mil luchas resumidas en su mirada y en tantas otras.

Quince años tardó esta lucha, mucho tiempo para la fragilidad de un colectivo que siempre se sostuvo vivo gracias a la mancomunión de sus hermanes. Muchas que tapizaron con sus cuerpos este camino allanado. Este día es un gran homenaje a su lucha desinteresada, un In Memorian a las que supieron que la lucha era con ellas,  pero los logros para las que venían.

Como me dice  La Faby, histórica de la militancia santafesina visiblemente emocionada: “Les travestis / trans hoy pasamos a poder planear una vida inimaginable, lo que a cualquiera le puede parecer sencillo como tener una obra social, tarjeta de crédito o incluso algo tan pequeño como poder tener la responsabilidad de levantarse temprano para trabajar”. Agrega: “Deja de ser la única opción el trabajo sexual como mercado laboral y eso es fundamental para aquellas que quedaron por fuera de ese circuito”. La voz se le entrecorta, me dice que está nerviosa porque la intimida la grabadora, las lágrimas dicen otra cosa.

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Allá en las escalinatas está la Vicky, profundamente comprometida, jovencita ella, lo que indica que hay un semillero que viene con sangre en la voz, con promesa de un no dejarse pisar más y que con una reminiscencia de otras voces gritó por altavoz: “El cupo sí es una política de vida, no como las de la Granata”,  mientras les recordaba a los que no conocían la lucha que este cupo llevaba el sello de las que ya no están.

También estaban las nuestras, partícipes absolutas de toda esta movida, las que comprenden de sobremanera que luchar salva vidas de manera real. Sin cartoneo de cámara, sin necesidad de figurar, emocionadas, emocionadísimas. La Jackie, que dejó su gesto adusto de siempre y le dio paso a las lágrimas, no porque fuese dura sino porque entendía que tanta militancia finalmente tenía frutos. Una espera de noches y días acompañando a muchas, tantas que ya no le alcanza el tiempo para llevar la cuenta.

Y la Mendoza… la Michelle… con una grandeza y simpleza al costado, estremecida, conmocionada. Se le junta todo en la mirada, el orgullo y el recuerdo se agolpa en las pupilas y correr a abrazarla es lo primero que me sale. No porque lo necesite ella, sino porque yo lo necesito. La pluralidad de ese amor excede las gradas y va bajando una arenga que estalla al ritmo de “Las travas que vos mataste van a volver”.

Nos vamos dejando el festejo de un puñado de guerreras que son una escena que por suerte se repite, que miran con ambición, no lo logrado ¡sino lo que está del otro lado de la trinchera que nos marcaron y que siempre llenamos con las nuestras!

*Poeta y activista trans