No tendrán nuestro silencio

El asesinato de Francisca Sandoval, la periodista que fue baleada en la cabeza mientras cubría la marcha del Día del Trabajador en Chile, es un mensaje para las y los periodistas. Pero no parece indignar lo suficiente: no es un escándalo. Y necesitamos que lo sea, escriben las integrantes de las Red de Periodistas y Comunicadoras Feministas de Chile.

No tendrán nuestro silencio

16/05/2022

Por Carolina Rojas y Fabiola Gutiérrez en La Otra Diaria*

¿Quién quiere callar a la prensa? Hay una bala. Una muerte. Once pistoleros. No es un hecho aislado. No es “violencia de un lado y del otro”. El asesinato de Francisca Sandoval es un mensaje para las y los periodistas, para comunicadoras y reporteras. Sí, estamos indignados e indignadas, pero deberíamos estarlo mucho más. Hace un tiempo los y las reporteras, particularmente la prensa independiente, venimos acuerpando violencias. Así lo han confirmado también desde los medios comunitarios: el asesinato de Francisca se podía prever.

A estas alturas, mirando en perspectiva, no nos indignamos lo suficiente cuando una colega fue abusada sexualmente por Carabineros, ni cuando la compañera Nicole Kramm recibió un disparo en su ojo izquierdo. Así cada agresión a periodistas, durante la revuelta política social y que las autoridades pasaron por alto, llegaron a ser cientos de casos. O tal vez nos indignamos, pero fuimos las mismas y los mismo de siempre.

Hoy cuestan las palabras, pero necesitamos que este dolor se transforme en una campaña por justicia para Francisca. El asesinato de una reportera es la señal suficiente para darnos cuenta de que muchas cosas están mal en Chile. Desde la violencia descarnada que vivenció la prensa independiente a partir del 18 de octubre de 2019 -el inicio de la revuelta político social-, pero también la precarización extrema de nuestro oficio. Ambas cosas son el olvido o más bien invisibilización de nuestra labor, la misma que es esencial para la democracia de un país. A veces, a la mayoría, nos embarga una sensación: observamos con pasividad nuestra propia extinción. Nos han dejado morir en la desprotección y el asesinato de Francisca debería ser motivo suficiente para convocarnos y dejar de ser uno de los gremios menos aglutinados de Chile. Suficiente razón para cerrar filas frente a los discursos de odio que hace tiempo comenzaron a hacernos ruido y avanzaron sin tregua frente a nuestras narices. Hoy hemos sido testigos/as mudos de su consecuencia.

El arresto domiciliario a quienes apretaron el gatillo ese primero de mayo fue también una señal de esa desidia al llamado de proteger la vida de los y las periodistas y particularmente de la prensa independiente y, en este caso, de un medio comunitario.

En cualquier país que se aprecie de ser democrático, el asesinato de Francisca sería un escándalo mayor y la falta de interés por parte de las autoridades solo nos confirma que algunas vidas importan más que otras.

Como parte de la Red de Periodistas y Comunicadoras Feministas, queremos decir que el asesinato de nuestra colega nos ha dejado perplejas y nos ha quedado un profundo desconsuelo. Hasta hace unos días creíamos tener muchas certezas, pero hemos retrocedido y hoy solo tenemos preguntas. ¿Las autoridades podrán garantizar que podamos realizar nuestro trabajo? ¿Cómo van a terminar con esta violencia? ¿Podemos estar seguras de que esto no volverá a pasar? E interpelando a nuestros compañeros preguntamos: ¿Dónde están las voces masculinas de los medios hegemónicos? ¿Por qué no alzan la voz por Francisca?

En este país hay larga data de mujeres que transforman el dolor en activismo y no seremos la excepción. No dejaremos de nombrarlas. No dejaremos que la olviden. No dejaremos que la vida de ninguna periodista más nos sea arrebatada.

Queremos justicia para Francisca Sandoval y su familia. Y nuestro segundo compromiso es que, a pesar del miedo y la muerte, seguiremos contando historias y reporteando. Seguiremos trabajando por un periodismo situado. Estaremos presentes en cada territorio.

No tendrán jamás nuestro silencio.

¿Quién quiere callar a la prensa? Nos preguntamos de nuevo. Hay una bala. Una muerte. Once pistoleros. No es un hecho aislado. No es “violencia de un lado y del otro”, insistimos, colegas. Insistimos. Esto también les pudo pasar a ustedes. Insistimos. Esto también nos pudo pasar a cualquiera de nosotras.

*Carolina Rojas es directora de La Otra diaria. Fabiola Gutiérrez es cocoordinadora general de RedPerioFem.