Alejandra Gutiérrez Valdizán. Plaza pública.- Foto: Sandra Sebastián.

El crimen organizado crea redes, alianzas, amplía sus territorios de acción y sus modalidades para delinquir. Conforme se infiltra en las instituciones o en los barrios y se fortalece, también crece el número de víctimas. Como parte de un especial latinoamericano, Plaza Pública presenta dos de las estrategias que utilizan las mafias para conseguir sus fines: en ambas las mujeres salen perdiendo.

Los guatemaltecos son víctimas de la violencia, de balas perdidas, de la delincuencia común. Se repite cotidianamente el fatal “estar en el lugar equivocado en el momento equivocado”. Son víctimas también de las redes de secuestro, de las bandas de roba autos, de las organizaciones dedicadas a la extorsión. El crimen organizado, en algunos casos, llega más lejos se apropia y utiliza a las personas como objeto de cambio, como producto, como herramienta. Las mujeres son especialmente vulnerables en el mundo, pero particularmente entre Colombia, Centroamérica y México.

En un especial junto a Verdad Abierta, El Faro, Animal Político e Insight Crime, Plaza Pública se acerca a dos casos en los que la mujeres se convierten en esclavas o en siervas de las mafias: la trata de personas y explotación sexual, y las que entran a sus filas.

 1. La escurridiza red de los cuerpos ocupados

Las redes de crimen organizado dedicadas a la trata de personas han tenido mucho tiempo para perfeccionar su sistema y para aliarse con nuevos actores como los narcotraficantes. Mujeres indígenas son movilizadas, por pequeñas estructuras, de las áreas rurales a la capital. Decenas, quizás cientos, de mujeres son trasladadas de otros países a Guatemala por organizaciones grandes para tránsito o estadía. La explotación sexual, en un país que apenas empieza a reconocerla como delito, con altos índices de criminalidad y con un deficiente respeto a los Derechos Humanos, se encuentra en territorio perfecto.

Las víctimas son engañadas, coaccionadas, incluso raptadas y mantenidas en el encierro. Las redes dedicadas a la explotación sexual se diversifican, las hay pequeñas y locales, medianas que abarcan todo el país y las que tienen lazos internacionales. Aquí algunas historias que ilustran la tragedia.

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