Feministas en Ucrania: ¿Cómo viven la invasión?

Anna Sharygina vive en Járkov a pocos kilómetros de la frontera rusa. Todos los días escucha los sonidos de disparos y bombardeos. Por las noches también. Es activista por los derechos LGBTIQ desde hace más de 15 años. Pero el estado de guerra la tiene enfocada en solo un tipo de derechos: los derechos humanos más elementales.

Feministas en Ucrania: ¿Cómo viven la invasión?

Por Cosecha Roja
11/03/2022

Después de la primera semana de la invasión de Rusia a Ucrania, Anna Sharyhina aprendió a diferenciar los sonidos de las bombas de los de los disparos. Puede reconocer cuándo se trata de un ataque y dónde puede estar ocurriendo. En toda su vida jamás soñó con tener esa habilidad.

—¿Cómo estoy? No estoy segura de eso. Es la primera vez que vivo en estado de guerra. No soy un soldado y no me gusta lo militar. Pero amo a mi país y ser ucraniana es parte de mi identidad. Es una parte importante para mí. Siento como si diferentes piezas pequeñas de mí estuvieran disgregadas.

Anna Sharygina vive en Járkov, la segunda ciudad más importante de Ucrania ubicada a pocos kilómetros de la frontera rusa. Todos los días, cinco veces al día, escucha los sonidos de disparos y bombardeos. Por las noches también.

Es activista por los derechos LGBTIQ desde hace más de 15 años. Pero el estado de guerra la tiene enfocada en solo un tipo de derechos: los humanos. “No se puede hacer nada por nuestra comunidad mientras sigan cayendo bombas”, dice a Cosecha Roja en una entrevista en la que le pide a los feminismos latinoamericanos que hagan todo en su poder para que paren los bombardeos.

Junto a Vira Chernygina, Sharygina fundó Sphere, una organización feminista que lucha por los derechos de la comunidad LGBIT+ desde donde organizaron las primeras marchas del orgullo de su ciudad en 2019. En la última participaron 3 mil personas, un número considerable para un país chico donde los discursos de odio crecen. En esa marcha la policía no sólo no ofreció protección frente a la violencia, sino que se sumó con insultos homófobos. Sphere y sus simpatizantes viven en estado de temor permanente.

Es sabido que la política de Putin en relación al colectivo de diversidad es represiva, discriminatoria y violenta. En Rusia no hay leyes que prohiban explícitamente la homosexualidad pero no faltan herramientas para reprimirla. En 2013 la Federación Rusa sancionó una ley que prohibe la referencia a la homosexualidad en los medios de comunicación al condenar la difusión de cualquier tipo de “promoción de la homosexualidad dirigida a menores de edad” con multas y penas de cárcel. Las autoridades suelen ampararse bajo el paraguas de esa ley para bloquear la realización de marchas del orgullo o hacer detenciones arbitrarias a homosexuales. En 2017 trascendió que en Chechenia, una de las repúblicas que integra la federación, existían centros clandestinos de detención para varones homosexuales donde los torturaban.

El 1 de julio de 2020 Putin firmó una reforma constitucional que prohíbe el matrimonio igualitario en Rusia y las “adopciones transgénero”. También impuso que la “fe en Dios” es un valor central en la vida del país, una muestra clara de la alianza de su gobierno con la Iglesia Ortodoxa Rusa. En el país la marcha del orgullo no existe.

Ucrania tampoco es la tierra prometida de la libertad sexual. Sphere sufrió múltiples ataques discriminatorios. Los han denunciado a la policía, pero no se ha detenido a ningún presunto responsable. En noviembre de 2021, por ejemplo, los antiderechos atacaron sus oficinas y agredieron a simpatizantes de Sphere: orinaron las paredes, pusieron excrementos en las manijas de las puertas, rompieron ventanas y corearon consignas homófobas contra sus integrantes.

