La madrugada del incendio, María Celeste Silva (22) estaba con sus tres hijos -dos niñas de cinco y seis años y un bebé de un año y dos meses- en su casilla de chapa en el barrio La Ribera, en la entrada a Catamarca. Cuando vio las llamas María Celeste gritó para pedir ayuda. Un adolescente de 16 salió en su auxilio. El chico rescató a las dos nenas pero no pudo salvar a María Celeste, quien tenía en sus brazos a su bebé. “Las chapas estaban al rojo vivo”, recordó el héroe de La Ribera, como lo conocen sus vecinos. Cuando el fuego terminó y solo quedaron restos, encontraron el cuerpo calcinado de la joven madre, cubriendo al pequeño cuerpo de su hijo.

Jorge Luis Burgos (33), pareja de María Celeste y padre del bebé, fue acusado por el crimen. Los vecinos contaron que ese 27 de noviembre lo habían visto cerca de la casilla. La Policía lo encontró tres horas después, en la casa de unos familiares. El fiscal Luis Baracat lo imputó por “homicidio agravado por el vínculo, con alevosía y por femicidio”, por la muerte de la joven madre; por “homicidio agravado por el vínculo y con alevosía” con relación a su hijo y por dos hechos de “homicidio agravado con alevosía en grado de tentativa”, por sus hijastras, la niñas que se salvaron de milagro.

Con esta imputación y de ser hallado culpable, podría tener una pena de prisión perpetua. Desde el Juzgado de Control de Garantías se dispuso que Burgos quedara detenido en el Servicio Penitenciario Provincial y en los próximos días se confirmará si deberá esperar el juicio en la cárcel.

“A veces, se iba con los tres caminando, para llevarlos a la escuela. Caminaban más de 20 cuadras”, contó Verónica, la hermana de María Celeste. La relación de María Celeste con Burgos tenía pocos años y entre los dos habían tenido un hijo, Gonzalo.

Según contaron los vecinos, esta situación generaba malestar en Burgos, de quien se cree que no aceptaba a sus hijastras. “Le vivía pegando. Era muy agresivo. No tomaba, a veces sano le pegaba. Ella tenía miedo a la familia. Ahora estamos pidiendo por las nenitas”, dijo.

El fiscal informó que Burgos tenía antecedentes de violencia pero por denuncias realizadas por otra pareja. María Celeste no había llegado a denunciarlo.

La Ribera es un barrio muy humilde que está sobre la Ruta Nacional Nº 38, en el ingreso sur a la capital de Catamarca. Hace unos cinco años, el Gobierno de la Provincia había entregado viviendas sociales construidas en este predio y otras familias aprovecharon estos terrenos para asentarse. Vecinos de La Ribera contaron que María Celeste se había mudado a su precaria casilla la semana pasada, junto con su pareja y los hijos. La joven era del barrio, al igual que sus demás familiares, pero hacía poco tiempo se había mudado al rancho. Era una pequeña habitación, sin comodidades.

La gente del barrio recordó que el domingo por la noche María Celeste comenzó a contar que su pareja la había amenazado de muerte y con quemar la casa. Pasadas las 3 de madrugada, los vecinos dormían. Escucharon los gritos y pensaron que se trataba de un robo. Algunos se despertaron y trataron de ayudar. Buscaban agua para apagar el fuego pero no encontraron. “Había viento y avivó las llamas. Sentíamos desesperación por ayudarla. Los Bomberos tardaron en llegar. Un vecino ayudó a rescatar a las dos nenas. Él ya había ayudado, meses atrás, a otro chico que había intentado suicidarse. Pura desgracia es este barrio”, comentó una vecina.

El domingo por la tarde, María Celeste se había quedado en la casa de una vecina: tenía miedo de su pareja. La mujer invitó a María Celeste a que se quedara con ella, que trajera un colchón para que durmiera allí con sus hijos. María Celeste no aceptó: también tenía temor que le robaran lo poco que tenía. “Sentimos impotencia por no haber tenido agua para apagar el fuego. Desde hace cinco año tenemos la promesa del agua. Tuvimos que echar arena para intentar apagar el fuego”, dijo.

Jorge Silva, padre y abuelo de las víctimas, comentó que su hija sufría de una violencia continua por parte de su pareja Jorge Luis. En varias oportunidades denunció estos hechos en la Policía. Conmovido, Silva recordó el momento en que llevó a los restos de la casilla quemada, donde estaban los cuerpos de María Celeste y de su bebé.

“No pensaba que mi hija estaba adentro con los chicos. Fue tremendo entrar y ver a mi hija cubriendo con su cuerpo al bebé. Es de terror lo que hizo, pensé que eran bultos de ropa”, contó.

Separadas

Las hermanitas quedaron sin su mamá, sin su pequeño hermano y, por ahora, no se tienen entre ellas. La Subsecretaría de Familia del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, organismo que tiene a su cargo el Sistema de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes en Catamarca, resolvió, de manera provisoria, que la niña que tiene papá quede bajo su cuidado y que su hermanita permanezca en un hogar de resguardo. La familia Silva comenzó a luchar por el resguardo de sus nietas. El viernes, tras el duelo pero aún con dolor por trágica pérdida, salieron a marchar en reclamo de las nenas.

Jorge Silva comentó que aunque el padre de su nieta no la tenía a su cargo, permite que la familia materna tenga contacto con ella. En contraste, la otra niña –que no tiene filiación paterna-, se encuentra en una situación muy diferente. “Tenemos poco conocimiento del padre. Había pedido un ADN porque decía que no era hija de él”, recordó. Desde esta Subsecretaría, se había informado que una vez acreditado el vínculo, la nena sería entregada a su padre. Luego, la Subsecretaría pedirá al Juzgado de Familia una medida excepcional.

Silva dijo que ambas nietas siempre vivieron con su madre y su hermanito, en contacto directo con los familiares maternos. Su hija Verónica, tía de las niñas, había manifestado su voluntad de tenerlas bajo su cuidado.

En Catamarca, aunque la Ley de Protección Integral de chicos y chicas en el artículo 7 fija que “el padre y la madre tienen responsabilidades y obligaciones comunes e iguales en lo que respecta al cuidado, desarrollo y educación integral de sus hijos”, más adelante, los artículos 13, 14 y 15 hacen mención a los derechos a la vida privada e intimidad familiar, a la convivencia familiar y comunitaria y a la preservación del grupo familiar. “El Estado debe garantizar el diseño y la ejecución de programas de fortalecimiento familiar, que tiendan al autovalimiento del grupo familiar en la crianza y el cuidado”, precisa.

El miércoles, el abuelo y la tía de las nenas se reunirán con las autoridades de la Subsecretaría y habrá novedades. Por lo pronto, las hermanitas no solo se encuentran sin su mamá y sin su hermano, sino que están separadas la una de la otra, sin la posibilidad de contenerse entre ellas.