—Fuimos atacadxs por grupos de extrema derecha en nuestras reuniones. Nuestro centro comunitario también fue atacado por grupos de la alt right. Empezamos una gran lucha contra los crímenes de odio en Ucrania. El próximo paso era una ley contra los delitos de odio en Ucrania. Era realmente importante para nuestro movimiento. Nuestro objetivo era la igualdad y los derechos humanos para todxs. Y avanzamos paso a paso. Ahora siento una gran frustración porque no tengo idea de cómo y cuándo podemos continuar nuestro movimiento. Ahora tenemos un gran problema con los derechos humanos en general. La gente está en peligro.

—¿Qué miedos trae la invasión de Rusia a la población LGBTIQ+ en particular?

No quiero pensar en que Rusia construya su sistema aquí en Ucrania. Es una escena realmente horrible para mí. Así que espero, desde la esperanza, que podamos quedarnos y tener nuestro propio país en tierra ucraniana. Tendremos que trabajar mucho para reconstruir nuestra estructura en las ciudades y continuar nuestra lucha por los derechos humanos. Si pienso en que Rusia vendrá a Ucrania a imponer su sistema mi vida entera no tendría sentido.

—¿Cómo se mantiene en funcionamiento la organización?

—Estamos en diferentes lugares y podemos ir al trabajo y a los centros comunitarios. Todas las noches hacemos una llamada y hablamos sobre nuestros días. Es un pequeño grupo de apoyo mutuo. Nos preguntamos unos a otros ¿Cómo estás? ¿Qué hiciste? Algunas preguntas simples. Hablamos sobre las noticias y nos preguntamos mutuamente cómo podemos apoyarnos unos a otros y qué de este día fue bueno. Dura alrededor de una hora. Es una práctica muy contenedora, pero no podemos hacer voluntariados porque la ciudad está en riesgo por todos las bombas.

Desde que empezó la guerra, cada día es diferente para Sharygina. El segundo y tercero sintió los bombardeos durante cinco horas. Tiraban 15 minutos sin parar y frenaban 5. Cada sonido era distinto según el tipo de bombardeo. Algunos sucedían en ciudades vecinas. Con los días se acostumbró a dormir con el sonido de las bombas.

—Todo momento es inseguro: noche o día o mañana. Incluso ahora. Puedo escuchar algunos sonidos, pero sé que no están demasiado cerca de mi casa. Hoy mi novia escuchó un sonido y dijo: “Deberíamos ir a casa porque son misiles”. Yo le respondí: “No cariño, es solo un disparo”. No puedo creer que mi cerebro diga “oh está bien, son solo disparos”. Es triste. Por suerte tengo tiempo y dinero para la psicoterapia y muchas píldoras para mi salud mental.

—¿Qué crees que pueden hacer los feminismos latinoamericanos por las feministas ucranianas? ¿Qué puentes te gustaría tender?

—Todo lo que quiero es que los disparos y los bombardeos en Ucrania se detengan. Si pueden hacer algo por eso, por favor háganlo. No es por nuestras mujeres, o nuestros niños o nuestros soldados o nuestros políticos, es por los derechos humanos en el mundo. Solo después de eso podremos hacer algo por nuestros ciudadanos, por nuestra gente. Ahora realmente necesitamos la paz y la paz en Ucrania no es confiable con Rusia disparando y bombardeando nuestro país. Probablemente se habla de muchas cosas sobre lo que realmente está sucediendo acá. Rusia dice todo el tiempo “no tenemos una bomba, no tenemos soldados en Ucrania” y así sucesivamente. Eso es mentira. Ellos comenzaron la guerra y continúan la guerra contra el pueblo ucraniano. Tenemos miedo de todas las noticias falsas que circulan ¿Qué pueden hacer? No guarden silencio. Porque tenemos, no los mismos, pero sí muy cercanos valores. Por favor hablen de nuestra situación, no dejen de hacerlo. Necesitamos información abierta sobre la situación en Ucrania.